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CONTENIDO EXCLUSIVO.¿Donald Trump o Kamala Harris? ¿Cuál conviene más? Esa es la pregunta que trataremos de responder. No es que uno sea mejor que el otro, sino que sus propuestas y acciones serán decisivas para la vida de miles de nicaragüenses en Estados Unidos, pero también para la crisis que se vive en Nicaragua.
En sus campañas electorales, tanto Donald Trump como Kamala Harris han prometido endurecer las medidas contra la inmigración. Ese ha sido el principal tema del que han hablado, junto a la guerra en Gaza entre Israel y Hamás.
Según los datos más actualizados de la Oficina del Censo de Estados Unidos, unos 406,613 nicaragüenses vivían en ese país hasta 2020. Esta cifra ha incrementado con la migración irregular de los últimos años, e incluso con la implementación del parole humanitario que ha sido aprobado para unos 93,000 nicaragüenses, según datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos.
Tanto Trump como presidente y Harris como vicepresidenta han lidiado con Ortega y las violaciones a derechos humanos en Nicaragua. Con Trump llegaron las primeras sanciones en contra de personeros del régimen, incluida la segunda al mando de la dictadura, Rosario Murillo, el 27 de noviembre de 2018. Ese mismo año, Trump firmó la Ley Nica Act.
Las presiones ejercidas por Trump obligaron a Ortega a negociar con la oposición en dos ocasiones para tratar de encontrar una solución a la crisis política del país, y pese a que las violaciones de derechos humanos se fueron profundizando, se pudo acordar la liberación de cientos de presos políticos en 2019.
Por su parte, la Administración Biden-Harris asumió el poder en enero de 2021 y terminará su periodo presidencial en enero de 2025. Durante su gestión se han aprobado las leyes Global Magnitsky, con la que se ha sancionado a varios funcionarios nicaragüenses; y Renacer, con la cual se buscó promover elecciones libres y justas, aunque Daniel Ortega logró consumar su fraude electoral.
Durante el periodo de Biden, Ortega ha continuado reprimiendo a la población nicaragüense y ha ejercido persecución en contra de opositores, defensores de derechos humanos, periodistas y miembros de la Iglesia católica. Por gestiones del exembajador norteamericano en Managua, Kevin Sullivan, la dictadura liberó y desterró a 222 presos políticos hacia Estados Unidos en 2023.
Hizo lo mismo el pasado 5 de septiembre de 2024, cuando liberó y desterró a otros 135 presos políticos hacia Guatemala, por gestiones de Estados Unidos.
Promesas contra la inmigración
El candidato republicano Donald Trump ha dicho que cerrará las fronteras y pondrá fin a los programas de acogida como el Estatus de Protección Temporal (TPS), el parole humanitario y la aplicación CBP One con la cual se pide asilo en la frontera con México.
Trump también ha prometido realizar el “mayor esfuerzo de deportación en la historia de Estados Unidos” con ayuda del Ejército, la Guardia Nacional e incluso creando una nueva fuerza encargada de las deportaciones, en caso de que sea necesario.
Esto no es algo nuevo. Trump ya lo intentó en su mandato anterior entre 2017 y 2021, pero no pudo ejecutar su plan contra la inmigración, no solo por falta de presupuesto, sino por las leyes migratorias que protegen a miles de migrantes que están en medio de un proceso legal.
Otra propuesta que tomó de su antiguo mandato presidencial es la de eliminar la ciudadanía que se otorga por nacimiento, pero esto ha sido criticado porque se trata de un derecho protegido por la Constitución estadounidense, y para ello tendría que reformarse la Carta Magna.
Por su parte, la candidata demócrata Kamala Harris también ha propuesto medidas contra la inmigración, como reforzar las fronteras, eliminar algunos vacíos en el proceso de asilo, dar al presidente más autoridad para cerrar el paso cuando el número de personas cruzando se eleve y restringir el TPS (Estatus de Protección Temporal, por sus siglas en inglés), que permite a los inmigrantes su ingreso a Estados Unidos.
Los cruces fronterizos ilegales han alcanzado durante la Administración Biden-Harris cifras récord, pero estas también decayeron rápidamente con la implementación del parole humanitario y otros programas de alivio migratorio.
