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Volver a la rutina

Las vacaciones fueron geniales. ¿Le pone mal regresar a la normalidad? Coincidiendo con la finalización de las vacaciones y la incorporación al trabajo y otras actividades de la vida cotidiana, muchas personas padecen una serie de trastornos de naturaleza física y mental que afectan la salud y limitan sus capacidades. Es lo que se ha […]

  • Las vacaciones fueron geniales. ¿Le pone mal regresar a la normalidad?

Coincidiendo con la finalización de las vacaciones y la incorporación al trabajo y otras actividades de la vida cotidiana, muchas personas padecen una serie de trastornos de naturaleza física y mental que afectan la salud y limitan sus capacidades.

Es lo que se ha venido a denominar “síndrome postvacacional”, que se manifiesta a través de diversas alteraciones orgánicas, intelectuales y emocionales con síntomas muy variados pero con algunos rasgos comunes como apatía, inadaptación al trabajo y debilidad generalizada.

Lo habitual es que estos síntomas desaparezcan pasados unos días, aunque algunas veces se alargan por tiempo indeterminado.

Existen una serie de síntomas o alteraciones que pueden hacernos sospechar la presencia del síndrome, aunque será el conjunto de ellos más que la presentación aislada de cada uno, lo que nos ayude a confirmarlo, diferenciándolo de otros trastornos que, en todo caso, conviene destacar.

Coincidiendo con la vuelta de vacaciones pueden presentarse: debilidad generalizada con dolores musculares, fatiga ante esfuerzos menores y pérdida de fuerza y apetito.

A esto pueden sumarse molestias estomacales con náuseas, sensación de nudo en el estómago y otras de diversa localización como sensación de ahogo, extrasístoles (palpitaciones), taquicardias, dificultad para dormir por la noche y somnolencia a lo largo del día.

Dificultad de concentración y rechazo al trabajo: variadas sensaciones de desidia, hastío y sensación de angustia que puede llegar a limitar o anular la capacidad de ejecución de tareas y para la decisión.

Habitualmente, cambios de humor continuos con irritabilidad e incluso agresividad (aumentan las discusiones y discrepancias con los demás). Otras veces, tendencia a la depresión (tristeza, abatimiento, melancolía).

Sentimiento de desagrado y visión negativa de lo que acontece a su alrededor y en la resolución de los problemas (todo le parece mal y difícil de superar).

¿Dónde podríamos encontrar las causas del síndrome? El hecho de que el trastorno aparezca al incorporarnos a nuestras actividades cotidianas, inmediatamente después del periodo de vacaciones, nos hace pensar que puede estar relacionado con la alteración del ritmo de vida y el cambio brusco que representa para el “biorritmo” o reloj interno que marca y regula el funcionamiento del organismo.

Otra explicación la podríamos encontrar en la propia naturaleza del tipo de vida y de las actividades del periodo de vacaciones, por lo general más relajado, desenfadado y placentero, en contraste con el marcado carácter disciplinado, exigente y rutinario del resto del año: se retrasa la hora de levantarse y acostarse y se propicia la libertad de horarios, las relaciones sociales, las aficiones, las actividades recreativas y deportivas.

MENOS DIFÍCIL

Consejos para la vuelta progresiva a la vida cotidiana.

La incorporación al trabajo debe ser lente y progresiva. La ordenación del puesto de trabajo, la programación, priorización de las tareas facilitan la incorporación, que se hace más llevadera avanzada la semana.

Adoptar una visión realista sobre las vivencias del periodo de vacaciones, con sentido de normalidad y sin exageraciones, conscientes de su carácter temporal y procurando evitar su añoranza o estar pendientes del tiempo que falta para volver.

Valorar la posibilidad de mantener, con sentido del equilibrio, algunas de las actividades de ocio y relaciones sociales desarrolladas en el periodo de vacaciones. Retomar con actitud positiva.

Fuente: Mujer actual.  

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