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Cyd Charisse.Fotos LA PRENSA/AP

Cyd Charisse: Las piernas de los 5 millones

La década de 1950 fue la época dorada del cine musical de Hollywood. Las mejores películas musicales fueron producidas por Arthur Freed para la Metro Goldwyn Mayer (MGM), entre ellas, Sinfonía de París (1951), Cantando en la lluvia (52), Brindis al amor (53), Kismet (55) y Gigi (58). Cyd Charisse nació en Amarillo, Texas, en […]

La década de 1950 fue la época dorada del cine musical de Hollywood. Las mejores películas musicales fueron producidas por Arthur Freed para la Metro Goldwyn Mayer (MGM), entre ellas, Sinfonía de París (1951), Cantando en la lluvia (52), Brindis al amor (53), Kismet (55) y Gigi (58).

Cyd Charisse nació en Amarillo, Texas, en 1921, con el prosaico nombre de Tula Ellice Finklea (apellido de ascendencia germana). Bailarina de ballet desde su niñez, en 1934 se incorporó a los Ballets Russes de Montecarlo (compañía organizada por Wassily de Basil y Rene Blum, a raíz de la muerte de Sergei Dyagilev, que había fundado en París, en 1909, los Ballets Russes). Su primer marido fue su maestro de danza, Nico Charisse. En 1943 la contrató la MGM para bailar en el cine.

Por sus grandes ojos negros y voluptuosidad natural, comenzó haciendo pequeños papeles de latina. Fue pareja de baile del mexicano Ricardo Montalbán en Fiesta (1947), En una isla contigo (48) y Me besó un bandido (48). Ambos intervinieron en Sombrero (53), filmada en México.

El primer plano de una de sus fabulosas piernas (aseguradas por 5 millones de dólares) extendida horizontalmente (sosteniendo con el pie el sombrero de Gene Kelly), en la secuencia final de Cantando en la lluvia, marcó el nacimiento de una estrella. Una estrella fugaz como el tiempo se encargaría de probar.

Al año siguiente, le fue asignado el rol femenino principal de Brindis al amor (The Band Wagon). Cantando en la lluvia (dirigida por Stanley Donen y Gene Kelly) y Brindis al amor son las dos mejores películas musicales de la MGM. La primera tiene un guión bien estructurado con los números musicales ensamblados en la trama. La segunda, que trata del montaje de una revista musical, concluye con una serie de números musicales que se suceden arbitrariamente, sin relación con el argumento.

Pero si bien la secuencia más célebre del cine musical es aquélla en que Gene Kelly baila cantando bajo la lluvia en su película más famosa, ninguna secuencia ha logrado jamás la sublimidad del pas de deux de Fred Astaire y Cyd Charisse en el parque central de Nueva York en Brindis al amor, al compás de Bailando en la oscuridad.

El término escultural (“estatuesca”) aplicado a una mujer parece inventado para Cyd Charisse. De 1 metro 71 centímetros de estatura (5 pies 7 pulgadas y media) y medidas de 34, 22 y 37 pulgadas, su talla elevada fue usada como parte del argumento de Brindis al amor, cuando Astaire le pide que use zapatillas de ballet para no sobrepasarlo en estatura. De largas extremidades, Astaire daba la impresión de ser alto, aunque en realidad era sólo dos pulgadas más alto que el “compacto” Gene Kelly.

Como un signo de los tiempos cambiantes, Cyd bailó en la película Misión a Moscú (1943), filmada en la época en que Estados Unidos y la Unión Soviética eran aliados. El filme narra las experiencias del embajador de Estados Unidos en Moscú, Joseph E. Davis (Walter Huston), y curiosamente, establece un paralelo entre Stalin y Abraham Lincoln, llegando a justificar las purgas estalinistas.

En 1957, en plena Guerra Fría, Cyd protagonizó Muñeca de seda (Silk Stockings; La bella de Moscú en España), remake musical de Ninotchka, la célebre película de Greta Garbo. Charisse es Ninotchka Yoschenko, comisaria moscovita enviada a París a investigar a tres camaradas aparentemente “corrompidos” por la sociedad de consumo. Inflexible e impertérrita, como solían ser las mujeres comunistas en las películas de Hollywood (y en la vida real también), Ninotchka descubre los encantos del capitalismo por su relación con un productor de cine norteamericano anclado en París, interpretado por Astaire. En este filme, Cyd deleitó a los espectadores con un recatado striptease al despojarse de su uniforme oficial para ponerse las refinadas prendas obsequiadas por su simpático “corruptor”.

Las grandes figuras del musical hollywoodense (Astaire, Kelly, Eleanor Powell, Ann Miller, la Ginger Rogers, los fabulosos hermanos Nicholas) eran principalmente tap dancers, aunque dominaban otras técnicas de baile. Como la francesa Leslie Caron (que la sustituyó en Sinfonía de París), Cyd era bailarina clásica.

La década de 1960 fue época de crisis para el cine musical. Aunque se siguieron (y se siguen) produciendo musicales, se imponía un cine más de contenido (El apartamento, Matar a un ruiseñor, Al filo de la noche, Perdidos en la noche, Atrapado sin salida…) que de esplendor visual.

Los grandes bailarines trataron de refugiarse en papeles dramáticos. Kelly fue periodista cínico en Heredarás el viento. Astaire participó en La hora final, sobre un grupo de personas que espera el fin de la humanidad. Pero Cyd no era actriz, y sin música su personalidad resultaba un tanto antipática, como se hizo evidente en su papel de esposa de Kirk Douglas en Dos semanas en otra ciudad (1962). En este filme fue dirigida por Vincente Minnelli, su director en Brindis al amor y Brigadoon (1954).

Retirada del cine (su último filme fue Los conquistadores de Atlántida en 1978), se dedicó a la televisión, al teatro (debutó en Broadway en 1992, en la versión musical de Gran Hotel, en el papel originado por Greta Garbo en la película del mismo nombre); a bailar en night-clubs y en las ceremonias de entrega de los premios Oscar, acompañada por su marido, el cantante Tony Martin. La muerte de Cyd el 17 de junio recién pasado puso fin a sesenta años de matrimonio, cifra récord entre las luminarias de Hollywood.

La Prensa Literaria

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