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Máscaras y paisajes, acrílico, 2008. Gilberto Rodolfo.LA PRENSA/U. MOLINA

Gil Ro y la multiplicación de los ojos

Un acercamiento a la pintura de Gilberto Rodolfo, el descubrimiento de un mundo iluminado por el arte y su colorido expuesto con imágenes que enloquecen Todo creador aspira a fundar su propio mundo y aunque al inicio es presa de la influencia de sus predecesores, busca cómo labrarse su camino para poder asentarse como un […]

  • Un acercamiento a la pintura de Gilberto Rodolfo, el descubrimiento de un mundo iluminado por el arte y su colorido expuesto con imágenes que enloquecen

Todo creador aspira a fundar su propio mundo y aunque al inicio es presa de la influencia de sus predecesores, busca cómo labrarse su camino para poder asentarse como un nuevo poseso, a quienes sus críticos y seguidores deberán reconocerle luz propia. La imitación servil deberá ser breve y aunque persistan algunos elementos pictóricos de sus mayores, pasados por su criba son transformados en una nueva forma de expresión artística. Si no da este paso será uno más sepultado entre los escombros y el olvido. Gilberto Rodolfo, mejor conocido en el mundo artístico como Gil Ro, ha tenido que persistir hasta fijar con lozanía su propio sello entre los artistas nacionales. Lo ha hecho con tesón y fuera de todas las corrientes de la pintura nacional, una de las más altas exponentes en el ámbito centroamericano.

El niño de Dolores, Carazo, iniciará su itinerario dibujando venados, gallinas, pollos y cerdos. Temeroso de morir asfixiado vendrá a Managua en busca de nuevos aires que sacien sus ansias y aspiraciones; falto de pan buscará el sustento como dibujante publicitario, obtendrá como recompensa una pequeña paga para vivir y nutrir sus sueños de artista. Será en México, donde se graduará en administración publicitaria y recibirá el baño inevitable de la pintura mexicana. Su quehacer como artista, abierto a otros horizontes, jamás se apartará de su Nicaragua natal. Salió para nutrirse nunca para falsificarse.

El pintor retendrá en sus pupilas las imágenes que le acompañaron durante su niñez. Decantado su estilo dará rienda suelta a sus fantasmas. Con una formación literaria clásica, el positivismo no mutilará sus sensaciones y emociones, más bien éstas se manifestarán en estado puro. Los fantasmas más persistentes saldrán a la superficie para que no sigan atormentando su espíritu. Venados y peces brotarán en cada uno de sus dibujos y aparecerán acompañando a reyes y reinas, obispos y clérigos. Su técnica pictórica repleta de figuras estilizadas, alargadas, con oquedades, trenzadas y casi superpuestas, revelan una depuración absoluta de su estilo inconfundible. En este mundo místico y mítico, hay una erótica que incita y excita: mujeres embarazadas, tetas inmensas, largas cabelleras y nalgas insinuadas.

Pero lo más sobresaliente en cada una de sus creaciones, lo más llamativo será la multiplicación de ojos que manifiestan los diferentes estados de ánimos de cada una de sus criaturas. Ojos grandes, siniestros, opacos, torcidos, tristes, alegres, indiferentes, pícaros, vivaces, palpitantes. Los ojos persisten en sus óleos y en sus acrílicos sobre tela. ¿No serán acaso sus propios ojos? Me atrevería a decir que sí. Ojos revelados y ojos que revelan, una sola manera de ver el mundo. El ojo que ve desde el fondo de su sensibilidad se apasiona. Multiplicará los rostros para testimoniar el afecto especial que dispensa a los ojos. Oscilará entre los ojos escrutadores de sus criaturas y sus bocas abiertas expresando angustias y dolores.

Los ojos que observan el universo y miran hacia nosotros, expresan de manera explícita su aguda cosmovisión: los ojos en sí mismos constituyen todo un universo, espejos del alma, ponen de manifiesto que no sólo aspira a que veamos sus creaciones, ¿será que Gil Ro al multiplicar los ojos aspira a que podamos ver mejor la miseria, el desencanto, la pérdida de la inocencia, la violación, el desamparo y la soledad en esta tierra nuestra? No me cabe la menor duda. Su fijación por los ojos me recuerda las obsesiones que Oswaldo Guayasamín tenía igualmente por los ojos. ¡Ojos que ven y un corazón que siente y palpita en cada uno de sus cuadros! Inquisitivos invitan a mirar el mundo de una manera diferente. Ésta es su mayor apuesta. No hay autocomplacencia alguna.

Pese a que Gil Ro nunca ha formado parte de ninguna cofradía, ha labrado su propio espacio en la pintura nacional y con sus mejores aciertos, busca cómo abrirse paso hacia las multitudes, aunque éstas prefieran en la era audiovisual contentarse viendo el chorro de imágenes que salen de la pantalla del televisor. No por eso los creadores deben desanimarse y descorazonarse, mucho menos Gil Ro, que además de pintor, es poeta y cantautor, por lo que dispone de diversos canales de comunicación a través de los cuales de seguro tiende un hilo de comunicación permanente, con quienes se deleitan con sus creaciones más allá de toda pretensión vacua y enajenante. Su pintura reafirma, que sin abandonar el esteticismo, todo creador avezado puede mostrar los sufrimientos y desasosiegos del género humano.

Gil Ro vive para pintar, jamás ha vivido de la pintura y con eso al poeta le sobra y basta. ¡Para disfrutarle hay que tener bien abiertos los ojos!

La Prensa Literaria

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