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Revista La Patria

Edición reeditada y aparecida a principios del siglo pasado, para conmemorar el centenario del apoteósico retorno de Darío a su tierra natal, esta vez aparece como una joya histórica que conoce sobre la época El Centro Nicaragüense de Escritores ha puesto recientemente en circulación la edición facsimilar de la revista La Patria (números 8 y […]

  • Edición reeditada y aparecida a principios del siglo pasado, para conmemorar el centenario del apoteósico retorno de Darío a su tierra natal, esta vez aparece como una joya histórica que conoce sobre la época

El Centro Nicaragüense de Escritores ha puesto recientemente en circulación la edición facsimilar de la revista La Patria (números 8 y 9, 1907-1908, año XIV, Tomo VI), publicación quincenal de literatura, ciencias y artes, que dirigía el intelectual leonés don Félix Quiñónez (1860-1923), a principios del siglo pasado, para conmemorar el centenario del apoteósico retorno de Darío a su tierra natal (23 de noviembre de 1907 al 3 de abril de 1908).

¿Qué importancia tiene esta edición facsimilar? Primero, porque, desafortunadamente, el centenario del acontecimiento que fue para el país y para su máxima gloria, el reencuentro con su tierra natal, tras casi quince años de ausencia, transcurrió, hasta cierto punto, con la indiferencia de sus actuales compatriotas, no obstante, que Darío le asignó singular importancia y escribió un libro sobre los gratos recuerdos de su histórica visita, cuando tuvo el privilegio de ser profeta en su tierra. El libro resultó en un valioso estudio sobre la historia, cultura y costumbres de su pequeño país de origen. Nos referimos a su obra El Viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical, cuyos capítulos se publicaron como una serie de artículos en el diario La Nación, de Buenos Aires, desde julio de 1908, recogidos luego, en un tomo, por la Biblioteca de Autores Americanos, Madrid, en marzo de 1909, cuando ya había ocurrido la caída del presidente Zelaya, anfitrión oficial de Darío.

La segunda razón que nos movió a acoger la iniciativa del colega académico don Julio Valle Castillo fue por el contenido mismo de este histórico número doble de la revista La Patria. Como bien dice el propio Valle Castillo, en la nota que precede al texto facsimilar de la revista, el contenido de la misma demuestra que “en medio del aislamiento cultural de aquella Nicaragua, se supo recoger en ella tres textos fundamentales de la significación de la obra dariana, es decir, los modernistas nacionales poseían un conocimiento bastante actualizado del quehacer de Darío”.

Los tres textos darianos son: a) el discurso pronunciado por Darío en el Teatro Municipal de León la noche del 22 de diciembre de 1907; b) el poema Retorno, que en la revista aparece con su título original: El Retorno a la Patria, seguido de la siguiente dedicatoria: A la Juventud Intelectual de Nicaragua. Hay, además, una nota del editor Félix Quiñónez: “La presente composición ha sido especialmente corregida y ordenada por el autor para su publicación en La Patria”. Darío introdujo luego algunas variantes al texto del poema y lo incorporó a Intermezzo Tropical con el título Retorno, que es el definitivo; y c) El texto de Dilucidaciones, que Darío usó como Proemio de su libro El Canto Errante, libro publicado por Darío en 1907 con la intención de distribuir ejemplares del mismo entre sus amigos nicaragüenses. Con mucho acierto, el director de la revista La Patria reprodujo en el número doble que estamos reseñando, el texto Dilucidaciones, haciendo ver que dicho texto era la última palabra del poeta sobre su estética literaria.

Como se recordará, este texto originalmente fue un extenso artículo que Rubén escribió para Los Lunes de El Imperial, de Madrid, en respuesta a la invitación que se le hiciera para exponer sus ideas con relación al arte y la literatura. Según don Edelberto Torres Dilucidaciones representa el “credo poético” de Darío, “la definición de su actitud y su misión”. Y así lo percibieron los escritores leoneses que recibieron a Rubén en 1907. Además, la revista La Patria reproduce, de El Canto Errante, los poemas siguientes: Momotombo, Desde la Pampa, Revelación y Eco y Yo.

Hay varios conceptos importantes en el memorable discurso de Darío, leído con voz casi inaudible, en la velada en su honor del 22 de diciembre de 1907. El poeta, además de cumplir con los compromisos protocolarios, los agradecimientos de rigor y aludir a los principales intelectuales amigos suyos, que tan espléndidamente lo habían agasajado y que, dicho sea de paso, tuvieron buen cuidado de mandar mensajes y razones a Darío para que no se olvidara de ellos en su discurso, creyó oportuno narrar brevemente su vida de navegante, fiel a la divisa “Navegar es necesario, vivir no es necesario”, y recordar los países donde vivió: Chile, “combatiente y práctico”; Argentina, “cuyos progresos asombran al mundo, tierra que fue para mí maternal”; España, la “Patria madre”; y Francia “La Patria universal”.

En su discurso, Rubén se compara con el griego Ulises, pero aclara, que su “Penélope es esta Patria que, si teje y desteje la tela de su porvenir, es solamente en espera del instante en que pueda bordar en ella una palabra de engrandecimiento, un ensalmo que será pronunciado para que las puertas de un futuro glorioso den paso al triunfo nacional y definitivo”.

Darío, que se siente entre hermanos compatriotas, tras afirmar que “existe un florecimiento que toda la juventud de la cara, grande y querida España como de toda nuestra América, me atribuye”. Y agrega: “Voy por primera vez a decir la verdad de esta circunstancia: “Yo vine en un momento en que era precisa mi intervención en el porvenir del pensamiento español en América. Yo soy un instrumento del Supremo Destino; y bien pudo nacer en Madrid, Corte de los Alfonsos; en Buenos Aires, tierra de Mitre; en Bogotá, en Caracas, el que nació en la humilde Metapa nicaragüense”.

La influencia de la ciudad de León, del ambiente familiar en la casa de la tía Bernarda, las tertulias de políticos e intelectuales, que se reunían por las noches en la sala de la esquina de la casona, todo este ambiente tuvo una influencia decisiva en la formación de la personalidad del niño Rubén, sus creencias cristianas y sus valores. Esta benéfica y decidida influencia ha sido analizada por el doctor Edgardo Buitrago en su excelente ensayo “La Casa de Rubén Darío. Influencia del medio en el poeta durante su infancia”. También Mariano Fiallos Gil, en su libro León de Nicaragua, Campanario de Rubén, advirtió esa influencia: “¡El cerco de campanarios leoneses!”, que según don Mariano, siempre sujetó a Rubén, aún en los momentos cuando “quiso desprenderse de su sonido al son del sistro y del tambor”. Fue en ese León de Nicaragua, “seminarista y universitario, conventual y caballeresco”, donde su alma se abrió a la rosa de los vientos de la poesía.

La revista, cuya edición facsimilar fue presentada en el Museo Archivo Rubén Darío, en la ciudad de León el día 5 de febrero, en ocasión de la clausura de las Jornadas Darianas de este año, incluye un ensayo de su director, Félix Quiñónez sobre El Canto Errante. Escribe Quiñónez, con muy buena percepción literaria: “Son ya las rosas rojas y los frutos que maduran, los que ahora se presentan.

La Prensa Literaria

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