Antes de su matrimonio era instructora de ejercicios en un gimnasio, en ese momento la talla de Silvia Ocampo era cero, después se casó y se dedicó al hogar, siempre mantuvo su peso pero con su segundo hijo, su talla se disparó a 10.
Después de siete años de no ir a un gimnasio, decidió retomar su rutina de ejercicios, actualmente tiene nueve meses de ser constante y disciplinada. Debido a una lesión en su columna, no puede asistir a cualquier gimnasio, entonces decidió ir a Curves, donde las máquinas son adecuadas para su problema.
La clave está en hacer los ejercicios a conciencia, voy a cumplir un año en julio y he perdido 20 libras, bajar rápidamente con recetas milagrosas es un error porque luego puede haber un rebote y aumentar más de lo que perdí, señala.
Cuenta que su alimentación es balanceada pero de vez en cuando peca un poco, ya que su debilidad son los chocolates, lo que hace es disfrutarlo y luego ser muy disciplinada con sus ejercicios.
Asegura que no le gustaba ponerse blusas que dejaban al descubierto sus brazos porque se notaba la flacidez pero actualmente sí lo hace porque sus músculos se han tonificado.
El ejercicio es como una adicción, cuanto más haces, más quieres y cuando por alguna razón fallo un día, me siento mal porque con el ejercicio se bota el estrés y uno es más feliz.
Asegura que no le gustaba tomarse fotos porque no se veía bien y en caso de hacer una foto familiar escondía su cuerpo. Por eso no acompañamos su historia de una foto de su antigua figura. Después de ser súper delgada, pasar a talla grande, es un golpe muy duro para la autoestima.