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María Aura Montenegro y su única hija, Aura María Guerra Montenegro. (LA PRENSA/U. MOLINA)

Consentida pero independiente

María Aura Montenegro contrajo matrimonio a sus 22 años, siempre tuvo la ilusión de tener hijos; sin embargo, por problemas de salud fue hasta sus 44 años que recibió a la luz de su vida, Aura María, su pequeña que hoy tiene 20 años. Doña María Aura asegura que su hija era caprichosa y tenía […]

María Aura Montenegro contrajo matrimonio a sus 22 años, siempre tuvo la ilusión de tener hijos; sin embargo, por problemas de salud fue hasta sus 44 años que recibió a la luz de su vida, Aura María, su pequeña que hoy tiene 20 años.

Doña María Aura asegura que su hija era caprichosa y tenía rabietas como todo niño, por lo cual algunas veces le tuvo que dar sus nalgaditas, incluso su esposo le llegó a decir que parecía la madrastra porque él la consentía todo el tiempo.

“Le puse límites, incluso, una vez me acusó con la sicóloga, diciendo que la chantajeaba para darle las cosas pero eran límites, aunque podía darle todo, le daba lo necesario. A veces me decía ‘dame un premio porque saqué buenas notas’, yo decía, ‘no mi muchachita, un besito y felicitaciones, cumpliste con tu deber’, pero después le daba algo aunque no como premio para que no se acostumbrara. Cuando ella quiere algo no lo consigue con caprichos sino con una lagrimita”, dice doña María Aura.

“A veces me molestaba porque con frecuencia mis amigas que no eran hijas únicas pedían algo y se lo daban, yo tenía que ganármelo”, dice la hija.

Aura María asegura que ella nunca pidió un hermanito pero su mamá afirma que de haber tenido la edad, hubiese tenido otro hijo porque piensa que en el futuro va a quedar sola. “Yo no soy de las personas que se aburren porque desde chiquita me las ingeniaba para divertirme sola; a mí no me hace falta ir acompañada a un lugar, me siento bien sola, no dependo de las demás personas, mientras que a mis amigas si les da pena, meten a su hermana. Tuve varias amigas y con una en particular compartía mucho tiempo pero a veces me aburría porque estaba acostumbrada a estar sola y estar mucho tiempo con una persona, me aburría”, señala Aura María.

Aura María acepta que siempre le ha costado compartir sus cosas pero dice que no es por egoísmo sino porque es cuidadosa. “Cuando era una chiquita, mis cosas eran mis cosas; si venía una amiga y quería, por ejemplo, la almohada con que yo dormía siempre, ya nos peleábamos, igual si quería revisar mis cosas, por eso no quería un hermanito porque sabía que me iba a quitar mis cosas, actualmente todavía me cuesta compartir. A veces pienso que no es tan malo, me considero cuidadosa con mis cosas”.

Su mamá señala que su hija es muy celosa de su privacidad y ella respeta eso. “Soy un madre protectora en cuanto ella quiere hacer sus caprichos pero la hice muy independiente referente a mí, no muy pegada a mamita. Cuando se caía y venía llorando, yo le decía, ‘venga mi muchachita, no es para tanto’, la preparé por si quedaba sola. A los 17 años la solté, porque creo que las bases ya estaban dadas, soy exigente con sus clases y responsabilidades”, asegura.

Aura María es muy decidida e independiente. Madre e hija aseguran que cuando se propone algo lo consigue porque es insistente. “Creo que maduró más rápido respecto a sus amigas, a ella no le molesta conversar con personas mayores, mientras que a sus amigas sí. También desarrolló su lenguaje más rápido, yo le decía “lorita tullida” porque habló temprano y caminó tarde, como todo niño hablaba aniñada y yo la corregía, su papá me lo prohibía porque decía que eso era lo lindo de un niño”, afirma.

Para que Aura María compartiera con niños de su edad, su mamá la involucró en muchas actividades, ballet, jazz, natación, piano, guitarra, invitaba a sus amiguitas a la casa y si iba a un paseo, llevaba dos o tres amiguitas.

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