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Y si Andy Warhol tuviera 80 años

En los años cincuenta la ciudad de Nueva York ya era la capital mundial del arte. Atrás quedaban París y sus vanguardias como epicentro cultural y, sobre todo, una Europa destrozada por la Segunda Guerra Mundial. A principios de esos años los artistas de la conocida como Escuela de Nueva York se convirtieron, con el […]

En los años cincuenta la ciudad de Nueva York ya era la capital mundial del arte. Atrás quedaban París y sus vanguardias como epicentro cultural y, sobre todo, una Europa destrozada por la Segunda Guerra Mundial.

A principios de esos años los artistas de la conocida como Escuela de Nueva York se convirtieron, con el pintor Jackson Pollock a la cabeza, en los representantes del primer estilo artístico genuinamente norteamericano que alcanzaba repercusión internacional: el “expresionismo abstracto”.

Sin embargo, pronto su apuesta íntima, existencialista y abstracta sería cuestionada por un grupo de creadores interesados por plasmar los iconos de la sociedad de masas, y desdibujar los límites tradicionales entre la baja y la alta cultura.

EL POP ART Y LA REVOLUCIÓN WARHOL

Fue en ese momento en el que el arte intentaba salir de su ensimismamiento cuando surgió el Pop Art, siguiendo los pasos que habían iniciado los artistas Jasper Johns y Robert Rauschenberg.

Recogiendo la tradición Dada del “anti-artista” francés Marcel Duchamp, los creadores pop de los sesenta volvieron a reintroducir el objeto cotidiano como medio para vehiculizar su arte. Las obras se llenaron entonces de fragmentos de su contexto más próximo, una sociedad de consumo profundamente marcada por la publicidad, elevando así el “kitsch” a la categoría de vanguardia.

Sin duda, cuando pensamos en Pop Art el primer nombre que se nos viene a la cabeza es el de Andy Warhol (Pittsburgh, Pennsylvania, EE.UU., 6 agosto 1928-Nueva York 22 febrero 1987). El artista falleció con tan sólo 58 años, a consecuencia de un repentino ataque de corazón tras una rutinaria operación de vesícula.

Muchas de sus obras consisten en la apropiación de imágenes de la cultura más popular. Gracias a sus creaciones se han hecho célebres los botes de “Sopas Campbell” o las cajas del detergente “Brillo”.

Entre lo más recordado de Warhol también están sus retratos fuertemente coloridos que hoy no nos cansamos de imitar en nuestras casas utilizando las posibilidades que nos dan los programas informáticos.

Auténticos iconos del siglo XX, en algunos casos, como en sus célebres “Marylins”, introduce en ellos el elemento de la serialidad para desafiar esa idea tan extendida de que la obra de arte tiene que ser una pieza única envuelta por el “aura” que le transferiría su creador.

En contra de esto Warhol no dudaba en usar técnicas de impresión como la serigrafía, en defender su propio status de “artista-máquina” y en proclamar que todo el mundo puede ser artista.

Además junto con sus creaciones plásticas a Warhol le debemos algunos de los experimentos cinematográficos más radicales y la dinamización de la vida cultural de la Nueva York más alternativa. Un proceso en el que su estudio, conocido como The Factory, actuaba como punto de encuentro y que lo llevó a apadrinar, como mánager, a grupos de música tan míticos como The Velvet Underground.

SU LEGADO

Tremendamente polémico y siempre encantado con la visibilidad mediática, Warhol era todo un “artista-espectáculo”, aunque esta fama también le llevó a un episodio conflictivo cuando la feminista radical Valerie Solanas llegó a dispararle varios tiros en 1968. Sometido a una larga operación y a una dolorosa convalecencia, el artista se recuperó, pero su existencia y su cuerpo quedaron profundamente marcados.

En la actualidad, consagrado como “celebrity” del arte, sus obras mordaces, transgresoras y eternamente adolescentes, siguen valiendo cada vez más millones de dólares.

Con este panorama, viendo la tremenda influencia que ejerce en los artistas más jóvenes y que sus creaciones continúan exhibiéndose con gran éxito en los principales centros culturales del mundo, probablemente Warhol sería, si siguiera con vida, un anciano de ochenta años irónico y “encantado de conocerse”.

En la actualidad, la popularidad del artista norteamericano continúa trascendiendo de esos “quince minutos de fama” a los que decía que todos teníamos derecho, a pesar de que hace ya más de 20 años que falleció.

De no haber fallecido de un ataque al corazón, Andy Warhol cumpliría este mes 80 años. En la actualidad, consagrado como “celebrity” del arte, sus obras mordaces, transgresoras y eternamente adolescentes, siguen valiendo cada vez más millones de dólares.

La Prensa Literaria

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