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Periodista de exilios

Una visión del quehacer de Mario Benedetti como articulista y periodista a favor de la libertad de creación y pensamiento “Nunca supe de una revolución hecha con un soneto, con una obra de teatro. Ni se derrocó ninguna dictadura con un cuento. Los intelectuales participan en los movimientos, pero no pueden cambiar la vida. El […]

  • Una visión del quehacer de Mario Benedetti como articulista y periodista a favor de la libertad de creación y pensamiento

“Nunca supe de una revolución hecha con un soneto, con una obra de teatro. Ni se derrocó ninguna dictadura con un cuento. Los intelectuales participan en los movimientos, pero no pueden cambiar la vida. El poder siempre desprecia al intelectual y lo considera peligroso”, declaró hace más de una década el escritor uruguayano, entrevistado por la periodista Marcia Carmo, para el Jornal do Brasil.

Dicha entrevista hecha en 1997 fue titulada “La dictadura nos dejó un legado de mezquindad”; y fue dada previa a la presentación de su libro Gracias al fuego; texto crítico que cuestiona la crisis moral, corrupción, violencia y conformismo, que se interpola con las sociedades contemporáneas autoritarias, sean éstas de derecha o de izquierda. En esta ocasión Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia (Mario Benedetti, 1920), una vez más se había convertido en protagonista de su pensamiento y lucha social: divisa de su periodismo activo y militante.

Para Benedetti, quien ha publicado más de 40 títulos, entre ellos dos de crónica periodística y ensayo crítico, los gobernantes de ideologías extremas usan a los intelectuales y artistas, o si no son de su agrado los reprimen, él mismo es el mejor testimonio, sus 12 años de exilio, y sus luchas en las redacciones de los periódicos y revistas literarias de su país y otros lugares del mundo, lo revelan.

“Reconozco defectos de la “revolución”. Siempre que he ido a Cuba he predicado contra la pena de muerte. Yo soy contrario a eso con cualquier ideología. Yo les digo siempre a los cubanos: si ustedes eliminaran la pena de muerte sería fantástico, porque dejarían solos en América a Estados Unidos. Se lo dije un día incluso a Fidel (Castro), pero no le convencí”, declaró en una posterior publicación al periodista Fernando Heller, de la Agencia de Prensa Alemana, DPA.

Poniéndonos de manifiesto que su actual pensamiento es más autocrítico, independiente y sosegado, muy distanciado al del activo periodístico de sus inicios de la Uruguay del sesenta y setenta, donde ejerció un periodismo militante, de compromiso político y cultural afín a los ideales de la izquierda latinoamericana, que lo llevó a publicar sus escritos como Crónica del 71, material compuesto de editoriales políticos, y tres discursos pronunciados durante la campaña del Frente Amplio, publicados en el semanario Marcha.

En 1982 este fecundo escritor inicia su colaboración para la página de opinión del diario del País, y dos años después publica el texto, editado por P.R.I.S.A., El desexilio y otras conjeturas, recopilando su labor periodística desplegada en Madrid, que trata sobre problemas culturales y políticos.

Pero sus inicios del oficio de periodista datan desde 1945, cuando entró a ser parte del staff literario del semanario político y cultural, Marcha, fundado en 1939, y que dejó de circular hasta 1974, cerrado por la dictadura de Bordaberry. En este semanario, Benedetti, llegó a ser director literario, entre 1958 y 1968.

Su pasión por el periodismo lo llevó a colaborar en otros medios escritos como La mañana y tribuna popular. Vuelve a Uruguay en marzo de 1983, iniciando el autodenominado período de desexilio, motivo de muchas de sus obras. Es nombrado Miembro del Consejo Editor de la nueva revista Brecha, que va a dar continuidad al proyecto de Marcha, interrumpido en 1974.

Como corresponsal de Mancha y El Diario tiene su primer e intenso contacto con Europa en 1957, teniendo la oportunidad de visitar nueve países. Recopila las crónicas humorísticas, firmadas por Damocles, en el volumen Mejor es meneallo. Benedetti colabora también con otras publicaciones como el diario La Mañana, donde codirige la página literaria semanal Al pie de las letras, y publica críticas de teatro en el mismo periódico. Asimismo participó como humorista en la revista Peloduro. Es nombrado Miembro del Consejo de Redacción de número, una de las revistas literarias más destacadas de la época, editando en 1951 las ediciones de Marcel Proust y otros ensayos. Sólo a partir de 1969, Benedetti podrá vivir del periodismo y de sus libros. Es bueno señalar también que a la par de su labor periodística y cultural, al ser director de la revista literaria Marginalia, aparece su primera obra ensayística Peripecia y novela (1948), y un año después su libro de cuentos Esta mañana; otro año más tarde su libro de poemas Solo mientras tanto. Su madurez se viene perfilando en 1953 cuando surge su primera novela Quién de nosotros, y posteriormente su volumen de cuentos Montevideanos (1959), narrativa donde se consagra como escritor, la que se ve proyectada en su siguiente novela La tregua (1960), con más de cien ediciones internacionales y traducidas a 19 idiomas, llevada al cine, teatro, radio y televisión.

Benedetti, antes de ser un laureado escritor y periodista, fue cajero en una casa de repuestos de automóvil, funcionario público, tenedor de libros, taquígrafo en la Facultad de Química.

Hoy viste de laureles su cabeza, el Doctor Honoris Causa en Ciencias Filológicas de la Universidad de La Habana y Miembro del Consejo de Dirección de Casa de las Américas.

La Prensa Literaria

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