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Laura Ruiz García y su única hija, Laura Amanda Rosales Ruiz. (LA PRENSA/U. MOLINA)

Felices por ser hijas únicas

Laura Amanda es la ilusión y la alegría de Doña Laura Ruiz y de su esposo. Por ser su única hija, le han brindado todo el afecto y las facilidades que han podido. Doña Laura también fue hija única, creció rodeada de mucho amor y mimos y no sólo por sus padres sino por sus […]

Laura Amanda es la ilusión y la alegría de Doña Laura Ruiz y de su esposo. Por ser su única hija, le han brindado todo el afecto y las facilidades que han podido. Doña Laura también fue hija única, creció rodeada de mucho amor y mimos y no sólo por sus padres sino por sus vecinos y las monjas de su colegio, ya que creció en Granada.

“Tuve la oportunidad de tener un montón de amigas a quienes, hasta la fecha, considero mis hermanas. Mi mamá las invitaba a la casa donde había todo tipo de juegos; mi entorno fue muy feliz porque, además de que me mimaban, tuve hermanas. Como hijo único uno se siente muy importante porque toda la dedicación es para uno”, afirma doña Laura.

Laura Amanda acepta ser un poco malcriada y caprichosa. “Cuando quiero algo, insisto hasta que lo logro y soy malcriada cuando mi mamá me contradice y no me parece pero también sé aceptar cuando ella tiene la razón y aunque me enoje, termino aceptando”, afirma.

El amor que le dieron a doña Laura lo ha volcado sobre su hija y acepta que se le ha pasado la mano con la sobreprotección. “Ella pasaba mucho tiempo sola; entonces yo jugaba con ella, era mi compañerita y se acostumbró tanto a mí, que si venían amistades se ponía celosa, les sacaba la lengua y les hacía caras”, recuerda doña Laura.

El comportamiento depende de los límites que le pongan lo padres. Doña Laura reconoce que los hijos únicos se sienten tan importantes que creen que se lo merecen todo porque tienen toda la dedicación y todo lo que pueden recibir. También acepta que a su hija casi no le pone límites, aunque algunas veces le tuvo que dar unas palmaditas, que le dolían más a ella que a su hija, actualmente son muy unidas y tienen una comunicación abierta.

“Depende de como se críe, porque si a tiempo los corregís no son malcriados, pero se tiende a ser un poquito fuerte de carácter porque todo se le da, uno cede a todos su pedidos”, dice doña Laura.

Doña Laura está segura de que hay algo de cierto en los mitos, señala que los hijos únicos tienden a ser caprichosos, a sentirse más poderosos, más fuertes y más importantes porque saben que son las reinas o los reyes de la casa.

Cuando Laura Amanda tenía menos de ocho años, le pedía a su mamá un hermanito para Navidad; sin embargo, después se dio cuenta de que tendría que compartir muchas cosas y no siguió insistiendo, hoy está muy satisfecha al igual que su madre, de ser hija única.

“Cuando era chiquita y una de mis amigas tomaba mis juguetes, me enojaba y peleaba; era egoísta pero aprendí a compartir en el colegio porque me di cuenta que cuando yo necesitara algo, nadie me iba a ayudar porque yo no lo hacía”, dice Laura Amanda.

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