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Un anhelo alcanzado

Ser madre era su anhelo.Un anhelo difícil de alcanzar. Lohanna Argüello sufre de poliquistosis ovárica, la cual provoca —entre otras condiciones— ovulaciones anormales. Así que embarazarse es todo un reto cargado de desgaste físico y emocional. “Lo físico no importa, pero el tema emocional es lo que más afecta, porque cada mes tenés un pico […]

Ser madre era su anhelo.Un anhelo difícil de alcanzar. Lohanna Argüello sufre de poliquistosis ovárica, la cual provoca —entre otras condiciones— ovulaciones anormales. Así que embarazarse es todo un reto cargado de desgaste físico y emocional.

“Lo físico no importa, pero el tema emocional es lo que más afecta, porque cada mes tenés un pico de esperanza, y pensás ‘tal vez este mes sí será’, pero luego te viene la menstruación, y se siente como si jugaran con tus sentimientos”, cuenta.

“Todo eso te va creando inseguridades, pensamientos como: ‘fracasé como mujer, no pude darle un hogar a mi esposo, este matrimonio se va a venir abajo’, entonces se te va olvidando que Dios existe”.

Después de pasar todo el 2004 en tratamientos y realizarse una laparoscopia el 8 de enero del 2005, Lohanna decidió “divorciarse” de los médicos. Una mañana, después de realizada la operación, menstruó. Un mundo de ilusiones se vino abajo. Recuerda que ese día, mientras manejaba hacia el trabajo lloraba sin parar y pensaba “ese fue mi último intento”.

Entonces ocurrió algo que la marcó. Justo cuando pasaba por la rotonda de la Virgen, en Managua, su esposo, Arnulfo Somarriba, la llamó al celular y le dijo: “¿Te bajó la regla, verdad?”, ella contestó que sí. Él continuó: “Quiero que me escuchés y quiero que me escuchés bien. Quiero que vos sepás que si un hijo me viene a robar la alegría que yo tengo con vos en mi casa, yo no quiero un hijo, porque vos sos la alegría de esa casa, vos sos la persona que hace bulla, sos la persona que nos llena de alegría a todos y si esa persona a mí se me va a ir por un hijo, entonces yo no quiero un hijo, porque al final del día somos vos y yo, los hijos se van”.

Lohanna cuenta que las palabras de su esposo apaciguaron su inseguridad. Ella temía que su marido no fuera feliz si ella no le daba un hijo. “Entonces después de escucharlo pensé: ‘este matrimonio está más sólido que nunca’”.

Lohanna renunció a su trabajo de ese entonces, ya que los médicos le orientaron que debía estar libre de estrés. “Diosito tocó mi corazón y dejé de sentir zozobra”, dice.

A principios del 2007, su esposo la invitó a retomar la asistencia médica. Recuerda que en una misa del Santísimo le dijo a Dios: “Yo no quiero que mi hijo se implante en mi vientre por un in vitro, pero si es tu santísima voluntad, guía mi camino”.

Llegó donde el médico para iniciar el tratamiento y le orientaron sobre las pastillas que debía tomar, pero el médico le advirtió que antes debía hacerse una prueba de embarazo. Confiesa que se hizo la prueba “por no dejar”, porque estaba segura de que no estaba embarazada. Pero era positiva. La alegría duró poco. La progesterona estaba baja y a las cinco semanas perdió el embarazo.

Esperaron seis meses para intentar de nuevo. En enero de este año regresó al médico. Al revisarla el doctor le dijo: “Veo algo raro, el endometrio está muy grueso. Pueden ser dos cosas, que te va a bajar la menstruación o que estás embarazada”.

Al día siguiente se hizo la prueba de embarazo en casa y no esperó el resultado, la tiró a la basura, tenía prisa por llegar al trabajo y estaba segura de que era negativa. Por fortuna su esposo se quedó con la duda, esa noche buscó en la basura la prueba y descubrió que era positiva. “Después de lo que había pasado antes, no me hice muchas ilusiones”, dice. Pero esta vez la progesterona estaba bien.

“El jueves antes de ir a escuchar el corazón del bebé, fuimos al Santísimo, yo empecé a orar: ‘Señor, yo no quiero darme cuenta mañana que mi bebé viene bien, quiero que hoy me digas que mañana voy a oír su corazón, y si es así, que canten una canción que tienen tiempo de no cantar en el (Hogar) Zacarías (Guerra), que canten Levanto mis manos’”. Y empezaron las voces a entonar la canción.

“Parte de contar esta historia es por reconocerle un mérito, decirle a Dios: Yo te debo mi hijo a Vos, tengo que reconocerte todos los días, y la mejor manera de hacerlo es tratar de ser una mejor persona”.

Su bebé está programado para nacer en octubre. Se llamará Juan Pablo, en honor a Juan Pablo II.

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