Las imágenes de personajes míticos y fabulosos, las multitudes, en romerías interminables como la caminata en un desierto inalcanzable, han sido una característica constante y especial en la obra de Bernard Dreyfus, uno de nuestros más grandes artistas que desde siempre ha residido en París.
La obra de Bernard está llena de saltos experimentales, así recordamos en los años setenta sus preciosas e innovadoras piezas acrílicas, en las que se contaba el fabuloso Cubo de Luz que otrora época nos recibía en el majestuoso lobby del antiguo Banco Nicaragüense Banic (hoy Lafise), y sus Robots encasillados en cajas de madera, expuestos en nichos. Su obra llegó a ser la expresión más moderna del arte nicaragüense en esos años.
En el uso del color ha sido muy particular, sus malvas y rosas, con turquesas y naranjas, mezclas de brochazos y trazos, de pintura y pastel, nos han transmitido vibraciones cromáticas deliciosas. Consagrado como un devoto de la figura humana, o simplemente la figura como eje central nos ha llevado por unos caminos de misterio, de bien estudiadas atmósferas celestiales, sus figuras humanas, humanoides, híbridas, mezcladas, medio humanas, medio animales, míticas, como sacadas de Las Mitologías, han sido su recurso principal, su tema motriz
Ahora nuestro artista se renueva con lo más simple, en lo primigenio, con blanco y negro (recurso cromático que ya había utilizado en sus grabados hace varios años), pero ahora introduce lo que he llamado personajes dominantes, una especie de figuras mágicas, totémicas, antiguas, simples y arcaicas, pero que guardan y expresan la monumentalidad que ha caracterizado a la figura en su obra.
Su temática parece que va hacia África, a la cultura negra, primitiva y primaria, figuras que nos recuerdan los expresivos petroglifos indígenas de nuestras piedras en nuestra tierra.
La cultura es una que se va descubriendo, va rodando, caminando Como en los caminantes de los cuadros de B. Dreyfus ahora vemos en sus más recientes trabajos sobre papel, presentados en París con gran éxito en la Galerie La Hune Brenner cambios cromáticos sustanciales, opuestos a su obra anterior colorida y vibrante. No introduce en un mundo de simplificaciones y de escalas y valores más precisos, donde las figuras de primer plano, dominan transparentemente el espacio total de la obra, donde nos define la importancia de sus nuevos personajes: personajes mágicos, primitivos, antiguos, arcaicos y modernos, cerrando el ciclo del tiempo, yendo al futuro tocando el pasado, cerrando el círculo del tiempo, que une lo más antiguo a lo moderno.