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Banda de los supremos poderes. (LA PRENSA/ARCHIVO)

Pistas sobre la Vida y Obra del músico nicaragüense, José de la Cruz Mena

1874: Nace José de la Cruz Mena, en la ciudad de León el día 3 de mayo. Sus padres fueron Don Yanuario Mena y Doña Celedonia Ruiz. Comenzó a estudiar música con su padre, de quien aprendió la ejecución del cornetín. Fue asistido por su hermano mayor, Jesús Isidoro, y luego estudió con el maestro […]

1874: Nace José de la Cruz Mena, en la ciudad de León el día 3 de mayo. Sus padres fueron Don Yanuario Mena y Doña Celedonia Ruiz. Comenzó a estudiar música con su padre, de quien aprendió la ejecución del cornetín. Fue asistido por su hermano mayor, Jesús Isidoro, y luego estudió con el maestro director, Alejandro Cousin.

1888: A los 16 años ingresó a la Banda de los Supremos Poderes. Época en que se empiezan a reconocer sus méritos como representante armónico de la cultura de León de fines del siglo XIX y principios del XX.

1890: Viaja a Honduras e ingresa a la Banda Nacional dirigida por Don Adalid Gamero, de este aprendió a ejecutar barítono. Allí compone la danza El Nacatamal. Luego pasa a El Salvador, donde se incorpora a la Banda de los Supremos Poderes bajo la dirección del maestro Dreus y se infecta de lepra. Es cuidado en un hospital en donde obsequia a la Madre Superiora de ese centro unas Avemarías, enviadas posteriormente a España para su ejecución.

1892: Regresa a Nicaragua presintiendo ya su contaminación por la lepra que fue confirmada cuatro años después. Debido a ello, tuvo que aislarse posteriormente en una cabaña en las márgenes del Río Chiquito.

1893: Se dedica a componer música. A los 22 años, con el transcurso de los años, recibieron sus dictados Jerónimo Castellón, Bernardino Turcios, Rubén Galeano, Pantaleón Vanegas y Daniel Cuadra, de quienes el Fondo Histórico Documental de la Música Nicaragüense posee varios manuscritos. De José de la Cruz Mena dicen que usaba como diapasón un trozo de riel que colgaba del techo de su cabaña.

El doctor Edgardo Buitrago, cita en sus libros de investigaciones sobre la obra de José de la Cruz Mena que éste se encerró en sí mismo, dejando transcurrir su existencia al vaivén de una hamaca que colgaba de dos horcones de su rancho. Pero varios jóvenes músicos ofreciéndose para transcribir al pentagrama su inspiración, llegan a visitarlo.

También Buitrago dice que el presidente José Santos Zelaya fue gran admirador suyo. Tras el estreno de la marcha que el músico leonés le dedicó, dispuso lo siguiente: que se le concediera una plaza de sargento para solventar sus necesidades, que se le respetara en su retiro del Río Chiquito y que se le borrara de la lista de leprosos que habrían de transportar a la Isla de Aserradores.

Su hermano Manuel Roldán Mena, autorizó a Don Juan Deshon para que se imprimieran póstumamente en Alemania sus valses Ruinas y Amores de Abraham. José María Vélez, un notable pianista español que hizo de Nicaragua su patria adoptiva, estuvo al cuidado de otra edición de los mismos valses, Bella Margarita, dedicada a Doña Margarita Lacayo Lacayo, Tus Ojos.

1904: Obtiene la fama en septiembre de ese año, durante la celebración de los primeros Juegos Florales de León, ganando el primer premio en música con el vals Ruinas, que fue ejecutado por Doña Margarita Alonso en un solo de piano. Formaron el jurado Don Marcelo Soto, Don Pablo Vega y Raudes y Don Isaías Ulloa. Fue tal la alegría y el entusiasmo que provocó en el público su pieza, que el galardonado —pese a su enfermedad contagiosa— fue llamado al Teatro Municipal para recibir la merecida aclamación: “¡Viva Mena!”, exclamaba repetidamente su pueblo al divisarlo en “el gallinero”, la galería más alta del teatro.

1907: El divino leproso murió en León el 22 de septiembre de ese año, en una soledad amarga, sufriendo los cruentos dolores de la lepra. Los funerales de José de la Cruz Mena revistieron gran solemnidad y el Responso y la Misa Solemne de cuerpo presente se realizaron en la Capilla de la Catedral Metropolitana, acompañados por la Filarmónica dirigida por el maestro Pablo Vega y Raudes. Diez años sufrió la enfermedad, muriendo a la edad de 33 años en 1907, el primer director de sus famosos valses fue Don Marcelo Soto. Ahora, sus restos descansan en una de las gruesas paredes de la Catedral de su León.

Fuente: Edgardo Buitrago, Investigaciones biográficas sobre la vida de José de la Cruz Mena.

La Prensa Literaria

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