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Nadie sabe qué ha sido del paradero de Víctor Boitano Coleman, de 63 años, desde que unos civiles lo llegaron a sacar de su casa el 23 de abril de 2024. Esa noche estaba con su esposa Eugenia Valle y su hija Rossana, quienes fueron agredidas mientras se llevaban al coronel en retiro del Ejército de Nicaragua con rumbo desconocido en una camioneta Hilux con placa de Granada.
Su esposa teme por su vida porque él padece de hipertensión, diabetes y delirio de persecución diagnosticado por una psiquiatra militar. Según Valle, esto lo tiene desde la guerra de los años ochenta cuando sirvió al Ejército Popular Sandinista y del que recibió varias condecoraciones en sus 28 años de servicio.
Este delirio de persecución se manifiesta en él desconfiando de todos y se pone violento. “Una persona que no lo conoce cree que él está bien y que es un malcriado y se pone a discutir con él”, dice. Tampoco duerme y pasa despierto en estado de alerta. Su esposa teme que lo estén maltratando y que desarrolle una enfermedad peor.
“Una de las noticias que leí es que algunos de los presos han desarrollado esquizofrenia y su mamá desarrolló esquizofrenia después de que la torturó la Guardia. Entonces me da miedo con esos antecedentes”, señala su esposa.
A Boitano le reconocen que es un militar de carrera, pero de él también aseguran que es tipo de cuidado. “Tampoco es alguien de fiar. Es bien conspirador”, dice un exsubordinado que estuvo con él en la guerrilla del Frente Sandinista y solicita anonimato.
Antisomocistas
Víctor Boitano nació en medio de una familia antisomocista, en 1961. Fue criado por su madre Rosa Coleman, una humilde campesina de la Costa Caribe que se dedicaba a lavar y planchar ajeno para dar de comer a sus tres hijos. Además de Víctor, tenía a Mario y Eduardo Boitano Coleman. El padre de ellos era de origen italiano.
Doña Rosa Coleman también colaboraba como mensajera del Frente Sandinista en Managua. Eugenia Valle cuenta que Coleman le transmitió el antisomocismo a sus hijos, de manera que Víctor Boitano, a los 14 años, ya se estaba integrando a la guerrilla del Frente Sandinista.
Coleman incluso fue detenida por la Guardia Nacional de Somoza y torturada. Con los años, la señora desarrolló esquizofrenia tras el episodio traumático que vivió.
Los tres hermanos fueron conocidos en el Frente Sandinista como “los Boitano”. “Víctor anduvo en el lado de los barrios orientales (de Managua). No tuvo una participación tan importante, pero sí fue guerrillero”, relata su exsubordinado.
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Con el triunfo de la Revolución, Boitano pasó a integrar el Ejército Popular Sandinista y le dieron el cargo de sargento. Como no había terminado sus estudios, lo obligaron a sacar hasta el tercer año de secundaria.
Los Boitano se manejaban en la zona norte del país. “Él cuenta que andaba por Quilalí siempre”, dice su esposa Valle. En 1983 murió en combate su hermano Mario y a inicios de 1984, Eduardo también cayó.
Los sandinistas inauguraron la Casa Nacional de Apoyo al Combatiente Mario y Eduardo Boitano, en febrero de 1985, y su madre Rosa Coleman, quien era fiel a la Revolución dio unas palabras. “Estamos siendo invadidos y debemos dar nuestra parte de sacrificio separándonos de nuestros hijos que tanto amamos”, dijo en alusión a que las madres nicaragüenses debían permitir que sus hijos cumplieran con el Servicio Militar obligatorio para defender la Revolución.
En 1983, el mismo año en que murió su hermano Eduardo, Víctor casi muere en una emboscada que hizo la Contra y de la que pudo sobrevivir de manera milagrosa.
Su esposa cuenta que lo dejaron mal muerto porque le desbarataron el estómago, un testículo y un pie. A como pudo huyó a rastras hasta llegar a la orilla de un río. Ahí quedó inconsciente y el río lo arrastró. El Ejército lo encontró tres días después y unos médicos cubanos lo operaron en La Trinidad, Estelí, para salvarle la vida. A partir de ese suceso desarrolló el delirio de persecución. “Diagnosticado por la doctora Sandino, psiquiatra del Ejército y medicado por ella misma”, dice Valle.
