No habías completado
los nueve días de duelo
de tu último naufragio,
precipitado te lanzaste
a la mar abierta.
Nuevas conquistas
avizorabas en el horizonte.
Abriste nuevos surcos.
Alegre cazabas mariposas.
Tu jardín de rosas florecía.
Coleccionabas plantas exóticas.
Pajaritas de diversos plumajes
se asomaban por las noches
en tu balcón libertino.
Una ninfa encendida y caprichosa
puso fin a tus andanzas.
Como diestra enredadera
trepó sobre tus piernas,
escaló hacia tus pechos
estrujándote el corazón.
No contenta todavía
se enrolló en tu garganta
cortando de un tajo
tus ansias de vuelo.
Este infierno duró más
que los días de luto que guardaste
dejando abandonada a tu pareja
en el puerto de los desamparados.