Decisión difícil
A criterio de la representante de migrantes acreditada en Estados Unidos, Muriel Sáenz, para los nicaragüenses es muy difícil saber qué les conviene más, si un gobierno de Trump o uno presidido por Harris. “Pienso que a todos los que no somos blancos y de origen europeo nos conviene un presidente que no opine que nosotros somos lo peor de nuestros países. A nosotros los hispanos nos ven como mediocres y con menor inteligencia”, comenta.
Por su trabajo con migrantes nicaragüenses ha visto de cerca las necesidades de estos y para ella, ni demócratas ni republicanos resolverán los verdaderos problemas. “Entrando Trump a la Presidencia otra vez, será a como hizo él cuando fue presidente: nada. Hasta la misma Nica Act no fue firmada cuando pasó la ley, sino que esperó hasta el último día para firmarlo porque, como pasó unánimemente, iba a pasar como ley lo firmara él o no”.
Pero las críticas de Sáenz no son solamente para los republicanos. “No he visto nada mejor de los demócratas. Sus leyes no han sido nada buenas para los inmigrantes. Los jueces de migración son tan duros a como siempre lo han sido y las deportaciones masivas continúan”.
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Hablar de este tema es complicado para otros. “En estos momentos hay mucho revuelo, agresiones físicas, carros quebrados por hablar la verdad. En las redes ya ni se diga. Está peligroso incluso ponerse una camiseta del candidato que apoyás”, dice un abogado nicaragüense que vive en Estados Unidos desde hace tiempo y que solicita anonimato.
Este abogado dice estar “profundamente preocupado” por las promesas de campaña que ha hecho Donald Trump. “El panorama se torna alarmante para nuestras comunidades. Además de las amenazas de poner fin al TPS y deportar a hijos nacidos en Estados Unidos de padres en situación irregular. Estas políticas ponen en riesgo la estabilidad emocional y económica de miles de familias que han hecho su vida aquí”, comenta.
Tampoco le parece que Trump deba quitar la ciudadanía a residentes legales que han contribuido al desarrollo de las comunidades en donde viven. “Esto representa un golpe a la justicia y a la cohesión social que tanto necesitamos en este país”.
Según el abogado, Trump ha provocado un retroceso en la manera que se percibe a los migrantes en Estados Unidos. “El discurso de odio, la intolerancia y el racismo han fortalecido una atmósfera cada vez más hostil, especialmente para nosotros, las minorías. Me preocupa profundamente que el fanatismo pueda ganar sobre la verdad y los derechos humanos”.
¿Trump o Harris?
Ante la pregunta directa, Muriel Sáenz responde, aunque con reservas: “Bajo la Administración Harris tenemos oportunidad de lograr que la migración sea justa, que las leyes se puedan aplicar y humanamente lograr exponer los casos de las personas que ameritan asilos u otros alivios”.
Y agrega que “bajo otra Administración de Trump siento que esa puerta estará completamente cerrada y las deportaciones serán masivas y xenofóbicas. Los mismos que ahora ven a Trump como un salvador verán lo que es alguien totalmente sediento de poder y ejercer ese poder en nuestra contra”.
El abogado que solicita anonimato dice que él prefiere una administración demócrata. “Considero que la mejor opción es Kamala Harris. Creo que su enfoque en la justicia, la igualdad y los derechos humanos es lo que más necesita este país para avanzar y sanar. Es un liderazgo que se alinea con los valores de respeto e inclusión que muchos de nosotros buscamos”.
Por su parte, el economista Enrique Sáenz no tiene una preferencia clara. Él más bien dice que prefiere atenerse a los hechos. “Trump ya fue presidente por 4 años y no se registró ningún cambio significativo en las realidades de Nicaragua. Biden cumplirá 4 años y hasta ahora tampoco se ha registrado ningún cambio significativo, salvo el parole que fue más parte de la política migratoria de Estados Unidos que política hacia Nicaragua”.
Sáenz indica que lo fundamental de la política estadounidense para Nicaragua como las leyes Nica Act y Renacer han sido resultado del consenso bipartidista en el congreso norteamericano. Por tanto, no importa quién esté gobernando, sino que siga habiendo consenso entre los congresistas.
“Las acciones que tomaron las administraciones fueron, en ambos casos, a la remolca de las iniciativas del Congreso. Las sanciones y las órdenes ejecutivas, por ejemplo, se concretaron a instancias de comunicaciones de líderes del Congreso o cuando ya estaban aprobadas o era inminente la aprobación de las leyes Nica Act y Renacer”, explica.
