El resto del tiempo no se veía en las calles ningún policía vigilando a nadie. Siempre he creído que la policía es algo no solo útil sino indispensable en una sociedad
Isela Baltodano
Ejército, ¿para qué?
El Ejército de Nicaragua cuenta con enorme cantidad de tanques de guerra, no sabemos contra quién se van a usar. Lo que sí sabemos es que con solo mirarlos producen terror
La inoperante OEA
Los documentos que dieron origen a la OEA abundan en buenos deseos por la democracia y la libertad de todos los pueblos de América, pero no son más que buenos deseos, gestiones diplomáticas al más alto nivel
¿Es tan difícil gobernar?
Insisto en que no es difícil gobernar. Solo hay que ser hombre de bien, amar a Nicaragua, escoger a los hombres adecuados para cada cargo
Lo primero es lo primero
Tengo noticias halagadoras en el sentido de que gentes de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia han preparado o están preparando una nueva Ley electoral que permita o exija la nominación popular de los señores diputados
Puros cuentos
Y para aquellos que repudian la literatura, el cuento, la novela, el ensayo, la poesía, la pintura, la escultura, la arquitectura y las bellas artes, sepan que “no solo de pan vive el hombre. También vive de todo aquello que sale de la boca de Dios”.
Mejor un mal arreglo que un buen pleito
Es increíble que hayamos pasado todo el siglo anterior en revueltas inútiles sin preocuparnos por respetar las constituciones que los mismos políticos redactaron
Había una vez un pueblo…
El tribunal electoral era electo popularmente no escogido al dedo por los caudillos de los partidos, era electo en elecciones primarias como todos los cargos de elección popular
Todo en su momento
Es una insensatez estar mencionando siquiera candidaturas presidenciales en este tiempo cuando no tenemos las condiciones necesarias para realizar unas elecciones perfectamente limpias, supervigiladas
La primera novela de una nicaragüense
Fue en 1935 cuando se imprimió en la Litografía Pérez de Managua la novela Los Piratas, escrita por doña Carmen Mantilla de Talavera