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La casa de ellos… Cultivo familiar…

Cultivo familiar Trago las púas que mi padre sembró, mi hermano las cultiva. Mamá esconde el cuaderno donde la niña garabateó la casa en llamas destruida por las palabras. En este momento veo las páginas tachadas los poemas que mamá escribió con vergüenza y el sueño de armar una ventana inventar un color “amarillo no […]

Cultivo familiar

Trago las púas que mi padre sembró,

mi hermano las cultiva.

Mamá esconde el cuaderno

donde la niña garabateó

la casa en llamas

destruida por las palabras.

En este momento

veo las páginas tachadas

los poemas que mamá escribió

con vergüenza

y el sueño de armar una ventana

inventar un color

“amarillo no es azul” me dice

y vuelvo a la paleta

donde ella confunde el rosa

con el fucsia.

Pero papá tiene ese jardín de púas para él

y noches largas de riego

donde le acompaña la congoja

y le descubre el color a las piedras.

Paseo en la casa de los padres

En la casa de la infancia

hay un sueño escondido

y no lo encuentro

busco los días iluminados que me ciegan

como cuchillo que se clava

huella de eterna humanidad.

Sigo las voces por los corredores

y me descubro eterna

mientras me consuelan en silencio

como un gesto alto.

Como si se tratara de cenizas

que me calientan

el hueco de la mano infantil

y me cantan con golpes de puerta.

Son los rostros de esta casa

que me hablan,

y mis padres son los guardianes

de lo perdido

olvidado por otros.

Hay sombras de fantasmas

en esta casa

de habitada vida feliz

donde encontré el paraíso.

La casa de ellos

Dábamos cuenta de un linaje

plateada familia

vestida de escarcha

la niña de la mano del padre

la madre de la mano de la hija

el padre de la mano del hijo

—escondida pedofilia tras cortinaje—

juntos de manos en tarima

afanados felices

riendo, engulléndose

embutiendo todo el amor

en la casa morada por la apariencia

de la mano del padre

el niño balbucea sus primeros llantos

familia en harapos.

El cuarto de los violines.

En el cuarto de los violines

Todo gesto es perdurable

el humo saliendo por la alcantarilla

la humedad de un beso que se borra

los olores que no conservo

se inmortalizan tus ojos verdes

en mi memoria

el paso lento que tropieza

sostenido de bastón

la caja de música con alacranes

una familia vestida de tisú

el sitio donde todo se inventa

los espejos quebrados brillan

y las estelas de un ruiseñor

desaparecen con la lluvia

en esta habitación

hay metáforas acorraladas

letras de canciones

donde apago el fósforo

que lo ilumina todo

el violín me trae

los sonidos de una cuerda que se afina

Sol, Re, La, Sol, Re

la bailarina sobre el cordel

que me persigue

y el tiovivo armado con clavos sangrantes

cortan los dedos de la niña que soy

que prendida del rosa

baila en puntas

mientras el padre aplaude.

La Prensa Literaria

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