14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Ángel Zárraga: protegido de Darío

Ángel Zárraga es uno de los grandes de la pintura mexicana del siglo XX. A partir de la aparición del trabajo de Antonio Luna Arroyo Rescate de Ángel Zárraga, su obra ha sido revalorizada por la crítica contemporánea. Sus treinta y siete años de residencia en Europa, sumados a ciertos prejuicios ideológicos, posiblemente contribuyeron al […]

Ángel Zárraga es uno de los grandes de la pintura mexicana del siglo XX. A partir de la aparición del trabajo de Antonio Luna Arroyo Rescate de Ángel Zárraga, su obra ha sido revalorizada por la crítica contemporánea. Sus treinta y siete años de residencia en Europa, sumados a ciertos prejuicios ideológicos, posiblemente contribuyeron al relegamiento en que había caído su pintura.

Ángel Zárraga y Argüelles, pintor y poeta, nació en Durango (México) en 1886. Siendo un adolescente ingresó en la Academia de San Carlos, de la ciudad de México, donde entabló una sólida amistad con Diego Rivera. A los 18 años de edad viajó a Francia (1904) para continuar sus estudios de pintura. Pero este viaje tiene algo singular: es portador de una carta suscrita por el poeta Amado Nervo, dirigida a su amigo Rubén Darío, por ese entonces Cónsul de Nicaragua en París, recomendándole al joven mexicano. María Gallardo nos narra este hecho, que vinculó para siempre al pintor mexicano con el poeta nicaragüense: “A sus tempranos 18 años llega a Francia con un pasaporte amorosamente intelectual en la bolsa: una carta de Amado Nervo recomendando al joven artista con el gran poeta Rubén Darío, quien lo protege y admira, incluyéndolo en las actividades de las revistas que dirige, así como en los núcleos social, académico y diplomático, exaltando siempre su oficio como poeta y ensayista. A partir de ese momento y con semejante protector, los caminos se abrieron amplios para Ángel Zárraga”.

Darío, para ese entonces jefe indiscutible del Modernismo, puso al joven artista mexicano en contacto con sus amigos poetas, escritores y artistas residentes en Francia y en España, amistades que sin duda fueron provechosas para el prometedor pintor. Unos años después, cuando Rubén Darío asume en 1911 la dirección de la revista Mundial, la más prestigiosa revista hispanoamericana de artes de esa época, en el número 7 correspondiente al mes de noviembre de 1911, Darío publica el ensayo crítico de Ulrico Brendel sobre El Salón de Otoño, de París de ese mismo año. En la portada del ensayo (p. 38 de la revista) se reproduce una de las pinturas que Zárraga expuso en El Salón de Otoño: Ex-voto (más conocida como San Sebastián) y en la primera página del ensayo (p. 39 de la revista), aparece una fotografía de Ángel Zárraga.

El crítico Brendel formula un juicio muy laudatorio sobre los dos monumentales óleos que Zárraga expuso en el Salón, considerándolo como el mejor de los expositores hispanoamericanos: “Ángel Zárraga es quien se lleva la palma entre los pintores hispanoamericanos con sus lienzos El Don y el Ex-voto. Sobresale este artista por la pujanza con que emprende temas cuya concepción y ejecución demandan solidez de espíritu y cultura; yo le considero como a uno de los representantes más aventajados del renacimiento de la pintura española, para el que ha servido de indicador, y no más de indicador, el artificioso arte del pintor Zuloaga, cuya pintura reputo precisamente artificiosa, por lo mucho que desnaturaliza el carácter étnico de la raza, exagerándolo con esas morbideces de colorido, que tanto halagan a los extranjeros que sólo ven España a través de una imaginación libresca”… “Zárraga ha cimentado su superioridad en el estudio prolijo de los grandes maestros españoles e italianos. Se ha impuesto una disciplina severa y ha llegado con ella a expresar esa misteriosa armonía de su Ex-voto, cuyas líneas clásicas y apagado color hacen más sacrílega la interpretación del asunto. Ese San Sebastián es de un misticismo de manifestación grave, como grave es la hermosura de su dibujo, en el que la mano diestra de un artista exigente consigo mismo se revela. La expresión de dolor, en el rostro inclinado, como si fuera para morir, es de una modernidad refinada que presta mayor atractivo a lo tradicional de la figura, en su declinación pura. ¿Es puro también el sentimiento de devoción que hace orar a la doncella arrodillada delante del desnudo cuerpo del santo, en cuyo pecho ábrese la roja herida? No lo creemos. Nótase aquí una mezcolanza de sensualismo y misticismo, cuyo sabor pecaminoso insinúa una intención secreta en el artista”.

Señalan sus biógrafos que recién llegado a París, Zárraga se sintió desconcertado por el impresionismo y las nuevas corrientes plásticas, al punto que sin dejar de reconocer los méritos de Renoir, Gauguin, Degas y Cézanne, prefiere refugiarse en el tesoro clásico del Museo del Louvre. Por la misma razón, abandona más tarde la Escuela de Bellas Artes de París para seguir sus estudios en la Real Academia de Bruselas y luego trasladarse a Madrid, Florencia y Venecia.

