14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Orhan Pamuk. (LA PRENSA/AP)

Revelaciones

Quería ser pintor Entre los siete y los veintidós quise ser pintor, mi familia me animó, pero de repente se me soltó el tornillo y comencé a pensar en escribir novelas. ¿Cómo explicarlo? Tal vez así: la pintura y la escritura son dos profesiones de hombres que prefieren estar solos. Ahora mismo estoy en mi […]

Quería ser pintor

Entre los siete y los veintidós quise ser pintor, mi familia me animó, pero de repente se me soltó el tornillo y comencé a pensar en escribir novelas. ¿Cómo explicarlo? Tal vez así: la pintura y la escritura son dos profesiones de hombres que prefieren estar solos. Ahora mismo estoy en mi oficina de Estambul, donde he estado solo desde el comienzo del día hasta ahora, cuando son las cinco de la tarde. He estado todo el día escribiendo, o leyendo, o pensando, o caminando alrededor de mi escritorio. El trabajo de un hombre solitario fue una escogencia deliberada de mi parte.

El libro negro

Se trata de una posición particularmente turca. No quiero subrayar demasiado el hecho de ser turco, pero tenemos una situación única en la cual mi país, durante los últimos ciento cincuenta años, ha querido occidentalizarse simplemente olvidando el pasado. La república turca moderna, las reformas de Atatürk, fueron una forma de olvidar el Islam, el pasado, de manera que el país se occidentalizara más rápido. De hecho, esto no sucedió; olvidamos el pasado, pero eso fue todo. Mi teoría es que si no hubiéramos olvidado el pasado, nos estaríamos occidentalizando aun más rápido o más armoniosamente. En Turquía, el pasado es problemático. La implementación de la identidad turca moderna es el acto de olvidar los horrores del pasado, el pasado otomano, etcétera. Me interesa la historia no porque sea simplemente romántica, sino porque aquí es algo vivo. Es una opción política.

Los primeros escritos

Cuando comencé a escribir, hace treinta años, los escritores turcos estaban muy motivados políticamente, eran todos marxistas o socialistas o como quiera decirles. Nabokov los habría llamado “comentaristas sociales”. Mis modelos, en cambio, eran Nabokov, o Proust, o Faulkner, que eran más sofisticados. Y los otros novelistas turcos me menospreciaban, me consideraban un burgués: el chico que escribe sobre temas de ricos, temas que no son políticos, y me hacían la vida imposible. En parte tenían razón y en parte no. De cualquier forma, escribí Nieve deliberadamente como novela política, e incluso hace cinco años, cuando la estaba escribiendo, les dije a todos mis amigos y también a mi editor que no intentaría otra novela similar.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí