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Francisco de Asís FernándezLA PRENSA/U. MOLINA

“Granada me enseñó poesía”

El poeta Francisco de Asís Fernández fue condecorado como Hijo Dilecto de la ciudad de Granada, por su permanente reconocimiento a la ciudad en su labor poética “Creo que Granada y mi padre me enseñaron a escribir la poesía”, confiesa Francisco de Asís Fernández, recién laureado Hijo Dilecto de La Gran Sultana. Tiene 10 libros […]

  • El poeta Francisco de Asís Fernández fue condecorado como Hijo Dilecto de la ciudad de Granada, por su permanente reconocimiento a la ciudad en su labor poética

“Creo que Granada y mi padre me enseñaron a escribir la poesía”, confiesa Francisco de Asís Fernández, recién laureado Hijo Dilecto de La Gran Sultana. Tiene 10 libros de poesía, amatoria urbana, poetas y ancestros, revoluciones y paisajes nicaragüenses.

Para el poeta Álvaro Urtecho el ars poética de “Chichí” — como cariñosamente se le llama— es una declaración de amor constante, del gozo por la vida, de glorificación de la carne y sus arcanos recónditos, es toda una epifanía de la materia y su memoria, con visión de lo sacro, profano, y exaltación del amor y la muerte.

En tanto para Gioconda Belli, quien prologa su último libro Orquídeas salvajes, sus versos son extraordinarios destellos que cantan al amor, la vida bien vivida del autor, y lo esencial del ser poeta, que nos hace vulnerables, mortales y asimismo eternos.

De su biografía nació un 3 de mayo de 1945, bajo el sol de San José, Costa Rica, abrigado con la Bandera de Nicaragua por Sor María Romero.

Trasladado a Granada fue creciendo entre los poetas mayores de la Vanguardia, el cual retrató en su poema Cuando mi papá nos sacó del paraíso. En él habla de sus antecesores, y del círculo de poetas que visitaban la casa de su padre Quico Fernández, también poeta, dibujante y promotor de interminables tertulias “capitaneadas” por él y Fernando Silva. Fue ésta la década de los años sesenta, cuando Granada fue agitada con un nuevo grupo, El estandarte de los filibusteros, al cual perteneció Chichí.

Desde entonces su pasión, a la fecha, lo ha llevado a publicar su inagotable poesía que despuntó con: a Principio de cuentas (1968), editorial Finisterre, ilustrado por el grabador mexicano José Luis Cuevas; y siguió con la poesía comprometida de La sangre constante (1974), de Ediciones Hacia la Conciencia Revolucionaria, CUUN, León; Antología de la poesía política nicaragüense (1979), editada por la Universidad Nacional Autónoma de México; y su poética vivencial, reflexiva, e intimista, En el cambio de las estaciones (1981), Pasión en la memoria (1986), Friso de la poesía, el amor y la muerte (1997); Árbol de la vida (1998), Celebración de la inocencia, (poesía reunida desde 1962-2000); Espejo del artista (2005), Orquídeas salvajes (2007, editorial Visor; y Granada: Infierno y cielo de mi imaginación (2008), publicado por editorial Amerrisque en ocasión que Granada lo declarara su Hijo Dilecto; en este libro se encuentra reunida poesía sobre su ciudad, y sus gentes, uno de sus constantes grandes.

¿En qué entorno inicia su vocación poética?

Mi padre me enseñó que Granada podría ser, y es, un gran motivo de mi poesía; toda mi niñez estuvo relacionada con la poesía, porque mi padre, además de poeta, tenía una relación muy estrecha y entrañable con todos los poetas que en ese momento estaban haciendo la propuesta estética de Nicaragua.

Estamos hablando de Pablo Antonio Cuadra, José Coronel Urtecho, Ernesto Mejía Sánchez, Carlos Martínez, Fernando Silva, Carlos Bravo. Con toda esta poetada conviví en mi niñez, y siempre me atraía su poesía, compartida en mi casa, con mi padre. Ellos me enseñaron que la poesía era la gran virtud de la palabra, que tenía que ver con la libertad, solidaridad humana. Y que escribir poesía era ir hacia dentro de uno mismo, y sacar como un minero tus aspiraciones, el testimonio de tu vida y su relación de belleza con el mundo.

¿Esa relación esté en su Principio de cuentas?

Sí. Por razones familiares viajé a México, ahí seguí escribiendo poesía, y en algún momento Ernesto Mejía Sánchez, con quien cultivé una extraordinaria amistad asumió la publicación ilustrada por José Luis Cuevas, y editada por Finisterre. Me siento orgulloso de este primer libro, por su cuido, recato y alegría, fue un poemario breve que dice mucho como poesía juvenil. Beltrán Morales escribió de él y lo incluyó en su libro Páginas amarillas.

¿A este primer poemario le siguieron La sangre constante, Friso, y Orquídeas salvajes?

A la fecha llevo diez libros publicados… y me siento muy contento porque la publicación de Orquídeas salvajes que editó Colección Visor de Poesía, de España; que es ciertamente la mejor editorial de poesía de habla española. Ahora para este homenaje que me realizó mi ciudad, Melvin Wallace, me obsequió la edición especial, Granada: Infierno y cielo de mi imaginación.