Tras recuperarse de las heridas, Boitano fue enviado a Cuba para recibir entrenamiento y adoctrinamiento político. Después lo enviaron a Francia como agregado militar de Nicaragua en ese país, e hizo un curso de paracaidismo. Para el final de la Revolución fue enviado a otra misión en Croacia.
En los años noventa permaneció en el Ejército y fue escalando posiciones hasta ser nombrado coronel y miembro del Estado Mayor, sin embargo, salió del Ejército en el año 2007, con la llegada de Daniel Ortega al poder.
El acuerdo de 2011
Boitano salió del Ejército criticando al Frente Sandinista. Incluso escribió libros en donde señala supuestas irregularidades a lo interno de las Fuerzas Armadas, y también comenta sobre fraudes electorales y la muerte sospechosa de Alexis Argüello.
Para las elecciones de 2011, incursionó en la política siendo candidato a diputado por el Partido Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), encabezado por Enrique Quiñónez, quien era el candidato presidencial. Ese mismo año, el coronel en retiro fue detenido después que Quiñónez dijo en una conferencia de prensa que Boitano le sugirió secuestrar a una hija de Daniel Ortega.
Para aquellos días se dio un tiroteo en la procesión de Santo Domingo de Guzmán cuando los miembros del ALN estaban regalando gorras y afiches como parte de su campaña. La Policía acusó a Boitano como el responsable de los disparos.
Su esposa relata que en esa ocasión fue llevado al Chipote en donde lo golpeaban e interrogaban, hasta que le propusieron un acuerdo: debía leer un comunicado acusando a Estados Unidos de injerencia. Él aceptó. “Para que nos dejaran en paz”, justifica su esposa Eugenia Valle.
En marzo de 2012 fue liberado y su discurso cambió por completo. Ya no criticaba a Daniel Ortega y más bien se dedicó a denunciar un plan conspirativo fraguado supuestamente por la Embajada de Estados Unidos en Managua, junto a miembros del Partido Liberal Independiente (PLI) y el Movimiento Renovador Sandinista (MRS, ahora Unamos). Meses después desapareció del entorno político.
¿Acuerdo roto?
En 2017 Boitano y su familia recibieron la nacionalidad italiana porque es descendiente de italianos por parte de su padre. El 13 de mayo de 2018, Boitano se fue por un tiempo a Italia y permaneció ahí hasta septiembre de 2023. Desde que regresó a Nicaragua permaneció en su casa y sin emitir opiniones públicas.
Según su esposa, Boitano no había tenido ningún problema con la dictadura. Incluso pudo renovar su cédula, su licencia de conducir e hizo un préstamo al Instituto de Prevención Social Militar (IPSM) de 10,000 dólares para un carro que compró.
Los problemas empezaron cuando quiso renovar su pasaporte a inicios de este año. Desde entonces empezaron a seguirlo hasta que lo llegaron a sacar de su casa la noche del 23 de abril de 2024.
Su esposa, de 61 años, fue a todas las delegaciones policiales, a La Modelo, al Chipote y cualquier lugar donde pudieran tener a su esposo, pero en ninguno le dieron respuesta. “En todos lados me negaban que estaba ahí”, asegura.
Ella supo a través de los presos que fueron desterrados hacia Guatemala el pasado 5 de septiembre, que su esposo podría encontrarse en una celda de máxima seguridad de La Modelo, conocida como el infiernillo, y que supuestamente le están señalando nuevamente del plan para secuestrar a una hija de Daniel Ortega, además de andar reclutando a militares que estaban fuera del país.
“Tal vez se contactó con alguien de la vieja guardia y eso no les gustó y por eso lo echaron preso”, especula la fuente que lo conoció en los años ochenta.
Eugenia Valle dice que nada de eso es cierto. Que su esposo ni tenía plan de secuestrar a nadie y tampoco andaba reclutando a exmilitares. “Si después del Ejército él ya no quería saber nada de esa gente”, comenta.
Ella tuvo temor de permanecer en Managua así que en octubre salió del país. Se fue para Italia con sus dos hijos por temor de que a ellos también les sucediera algo, debido a que permanecían vigilados.
Desde el exilio reclama por una prueba de vida de su esposo, de quien señala que hasta la fecha había cumplido con el acuerdo de 2011 manteniéndose al margen de la política. “Los que no cumplieron son ellos”, acusa Valle.