- Sus obras gozan de mucho aprecio, por su alto acabado y constante evolución. Si bien su fuerte es la escultura, su arte también abarca el dibujo y la pintura
Lo prefiero abstracto
Julio Valle-Castillo
(Escritor y crítico de arte)
A Miguel Ángel Abarca lo prefiero abstracto, porque ahí es cuando se torna creativo, cuando se libra de lo pintoresco y cuando es libre se goza de formas y en formas. No copia la naturaleza, no la imita, sino que en homenaje a ella la crea, la inventa, esboza su mundo en formas caprichosas, en sensualidad de figuras y formas, una casi voracidad que invade el espacio y lo aprovecha minuciosamente, en un movimiento y ritmo armónico e integrador que agrada y deleita, pese a la abundancia de elementos… en su barroquismo reside su americanidad, su acento gentilicio y su modernidad.
Miguel Hilario de los Ángeles Abarca Rivas (1944), conocido artísticamente como Miguel Ángel Abarca, es nuestro fecundo escultor de la madera, piedra, cemento, concreto, resina y metales.
Abarca es descendiente del hábil tallador en madera, su tío-abuelo Ruperto Dávila. En el año de 1968 recibe su primera Mención de Honor en Escultura, dicho premio se lo entregó el director de la Escuela de Bellas Artes, don Rodrigo Peñalba.
Esto lo animó a seguir cultivando la excelencia artística, por la que tres veces ha sido galardonado con el Premio a la Escultura Genaro Amador Lira-Certamen Nacional de Artes Plásticas, años de 1987, 1992 y 1994. Luego recibe el Premio Nacional de Escultura Certamen Códice-Naturaleza 96. En 1990 la Alcaldía del municipio de San Rafael del Sur, donde es originario, le reconoce sus méritos distinguiéndole con el título de Ciudadano Honorable.
Y el pasado 2007, la Presidencia de la República lo galardona con la Orden Independencia Cultural Rubén Darío.
En 1988 este escultor y maestro imparte seminarios sobre técnicas escultóricas de aplicación en marmolina al colectivo de artistas de San Juan de Limay, en Estelí. Para el 2000 fue invitado a participar en un encuentro de escultores en la ciudad de Natanya, Israel, bajo los auspicios del Instituto de Cultura Israel-Iberoamérica; el objetivo fue esculpir una obra en el Parque de la Amistad, la que concluyó exitosamente siendo admirada por los artistas latinoamericanos que participaron.
Sus obras gozan de mucho aprecio por su alto acabado, su laboriosidad y creatividad en constantes evoluciones. Si bien su fuerte es la escultura, su arte también abarca el dibujo, y la pintura sobre acrílico y óleos, y matérica, la que muchas veces ha llevado a la resina, doradas al fuego y quemadas en el ardiente aluminio. Su labor de escultor por igual no deja de asombrar, además del tridimensional volumen, también ha trabajado con oficio el bajorrelieve, y altorrelieve sobre madera con acrílicos y óleos puros. Por lo que su casa-taller es un verdadero museo, tanto de sus piezas escultóricas como pictóricas. Ha participado en unas setenta exposiciones, entre colectivas y personales, nacionales e internacionales.
Así, en 1971 exhibe su personal en la Alianza Francesa; 1988, en la Galería Casa Fernando Gordillo; 1990, en la Galería La Cascada; en 1993 su obra sube al estrado mayor del Salón de los Cristales del TNRD (Teatro Nacional Rubén Darío); y en el 2000 en el Restaurante Marseillaise expone su muestra de mayor madurez y eclecticismo estético, Horizontes de cenizas y miel, la que lamentablemente pasó casi inadvertida, dado que éste no es un sitio adecuado de exhibiciones de tal naturaleza.