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¿Para qué ir a misa?

“Podemos encontrar y conocer a Jesús en la Palabra y el Pan y el Vino consagrados. Cada domingo la comunidad revive la Pascua del Señor y recoge del Salvador su testamento de amor y de servicio fraternal”. (Benedicto XVI) Algunos encuentran la celebración eucarística, según expresan, “bastante aburrida”. ¿No serán ellos los aburridos? Porque si […]

“Podemos encontrar y conocer a Jesús en la Palabra y el Pan y el Vino consagrados. Cada domingo la comunidad revive la Pascua del Señor y recoge del Salvador su testamento de amor y de servicio fraternal”.

(Benedicto XVI)

Algunos encuentran la celebración eucarística, según expresan, “bastante aburrida”. ¿No serán ellos los aburridos? Porque si uno se propone encontrar y conocer a Jesús en la Liturgia de la Palabra, lo encuentra, pues allí está.

“¿Dónde ha aprendido usted tanto de Sagrada Escritura? ¿A qué Iglesia pertenece?”, preguntó un pastor protestante a una joven amiga nuestra al escuchar sus respuestas y comentarios tan bíblicamente contundentes. “Yendo diario a Misa, pues soy católica”. El predicador, desconcertado, exclamó: “Pero, ¡cómo es posible que por sólo ir a misa…!” Ella le explicó: “Es que yo no voy a la iglesia a calentar bancas, sino a encontrarme con Dios”.

Resulta saludable y de mucho provecho asistir a la Santa Misa con un propósito determinado. Preguntarse antes: “¿Para qué voy a la Eucaristía?” Y si no lo sabe, averiguar qué ocurre en cada celebración, qué finalidad tiene ésta, qué significa etc., como solemos hacer con todo cuanto nos interesa.

A fin de lograr un mayor provecho, debemos vigilar de antemano nuestra disposición al asistir a la Eucaristía, incluso evitar llevar nuestras preocupaciones y problemas y procurar no agotarse físicamente; es mejor estar relajado para poder participar activamente en la celebración. Así tendremos el gozo de descubrir al Señor Resucitado no sólo en la Palabra, sino también en la fracción del pan, en el pan y el vino consagrados.

¿Para qué ir a Misa? Para celebrar el sublime Acontecimiento de nuestra Salvación, revivirlo y participar activamente en él, pues Cristo, quien nos amó y redimió en la Cruz, nos ama y redime en la Eucaristía.

¿Qué se dan algunas deficiencias humanas y técnicas en las celebraciones eucarísticas? Con todo, lo más importante es descubrir a Cristo, saber acoger su testamento de amor y fraternidad, no buscar tanto “sentirte bien” como “comprometerte bien” con el Señor en cada Eucaristía. Así recuperaremos el sentido de la Santa Misa… Y por añadidura nos sentiremos bien, muy bien, ¡requetebién!… Para sentirse bien no es preciso irse a otro redil, pues en el verdadero Redil de Cristo la felicidad es más plena. ¿No radicará principalmente en nosotros el verdadero problema?

Religión y Fe

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