¿Cómo ve su poesía en el tiempo?

Comencé a publicar en 1962. Hicimos un grupo literario en Granada, que se llamó Estandarte de bandoleros; nos reuníamos Jorge Eduardo Arellano, el poeta carpintero, Horacio Duarte, y otros amigos que llegaban a las tertulias. Mi papá y Fernando Silva eran los “capitanes” del entusiasmo que nos trasmitían por la poesía. Para mí esta experiencia juvenil fue muy rica en compartir lecturas, y ejercicios de escrituras. Para mí la poesía son criaturas verbales, se hace con palabras, con riqueza, suntuosidad, precisión y firmeza, esto tiene que ver con la buena poesía.

“RECETAS, ESCRIBIR UN POEMA”

Por ello, en algún momento de mi vida hice algunas reflexiones, sobre ¿cuáles son mis “recetas de cocina” para escribir un poema?, ¿qué significa?, ¿y cuáles son los ingredientes que le querés transmitir a la gente? Pensando que la poesía no debe ser un instrumento, y negando lo que en algún momento pensé cuando era una persona obcecada en la política, ahora pienso que la poesía no debe de ser un instrumento para nada.

Entonces la primera receta que aparece en el libro Espejo del artista.

Receta de cocina

(a Sergio Ramírez)

La gratuidad de la poesía, en vez de la poesía como instrumento.

La poesía debe ser producto del matrimonio entre la sensibilidad, la imaginación y la cultura.

La voluptuosidad de los sentidos en el reconocimiento de la pureza y de la impureza.

La poesía, como el amor, es el banquete de los sentidos.

La magia de la transformación de los pecados capitales en virtudes teologales.

La armonía entre la lírica del espíritu y las bajezas del alma, en el mundo natural y antinatural que comunica a los sueños con la razón.

En el Universo de la poesía viven los ángeles y demonios, y todos ellos deben expresarse.

El lenguaje de la poesía debe contener la riqueza y la complejidad del cielo y del infierno.

El don de la vida en la poesía se da por el don de la palabra.

En la poesía, los sueños son mensajes secretos entre el alma y la razón.

La sensualidad de la palabra es para el poeta lo que el cuerpo de la amante es para el amante.

El lenguaje de la poesía debe tener la agresividad y la armonía de la naturaleza.

En la poesía, el dolor del alma siempre es una criatura verbal del orgullo de la razón.

Un capítulo más de su poesía: la Poesía política nicaragüense, escrita en los años setenta como una crítica a la dictadura somocista.

Estaba en el exilio, en ese entonces, y me parecía era importante la divulgación y la promoción de los valores fundamentales de la revolución nicaragüense, en ese entonces era militante del Frente Sandinista, hice la antología, no ideológica sino política, se arranca con Darío y termina con los últimos poetas de antes de 1979, y fue editada por la Universidad de México. Y en Nicaragua, después el Ministerio de Cultura hizo una edición de 15 mil ejemplares. Alguna de esta poesía la encontrabas pintada en las paredes de las casas. Hay una anécdota que aprecio, una vez el comandante guerrillero Mauricio Valenzuela “embuzonó” mi poesía para conservarla, porque le parecía valiosa, una de ellas fue el libro La sangre constante, éste fue un homenaje muy especial de un militante de la revolución. Este libro, La sangre constante, es de Poesía política, y fue publicado por el grupo universitario del CUUN, de León, ante de partir al exilio en 1974.

¿Ha incursionado en la narrativa?

Estaba en España en 1964, cuando escribí La canción del espacio, como el título de un poema de Alfonso Cortés. Una parte de ella se publicó en una revista de la UCA, esta prosa fue escrita a manera de ejercicio. Tal vez desde entonces me siento muy cómodo con la poesía y no tengo la disciplina del escritor, no quiere decir que la poesía no tenga disciplina, no tomo nota como Carlos Martínez, para hacer su poesía, yo la voy acumulando como una especie de acumulación de fuerza en el silencio, entonces se produce el poema.

Muchos sostienen que la poética viene menguando y que los espacios son más para los novelistas, ¿cómo la ve?

Creo que la poesía viene recogiendo sus naves. Hay que tomar en cuenta que está escribiendo gente joven, y continúa haciéndolo gente muy vieja. Por ejemplo: tenemos vivos a Ernesto Cardenal y Fernando Silva, y hace no mucho teníamos vivo a Carlos Martínez, Coronel Urtecho, Ernesto Mejía Sánchez. Entonces no podemos decir que una generación hace desaparecer a otra. Cada generación hace sus aproximaciones o sus propuestas estéticas novedosas, individualmente o en grupos. Ahora creo, el hecho de que tengamos el Festival de Poesía de Granada, te da una medida de la valoración de la poesía, que ha logrado posicionar a Nicaragua como una gran puerta cultural del mundo.

¿Qué significado tiene el reconocimiento de Hijo Dilecto de Granada?

Este reconocimiento que se me hace es la aceptación de Granada de mi inmenso amor que le tengo, y que es un reconocimiento a la Junta Directiva al Festival Poesía de Granada, que ha trabajado para hacer de esta bella ciudad la Capital de la Poesía del Mundo.

La Prensa Literaria

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