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Claves para una feliz relación de pareja con hijos

1.- Por mucho que el bebé reclame atenciones y tiempo y de que casi todo gire en torno a él, reservemos buena parte de nuestras energías a escuchar y a sentir a nuestra pareja. 2.- Hablemos de cómo nos encontramos, qué sentimos, cómo ha transcurrido la jornada. Todos los días, unos minutos para el diálogo […]

1.- Por mucho que el bebé reclame atenciones y tiempo y de que casi todo gire en torno a él, reservemos buena parte de nuestras energías a escuchar y a sentir a nuestra pareja.

2.- Hablemos de cómo nos encontramos, qué sentimos, cómo ha transcurrido la jornada. Todos los días, unos minutos para el diálogo sobre nuestras cosas, al margen de la

criatura.

3.- Repartamos, según las preferencias y posibilidades de cada uno, las tareas que acarrea el hijo. Su presente y futuro son una responsabilidad que debemos compartir ambos.

4.- Acordemos qué y cómo hacer con nuestro hijo: compartamos, ya desde la cuna, un criterio de educación y de comportamiento ante él o ella.

5.- La criatura “es” de los dos miembros de la pareja. No es “tu hijo”, ni “mi hijo”, sino “nuestro hijo”. Recordémoslo.

Nos evitará tensiones, celos y disgustos posteriores.

6.- Al menos una vez por semana, habilitemos el tiempo para dar un paseo o ir al cine o hacer lo que nos gusta. Emancipémonos del niño, es necesario y

conveniente.

7.- Reservemos un momento para la caricia, el beso y vida sexual con nuestra pareja. Las contraindicaciones tras el parto para el coito sexual, no significa que otros juegos sensuales se supriman. Y, tras la cuarentena, volvamos a la vida sexual normal. Una pareja feliz transmite a sus hijos su estado de ánimo, clave en su formación.

Igual que planeamos y cuidamos la venida del bebé, hagámoslo con la nueva situación que afrontamos los padres para que ambos gocemos por igual de la crianza, educación, sinsabores y placeres que aportará esa persona que se ha integrado a nuestro hogar.

La clave está en que velemos ambos por la salud de la relación de pareja. Los hijos nacen normalmente del amor que se profesan los miembros de una pareja, pero no forman parte de ella. La pareja debe tener su propia vida, al margen de los hijos.

En los primeros meses de vida, la dedicación y el tiempo que requieren los bebés son abrumadoramente exigentes, apenas queda tiempo para nada más. Pero ello no obsta para que hombre y mujer eviten que se transforme en el motivo único de sus vidas. Debe contribuir a fortalecer los lazos de unión, cristalizados ahora en un nuevo empeño: ser padre y madre. Pero tengamos claro qué somos y quiénes somos el uno para el otro, qué queremos y hacia dónde vamos.

Seguimos siendo una pareja: cada uno ha de comprender y atender al otro. He de seguir siendo un buen compañero o compañera para mi esposo o esposa.

Fuente: www.revista.consumer.es

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