Te creía original,
única e irrepetible.
Nuestros dulces amaneceres
siempre fueron un homenaje
a la inventiva y a la creatividad.
Cuando no eras vos
era a mí a quien correspondía
ensayar nuevas audacias
que llenaran de alborozo
y felicidad nuestros días y noches.
Jamás se nos ocurrió abrir
las estimulantes páginas
del Kama Sutra
mucho menos enfermarnos
viendo películas pornográficas.
Tratamos de ser fieles
a nuestra divisa amorosa:
si otros y otras habían podido
intuir nuevos horizontes
nosotros también podríamos lograrlo.
Vueltas de la vida
tu actual mancebo
se pasó la tarde
haciendo alardes
de vuestras originalidades.
Para desgracia mía
al escuchar sus arrebatos
me encontré repetido
hasta el infinito.
¿Se te secó el pozo
de la imaginación y la creatividad?
¡Debes saber,
en cualquier arte
la repetición es plagio!