En 1906, el Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes de México, don Justo Sierra, por cierto buen amigo y admirador de Rubén Darío cuyo libro Peregrinaciones prologó, le consigue una beca de 350 francos mensuales para sus estudios artísticos. El éxito que obtiene en el Salón de Otoño de 1911, con sus obras Ex-Voto y El Don, le valen fama y reconocimiento. José Vasconcelos, nuevo Secretario de Instrucción Pública, le pide que regrese a México para que participe en la decoración de los muros de los edificios públicos, lo cual le hubiera hecho ingresar en el muralismo mexicano, donde Diego Rivera, Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros dominan y ganan fama mundial representando la lucha del pueblo mexicano desde la conquista española hasta la Revolución. Ellos acudieron desde Nueva York y París al llamado de Vasconcelos, en ese entonces empeñado en promover una “revolución cultural”. Pero en ese momento Zárraga declina la invitación de Vasconcelos porque no ha terminado su trabajo de decoración mural del castillo de Vert-Coeur en Chevreuse, no muy lejos de Versalles.

Cuando más tarde Zárraga quiso regresar a México e integrarse a la corriente de la pintura muralista, cuyo dominio había demostrado en frescos y murales ejecutados en edificios e iglesias de Francia, su deseo no pudo cumplirse, pese a su insistencia ante amigos y funcionarios. Para ese entonces, el arte muralista mexicano se había radicalizado políticamente y no vio con buenos ojos la incorporación de un pintor que frecuentaba en París los círculos intelectuales considerados como reaccionarios.

“De 1922 a 1941, escribe Olivier Debroise, Ángel Zárraga se dedica a decorar al fresco numerosos edificios públicos, casas particulares y sobre todo iglesias de Francia. Aunque en intención y en esencia su obra sea opuesta a la de los muralistas mexicanos, existen algunas influencias y afinidades entre ellos. Ángel Zárraga se vuelve el caso particular de un muralista marginado que decide por su propia cuenta “representar” al muralismo lejos del contexto histórico que permitió su desarrollo”… “Pintor de calidad, reconocido y cotizado en los núcleos artísticos franceses por su clasicismo, se presenta en México como un caso muy particular de un artista que, por mantener una posición ideológica precisa, no pudo adecuarse a los requerimientos de la época”.

Entre sus obras más notables se encuentran los doce tableros que pintó en 1927 para decorar la sede de la Legación de México en París, por encargo del ministro Alberto Pani. En ellos Zárraga hizo una recuperación de los temas mexicanos a la par de temas deportivos. En esta colección sobresalen el tablero La dos tradiciones, que intenta representar la fusión del cristianismo con el panteísmo indígena. Dos mujeres, una de rasgos mestizos envuelta en un rebozo y la otra de perfil nítidamente europeo, muestran a una niña un libro en cuyas páginas se oponen una cruz y un códice prehispánico.

Algunos años después, los 18 tableros de Zárraga fueron desmontados de los salones de la legación y arrumbados en una bodega, donde sufrieron gran deterioro. Recuperados y enviados a México para su restauración, la Secretaría de Relaciones Exteriores de este país publicó, en el año 2004, un bello libro con reproducciones de varios de esos tableros y otras de las mejoras obras de Zárraga, entre ellos su famoso óleo Ex -Voto o San Sebastián.

En 1941, con la ayuda del gobierno mexicano, Zárraga vio realizado su sueño de regresar a su patria con su esposa y su hija. Su desarraigo de tantos años en Europa le hace desconocer la importancia de la obra de los muralistas mexicanos. Cuando cinco años después fallece, a los sesenta años de edad, el poeta Salvador Novo escribe en el diario Novedades: “Le ungía un prestigio europeo, proporcionalmente mayor a su llegada, que el que adornó a Diego Rivera a la más temprana suya… pero en la fecha en que volvió a su patria, ya su patria había sucumbido a la aceptación de lo que se tiene, entre el vulgo, por la escuela de Rivera, y la pintura realista, académica, de Ángel Zárraga, resultaba extraña, discordante”.

Como escritor fue mejor ensayista que poeta. Sin embargo, su gran amigo Alfonso Reyes, quien consideraba la poesía y la pintura de Zárraga como un todo, dejó un testimonio elocuente de su admiración por este pintor y poeta duranguense, que adoptó como divisa de su vida “Ser antes que hacer”, en estas exaltadas palabras: “¡Quién pintara como él pinta! ¡Quién escribiera como él escribe! ¡O quién escribiera como él pinta y pintara como él escribe!”

Una carta de Amado Nervo recomendando al joven artista con el gran poeta Rubén Darío, quien lo protege y admira, incluyéndolo en las actividades de las revistas que dirige, así como en los núcleos sociales, exaltando siempre su oficio como poeta y ensayista. A partir de ese momento, y con semejante protector, los caminos se abrieron para Ángel Zárraga.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí