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Rubén Darío. Obra de Orontes Orozco, elaborada con tapas de gaseosa.LA PRENSA/CORTESÍA

El Canto Errante

Artistas interpretan la obra del poeta Rubén Darío He prometido dedicar la Trienal de Arte 2007-2009 a Rubén Darío, poeta de América, y en particular a la conmemoración de los cien años de la publicación por vez primera de El Canto Errante en 1907 en España. Precisamente esta Trienal se titula El Canto Errante. En […]

  • Artistas interpretan la obra del poeta Rubén Darío

He prometido dedicar la Trienal de Arte 2007-2009 a Rubén Darío, poeta de América, y en particular a la conmemoración de los cien años de la publicación por vez primera de El Canto Errante en 1907 en España.

Precisamente esta Trienal se titula El Canto Errante. En su conjunto se celebrarán seis actos, siendo el actual el Acto IV.

En los tres primeros se han publicado obras literarias en sus diferentes géneros y exposiciones personales de artistas plásticos.

En esta ocasión los artistas invitados y que han aceptado gustosos en participar y dedicar con sus obras un homenaje hermoso, sincero y trascendente a nuestro gran poeta.

Los artistas participantes son Orlando Sobalvarro, David Ocón, Elvin Arróliga, Aparicio Arthola y Orontes Orozco. A ellos me uno en este acto colectivo.

Si bien Rubén Darío alcanzó la fama desde muy temprano con sus obras Azul y Cantos de Vida y Esperanza, siendo reconocido como el renovador de la lengua castellana y el innovador poético mereciendo ser considerado como el iniciador del modernismo. Aún así en su obra El Canto Errante, que abarca un arco de tiempo muy amplio, veinte años desde 1886 hasta 1906, encontramos poemas célebres y memorables, como Salutación al águila, Momotombo y Epístola a Madame Lugones, poema angustioso que muestra también profunda postración y un desgaste físico y psíquico prematuro.

ORONTES OROZCO

Cuando finalicé el retrato de Darío con los tapones de plástico insinuando el traje de embajador ante Su Majestad el Rey de España, pensé en llamarlo Embajador, pero Darío dice en uno de sus poemas “yo soy cónsul como Stendhal”, me pareció mejor llamarlo así.

Mas cuando pienso que lo conocemos como el Príncipe de las Letras Castellana eso me sonaba mejor, pero al final pensando en su Metempsicosis decidí por llamarlo Rey, que es lo que debe haber sido en esa vida pasada.

APARICIO ARTHOLA

En aquel momento cuando tuvo que encontrarse con el nomo de los ríos de cabello pelirrojo, chaparro, con camisa celeste y chinelas de cuero, el cantor estremeció.

Pensó que le iba a pedir algo, pero no, el nomo estaba viendo al pájaro amarillo que le ensució la espalda, y al ver al cantor dijo: “¡Hola amor! ¡hola cariño!”

ORLANDO SOBALVARRO

Invitado a pintar poemas de Darío por Galería El Águila en conmemoración a cien años de publicado El Canto Errante. Para mí Rubén Darío es el hombre tocado por Dios, un profeta que va cantando en el tiempo del firmamento divino, dejándonos ver y sentir lo visible e invisible de la naturaleza y la vida, predicándonos la perfección de sus colores y la esplendorosa fuerza de sus formas, las angustias y alegrías de la vida. Su canto vuela por el mundo en alas de águilas y pájaros que surcan el cielo y la tierra, en ojos de búhos, garras de leones y aguas transparentes que corren por el bosque sagrado y misterioso que iluminan el sol y la luna.

De El Canto Errante, pinté el Momotombo, Salutación al águila, Desde la pampa, hermosos poemas que han revivido en mí, profundos recuerdos y visualizo en ellos colores y formas de la montaña sagrada de la mina del Jabalí donde nací, frente a la cordillera de Amerrisque, paisaje indescriptible creado por Dios y cantado por Rubén Darío.

ELVIN ARRÓLIGA

Quisiera esparcir por el mundo las bellas formas y colores que definen lo que siento, inspirado en el entorno en que vivo. Los paisajes de Nicaragua, como la isla de Ometepe donde se destacan las estatuas que en uno de mis cuadros reflejo alguna de ellas, identificándolo con uno de los poemas de El Canto Errante, “Tutecotzimí”. En este cuadro el verde es sinónimo de los bosques nicaragüenses, el rojo la vida, el amarillo el día y el azul, la noche.

También los símbolos que se ven a través de todo el cuadro, representan fragmentos de la cerámica de Nicoya y Guanacaste, con motivos del jaguar y la serpiente emplumada.

Trato de expresar un mismo tema en los demás cuadros con motivos indígenas, su colorida cultura y belleza.

Me siento satisfecho con esta muestra pictórica inspirada en El Canto Errante donde termino involucrado con el más grande poeta que viaja por el mundo real y soñado, refugiándose en el arte que es el que vence el espacio y el tiempo.

DAVID OCÓN

No es subir al Barco Ebrio de Rimbaud aunque la nave dariana navegue plurirrumbos bogando por diversas formas de expresión, temas, inquietudes y certezas pues en la pluralidad del canto destacan la libertad, su manera de fluir apartando moldes, por ello fiel a su espíritu des atado no traté de ilustrarlo, antes bien quise contraponer a lo “errabundo” una constante, la dariana obsesión por la carne y además no la “celeste” sublimada como el firmamento del placer terreno, sino la carne del martirio, sacrificada por su negativa al sometimiento, por decir no al poder. Dualidad del ser y capacidad de elección, semilla que arde para germinar. Opciones: resurrección, vida nutriendo la triple raíz de Rubén: helénica, latina y cristiana.

Con estas imágenes motivadas por las bellas frases de Marguerite Yourcenar, celebramos a nuestro poeta: “La carne misma, ese instrumento de músculos, sangre y epidermis, esa nube roja cuyo relámpago es el alma”.

La Prensa Literaria

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