Unos de los valores más representativos del pueblo indígena de sutiaba, de importancia y que llena de orgullo, identidad y patriotismo es la leyenda del cacique Adiac que también se le conoce como cacique del Tamarindón.
Dicen los abuelos que el Cacique fue el que recibió a los emigrantes leoneses que pretendiendo asilo temporal, llegaron hasta sus aposentos. Él juntó a una delegación de sus guerreros y el concejo de ancianos dialogaron y negociaron la estadía temporal.
Se cuenta que fue un gran guerrero, de batallas en Olocotón, El Apante, El Opico, Orota y el Ostayo. Se dice que Adiac confió mucho en la palabra de sus vecinos y que por eso fue capturado al noroeste de Sutiaba, asesinado y colgado en el antiguo árbol del Tamarindón. Como símbolo de terror y dejar secuela sicológicas fue dejado por días como para doblegar el coraje de su pueblo.
A pesar de el anonimato y el bozal históricos que algunos imponen, Adiac vive en el corazón y nervio de cada descendiente de Sutiaba. Sigue viva en la memoria colectiva la figura de este hombre. A pesar de los atropellos, esta leyenda no sufrió transformación a partir de la realidad y continúa vigente. Más que una leyenda es un ejemplo de casta y heroísmo.
Fuente: Museo Tradiciones y Leyendas del Coronel Joaquín de Arrechavala.