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Julio Cortázar.LA PRENSA/EFE

Juego con el destino

Comentario a la novela Rayuela de Julio Cortázar Julio Cortázar se propuso describir (en gradación), en la génesis de Rayuela los encuentros románticos de una pareja, bohemia, guiados por las bondades del destino. El nacimiento de Rayuela en 1963 revolucionó la novelística en lengua castellana. La originalidad del argumento, la transgresión y superación de modelos […]

  • Comentario a la novela Rayuela de Julio Cortázar

Julio Cortázar se propuso describir (en gradación), en la génesis de Rayuela los encuentros románticos de una pareja, bohemia, guiados por las bondades del destino.

El nacimiento de Rayuela en 1963 revolucionó la novelística en lengua castellana. La originalidad del argumento, la transgresión y superación de modelos tradicionales en el campo de este género fueron la dinamita que coadyuvó al bum de la novela latinoamericana.

Cortázar, quien en cierta ocasión dijo: “Soy un latinoamericano que lo quiso leer todo, saber todo”, tuvo participación importante en los hechos que resaltan en la historia de Latinoamérica. Gabriel García Márquez escribió: “Vi a Julio Cortázar enfrentando a una muchedumbre en un parque de Managua (Nicaragua), sin más armas que su voz hermosa y un cuento suyo de los más difíciles: La noche de Mantequilla Nápoles”.

La obra de este literato, concebida en Europa, además de impactar en el mundo literario influyó y sigue influyendo en todas las personas que encuentran en la literatura posibilidades y motivos para reivindicar la condición del ser humano en tiempos en el que aún se escucha el sonido de las armas.

Sin más preámbulo, a continuación comentaremos el primer párrafo de Rayuela:

Apartado a) ¿Encontraría a la Maga?

La pregunta, que ocupa la primera línea de la novela, resalta en el ánimo de uno de los protagonistas, dos características: la duda y la intuición, prevaleciendo la segunda. Más que una pregunta, consiste en una afirmación.

Se trata de una afirmación retórica puesta por Cortázar en la boca del personaje, esto es, de la presentación de una afirmación vehemente en forma de pregunta (p. ej., ¿No fue Julio Cortázar un gran escritor latinoamericano cuya obra floreció y evolucionó en París?).

Hay un deseo de encontrarse con Maga, expresado en un diálogo consigo mismo (secreto y en complicidad con la intuición); éste inicia con una duda y termina con una certeza. El protagonista estaba convencido que encontraría a su “amiga”. Absolutamente convencido.

Apartado b) Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.

Claro testimonio de cómo la intuición, siempre, había guiado y satisfecho el deseo del personaje de encontrarse con Maga.

Un esfuerzo mínimo, físicamente, había sido suficiente para tener contacto con ella. La cita estaba precedida por una especie de ritual profano fundado en el amor y no amor que, en su conjunto, constituye un cuadro en movimiento (vivo y verosímil) perfecto cuya figura principal es Maga, dulce y delicada adornada por la belleza natural y arquitectónica de Francia (rue de Seine, arco que da al Ouai de Conti, río, Pont des Arts, etc.).

El acercamiento silencioso, lento y espontáneo de ellos adquiere una connotación erótica y, hasta, surrealista. Incita y persuade al lector, desde un primer momento, a no intentar explicar con y desde la razón la novela, sino, a vivir con pasión la obra literaria desde y por las emociones íntimas del ser humano. Lo invita a ser testigo activo de la conspiración amorosa, y hasta cierto punto, cómplice de conductas eróticas permisibles en la literatura.

Apartado c) Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas.

Explica cómo los encuentros, habituales de los amigos, aparentaban ser casuales. Sin embargo, en el fondo, cada uno era consciente de lo contrario.

Él y Maga sabían que sus corazones eran atraídos. Sabían que el destino era el imán que unía sus seres, físicos y espirituales. Un ser, una fuerza o un objeto desconocido por ellos, es el creador de los momentos, las circunstancias y los espacios. Se trata de un mensaje sin palabras enviado por ambos, desde su intimidad, que encuentra rápida y perfecta respuesta. Sin tensiones o preocupaciones innecesarias, la unión y la no unión fluye como el agua en la fuente.

Confianza y seguridad, incapaz de explicarse con el racionamiento frío del docto (intelectualismo), rodea al amor y no amor de los amigos (Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas).

Apartado d) Y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentrífico.

El final del primer párrafo de la novela resalta que hay personas que todo lo planean. La certeza, únicamente, encuentra su fundamento en una guía elaborada anticipadamente (abecedario o manual de vida). Planearlo todo, esconde, realmente, “inseguridades”.

La idea final describe que hay dos tipos de personas, las que viven con la orientación de las intuiciones (su vida es un viaje divertido que tiene sólo un mapa: el destino), y las que viven planeando cada paso (incluso la personalidad de éstas son expresión de un plan “propio” o “ajeno”). Las acciones de éstas responden a situaciones pensadas y calculadas con anterioridad.

Aunque no se dice expresamente en la génesis de la novela, el segundo tipo de personas, desde la perspectiva del escritor, son incapaces de construir momentos y experiencias perfectas, únicas. Tres rasgos lingüísticos destacan esta idea: “Gente que se da citas precisas”, “gente que necesita papel rayado para escribirse” o “gente que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico”.

La génesis de Rayuela demuestra una intención estética del escritor, parece que se está ante una pintura, oscura, intensa y seductora. Describe muy bien y con mucho gusto la relación de amigos-amantes-aprendices-maestros que se funda en el destino; que encuentra, de forma divertida en la intuición, el medio para fortalecer esperanzas y construir certezas. La nota de intuición, fundamental en el texto, se comunica por rasgos gramaticales muy variados (ideas cortas y profundas).

Julio Cortázar, en su novela Rayuela, logra atrapar al lector desde un inicio y hace recordar el pensamiento de Stendhal: “En París el amor es una creación de las novelas”. Además, con actitud lúdica, continúa seduciendo, con el juego de muchachos que se da con un pie, a tener contacto con las intuiciones y los célebres cronopios, a mi modesto parecer, hijos del destino.

La Prensa Literaria

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