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Corresponsal de guerra

A la memoria de mi gran amigo el poeta Álvaro Urtecho Lo que yo afirmo con mi poesía lo confirmo con mi llanto. Yo soy un corresponsal de guerra que hago en poesía los reportajes de mis heridas. En esta guerra sólo si te rompen el corazón puedes entregar un pedazo creíble de ti o […]

A la memoria de mi gran amigo

el poeta Álvaro Urtecho

Lo que yo afirmo con mi poesía

lo confirmo con mi llanto.

Yo soy un corresponsal de guerra

que hago en poesía los reportajes de mis heridas.

En esta guerra sólo si te rompen el corazón

puedes entregar un pedazo creíble de ti

o el secreto de una agonía personal

escondido en el canto de un pájaro oculto.

Esta guerra ha hecho en mi cuerpo un mapa de tatuajes:

este tatuaje de rosas secas habla de mis carencias;

este otro, de un parque de flores tronchadas,

dibuja los abandonos y las promesas incumplidas;

estos nombres que sangran, cuentan de soledades

y serpientes que durmieron conmigo

con el veneno que asfixió mi esperanza;

aquí en éste, yo soy el cazador y esta mujer es mi presa,

y no sé si me gusta la cacería o me gusta la presa;

en ésta, estoy con una gata salvaje que baila músicas imaginarias

y toca las teclas del clavicordio y las cuatro cuerdas del violín

que la convierten en carne mística de mi instinto animal,

me hace un perro rabioso ladrándole a la luna

y una lombriz buscando su anzuelo.

Aquí en éste aparezco nadando con ángeles y tiburones.

Y aquí hay un texto sobre mi espalda que dice

que hay mil millones de soñadores en el mundo

y que pueden irse todos ellos al infierno

porque yo sueño con la vida después de la muerte,

con la iluminación de mi casa en el firmamento,

aunque no sé si desde ese lado luminoso

se pueda ver el lado oscuro de la vida.

Yo soy un corresponsal de guerra

que tiene ya una fatigada felicidad sin ambiciones,

la estrella oscura y efimera de cualquier hombre

que padece la angustia de necesitar una razón,

que persigue zurcir la verdad con la mentira en mi ropa vieja

y que sabe que la belleza y el amor son flores carnívoras

que se deshacen, juntan sus pedazos, se reproducen,

mueren y vuelven a nacer.

La Prensa Literaria

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