El periodismo independiente en Nicaragua enfrenta su peor momento en la historia del país. Desde que llegó al poder Daniel Ortega, el gobierno ha sido hostil, excluyente, discriminatorio y agresivo en contra de los hombres y mujeres de prensa.
Según el Centro de Investigación de la Comunicación (Cinco), en su informe Reporte Sombra 2015-2018, destacó que el gobierno se caracteriza por “limitar el acceso de la información pública a los ciudadanos y la prensa, obstaculizar la labor de la prensa independiente, la difusión de los mensajes oficiales a través de una red de medios estatales y aliados al gobierno; y que la portavoz gubernamental es una sola persona, la Vicepresidenta Rosario Murillo”.
Esta manipulación de la información y obstaculización de la labor de periodistas independientes aumentó en el contexto de la crisis sociopolítica que estalló en abril de 2018, pues a partir de las protestas del pueblo en contra del régimen de los Ortega Murillo, los hombres y las mujeres de prensa han sido blanco de asesinatos, censura, confiscaciones, cárcel, persecución, agresiones físicas y verbales, de parte de la Policía, paramilitares y simpatizantes del partido de gobierno, violando tanto sus derechos humanos como sus derechos como ciudadanos nicaragüenses.
Agresiones físicas
Sin duda, todo el gremio de periodistas independientes ha sido afectado por la crisis de derechos humanos del país, pero hay algunos que más allá de recibir amenazas por redes sociales, bloqueo de información por parte del Estado, han recibido agresiones físicas y psicológicas.
Tal es el caso de Wiston Potosme, periodista se que desempeñaba como reportero del programa Café con Voz, de 100% Noticias.
La mañana del 23 de septiembre de 2018, mientras cubría una marcha azul y blanco, donde además de enfrentar bloqueo de policías y paramilitares para acceder al lugar de la protesta (en el barrio 9 de Junio), recibió un disparo en su mano al intentar hacer una transmisión en vivo para documentar la represión.
“Solo escuché que dijeron ‘pegaron al periodista, pegaron al periodista’. Me quise levantar pero cuando puse mi mano no me respondió y me volví a caer, yo solo me vi la sangre que tenía en mi brazo y no sabía más qué había pasado, solo me miraba mi mano retorcida”, relató Potosme.
Fue auxiliado por vecinos de la zona que lo resguardaron hasta que periodistas internacionales que portaban cascos y chalecos antibalas que lo resguardaron hasta la estación de bomberos cercana, donde lo esperaba su colega y director de Café con Voz, Luis Galeano, quien lo trasladó al hospital. Actualmente Potosme se encuentra exiliado en Miami, Florida.
Otro caso de agresiones físicas es el de la periodista de LA PRENSA Leonor Álvarez y Hans Lawrence del medio digital Nicaragua Investiga, quienes fueron brutalmente agredidos por simpatizantes del régimen mientras cubrían las honras fúnebres del poeta Ernesto Cardenal en la Catedral de Managua.
En medio del disturbio iniciado por las turbas, Álvarez había logrado refugiarse en una capilla de la Catedral, sin embargo de ahí fue sacada a golpes junto a otros periodistas, además les sustrajeron algunas de sus pertenencias.
“Quienes me sacaron a patadas fueron dos jóvenes sandinistas, una señora tal vez de más de 40 años y otro que es el que los andaba dirigiendo y les estaba diciendo: ‘ellos después se van a estar haciendo las víctimas’. Y la señora me dice: ‘eso te pasa por no andar diciendo la verdad, solo viven mintiendo’”, expresó Álvarez, quien logró huir de la agresión con la ayuda de un sacerdote y una monja.
Junto a Álvarez, fue agredido Hans Lawrence, quien perdió todo su equipo en esa ocasión, pues prefirió perder todo para poder proteger su vida, porque padece de epilepsia, y las patadas por parte de los agresores iban dirigidas hacia su cabeza.
“Todo lo que están diciendo es ‘mátalo, mátalo, a ese hijo de p…, por mentiroso por golpista’… No recuerdo cómo, pero yo me levanté en medio de todos esos golpes”, relató Lawrence, al resguardarse junto a otros colegas. Vomitó sangre y fue trasladado al Hospital Vivian Pellas.
Encarcelamiento y muerte
Uno de los sucesos más trágicos para el gremio periodístico durante las protestas fue el asesinato del periodista Ángel Gahona, que hasta el día de hoy sigue en la impunidad.
Gahona fue asesinado de un disparo el 21 de abril de 2018. Su muerte quedó registrada en una transmisión en vivo que él mismo realizaba de las protestas frente a la alcaldía municipal de Bluefields.
“Viene la policía, vamos a buscar donde refugiarnos”, se escucha decir a Gahona minutos antes de su muerte.
A pesar de que existió una supuesta investigación, ningún policía nacional o paramilitar que se encontraba en la escena del crimen y cerca de la zona fue sometido a investigación o detención, en su lugar acusaron y condenaron a Brandon Lovo y Glen Slate, dos jóvenes que estaban en un restaurante con unos amigos al momento del asesinato del periodista. Ambos fueron puestos en libertad en marzo de 2019.
Por otra parte, el régimen también utilizó el encarcelamiento de periodistas para aumentar la tensión y el temor en los medios de comunicación independientes.
Lucía Pineda Ubau, periodista reconocida de nuestro país, mientras ejercía su labor como jefa de prensa de 100% Noticias, fue detenida junto al periodista y dueño del canal, Miguel Mora, cuando la policía junto a hombres civiles armados (paramilitares) ingresaron para tomarse las instalaciones del canal de televisión de forma excesivamente violenta.
“Para comenzar, nunca teníamos que estar presos, los presos y enjuiciados tendrían que ser Daniel Ortega y Rosario Murillo por cometer crímenes de lesa humanidad”, expresó Pineda.
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Lucía fue completamente aislada mientras era sometida a tortura psicológica con interrogatorios constantes. Según la periodista, eran más de 30 interrogatorios en la semana. Sospecha que por medio de la comida le suministraban alguna sustancia que le provocó vómito, mareo y diarrea, y la privaron de usar sus lentes por 24 horas. Fue hasta que llegó la Cruz Roja Internacional que Pineda logró exponer su caso y ellos lograron que la cambiaran de celda.
“Dios me dio fuerzas para soportar esa injusta prisión, ese aislamiento, esa losa del silencio que me impusieron. Oré mucho a Dios y me acompañó en todo momento, me acuerpó para que no me sintiera sola. Oré para que me cuidara mi psicología, mi cerebro, mi salud, porque querían volverme loca con ese aislamiento al cual fui sometida”, expresó Pineda.
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Con estos hechos en contra del periodismo independiente, además de aumentar las violaciones a los derechos humanos, se pierde la democracia en el país.
“En la medida que se debilita la libertad de prensa por afectación a los medios de comunicación, por afectación de cualquier tipo al ejercicio periodístico, a la seguridad, a la integridad de quienes hacen periodismo, la democracia se debilita y la capacidad de llevar distintas versiones de la realidad, distintas voces, distintas imágenes de la realidad también se debilita”, dice el periodista Alfonso Malespín, experto en libertad de prensa.