El loa está harto de estar abozalado: como las constantes pisadas frenéticas de un hombre apagando una pequeña flama, él ebulle y luego resplandece por el bosque.
Él es un incendio castañeando en un granero, y chispas sobre el heno enrojecido. Él es la cerveza que se espuma, y el cráneo de un neonato coronando en la dilatación sangrante y ahora ha salido. Él loa se avalanza a través de los cañales, a través de las calles de tierra, por las chozas de block, y las varillas saliendo como las antenas de una langosta, las chozas pintadas con propaganda en creole humeando por los dientes de Toussaint L Ouverture y su corazón como una jacaranda en flor.
El loa es un remolino de polvo, un huracán, y él estalla por la puerta del hougan donde el congo está ratatatas, los machetes brillan a través del aire humedecido con alcohol, los hombres se retuercen, y las mujeres con pañuelos blancos, bailan, giran y se sientan en cuclillas, florecen en cuanto el loa encuentre a su caballo: a la mujer cuya hija murió en la inundación sus ojos se le han volteado, su mandíbula se le ha dejado caer, mientras una voz que ladra desde su fondo, está demandando por un ron, tabaco y su sombrero de copa, antes de que él narre el cementerio, el trueno y los senderos rojos de los muertos.
Barón Samedi: deidad vudú de la muerte.
Loa: Dios Vudú