14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Mel Ferrer: en la sombra

Su mejor actuación fue como el aristócrata malvado de Scaramouche, según novela de Rafael Sabatini Igual que César Romero (nieto de José Martí), Mel Ferrer era de ascendencia cubana (hijo de un cirujano de esa nacionalidad) y nacido en los Estados Unidos (en 1907). Melchor Gastón Ferrer (su nombre de pila) abandonó sus estudios en […]

  • Su mejor actuación fue como el aristócrata malvado de Scaramouche, según novela de Rafael Sabatini

Igual que César Romero (nieto de José Martí), Mel Ferrer era de ascendencia cubana (hijo de un cirujano de esa nacionalidad) y nacido en los Estados Unidos (en 1907).

Melchor Gastón Ferrer (su nombre de pila) abandonó sus estudios en la Universidad de Princeton (en el estado de New Jersey, donde nació) para dedicarse al teatro. A los 21 años debutó como bailarín en Broadway. Después de enfermar de polio, fue disc jockey en una estación de radio. Entró en el cine como director y fue asistente de dirección de John Ford en El Fugitivo, con Henry Fonda, Dolores del Río y Pedro Armendáriz.

Delgado y de elevada estatura (6 pies, 3 pulgadas), su primer trabajo de actor en el cine fue el rol protagónico de Linderos perdidos (1949), en la que interpretó a un médico afroestadounidense que, debido a su piel clara, se hace pasar por blanco para poder desarrollar su carrera con menos obstáculos.

Su mejor actuación fue como el aristócrata malvado de Scaramouche (1952), según novela de Rafael Sabatini, ambientada en la época de la Revolución Francesa. Nunca más pudo Ferrer desplegar en el cine una personalidad tan electrizante como en este filme en Technicolor de la Metro Goldwyn Mayer, que contiene una de las mejores secuencias de acción de la historia del cine: el espectacular duelo en un teatro. Tanto Ferrer como el protagonista, Stewart Granger, eran diestros en el manejo de la espada por lo que el uso de extras se limitó a algunos planos generales.

El carácter taciturno de Ferrer resultó adecuado para su actuación más recordada en un rol protagónico: el bailarín que, por una lesión permanente sufrida en una pierna, tiene que resignarse a trabajar como titiritero en un circo ambulante. La película es Lilí (1953), con Leslie Caron como la adolescente huérfana contratada para conversar ante el público con los títeres. Sumamente ingenua, no se da cuenta que detrás de los muñecos está el melancólico titiritero que la ama en silencio. La canción de la película recorrió el mundo.

Ese mismo año, Ferrer fue el legendario monarca de Los caballeros del Rey Arturo (con Robert Taylor y Ava Gardner) y actuó junto a Audrey Hepburn en el teatro de la Calle 42 de Nueva York, en la pieza teatral Ondine. Se enamoraron y contrajeron matrimonio en 1954 (era el cuarto matrimonio de Mel).

El Oscar que recibió la Hepburn por La princesa que quería vivir y una serie ininterrumpida de éxitos (Sabrina, La Cenicienta en París, La historia de una monja, Muñequita de lujo, Mi bella dama) la convirtieron en una de las estrellas de cine más famosas del mundo, al mismo tiempo que la carrera de su marido se deterioraba.

Ambos actuaron en la versión italo-estadounidense de La guerra y la paz (1957), producción Ponti-de Laurentiis, dirigida por King Vidor. Audrey resplandeció como Natasha, pero Ferrer, más taciturno que nunca, no pudo proyectar, como el príncipe Andrei Bolkonski, la fuerza necesaria para servir de contrapeso al personaje masculino débil, el intelectual Pierre Bezujov (Henry Fonda).

En 1959, por influencias de su mujer, Ferrer la dirigió en Mansiones verdes (con Anthony Perkins), filmada en las selvas de Venezuela, Colombia y Guyana. Resultaba obvio para el equipo de filmación, que el actor carecía de la experiencia necesaria para dirigir un filme de tal complejidad, lo cual se nota a pesar de la belleza visual del entorno natural.

Entre sus filmes más destacados (como actor) se cuentan Elena y los hombres (1956) de Jean Renoir (con Ingrid Bergman); Y ahora brilla el sol (1957), según novela de Hemingway (con Tyrone Power y Ava Gardner); y Mundo, demonio y carne (1958), sobre los únicos sobrevivientes de una catástrofe atómica: un hombre de color (Harry Belafonte), un hombre blanco y una mujer blanca (Inger Stevens). El filme se adelantó a su época al proponer como solución pacífica a una situación conflictiva, un ménage a trois multirracial.

El mismo año en que Ferrer produjo para su mujer Espera en la oscuridad (1967), ésta tuvo un romance con Albert Finney, su compañero en Un camino para dos. La pareja se divorció al año siguiente.

A partir de 1960, se dedica por entero a la televisión y a filmar en Europa. De su carrera en ese continente cabe destacar sus roles protagónicos en El señor de La Salle (1964) y El Greco (1966), ambas rodadas en España, y un papel secundario en Lili Marleen (1961) de Fassbinder (con Hanna Shygulla). En 1965 dirigió a Marisol (Pepa Flores) en Cabriola, basada en argumento y guión escritos por él mismo.

El actor falleció el 2 de junio pasado, en Santa Bárbara, California. Lo sobrevive su viuda, Elizabeth Soukutine, con la que estuvo casado 35 años. Según Gonzalo de Palacio, entrevistador de la revista Vanidades, Mel Ferrer hablaba en su juventud el español con acento mexicano (había publicado un libro de cuentos para niños en México, titulado Los sombreros de Tito) y en su madurez, con acento castizo (“haciendo gala de las ces y las zetas”), además de un impecable francés (“superior a su inglés”) e italiano.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí