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Detrás de la miseria material se esconde otra miseria

“Pobreza y desnutrición no son una simple fatalidad provocada por situaciones ambientales adversas o por calamidades naturales desastrosas. Las consideraciones de carácter exclusivamente técnico o económico no debe prevalecer sobre los deberes de justicia hacia los que padecen hambre”. (Benedicto XVI) “¡Ese Padre me tiene loca con eso del egoísmo!”, se quejaba una joven, después […]

“Pobreza y desnutrición no son una simple fatalidad provocada por situaciones ambientales adversas o por calamidades naturales desastrosas. Las consideraciones de carácter exclusivamente técnico o económico no debe prevalecer sobre los deberes de justicia hacia los que padecen hambre”.

(Benedicto XVI)

“¡Ese Padre me tiene loca con eso del egoísmo!”, se quejaba una joven, después de llegar de Misa a nuestro hogar, al ver que su párroco domingo a domingo aprovecha la oportunidad para atacar en cada sermón el egoísmo humano. “¡¿Cuándo irá a cambiar de disco?!”, se preguntaba casi desesperada.

Sin meternos a discutir las razones que pueda asistir al señor cura para tener al borde de la locura a sus feligreses con darle duro al mismo asunto en la homilía, sí queremos admitir que el egoísmo es lo que más abunda y la fuente y el origen de infinitos males en este mundo. Por egoísmo la canasta básica de infinidad de familias está prácticamente vacía y mientras unos botan otros recogen, mientras unos mueren de indigestión por exceso en el comer otros mueren de hambre por no tener qué comer… ¡El egoísmo humano mata la conciencia social y hace perder el sentido de la justicia!

Por egoísmo nos resistimos a aceptar que tenemos un deber de justicia hacia los que padecen hambre, que algo tenemos que ver con los niños desnutridos o por lo menos con la miseria material que soportan nuestros vecinos. Ni siquiera alcanzamos a percibir la voz de Jesús que nos ordena, como a los Apóstoles frente a las multitudes hambrientas: “Denles ustedes de comer”. Nos sale más fácil culpar a la Naturaleza, al destino, a la fatalidad, a algo o a alguien, hasta a Dios mismo, con tal de “escabullir el bulto”.

“Todo mundo es culpable, menos yo”. ¿Es acaso esa nuestra filosofía? ¿Es este el pensamiento que domina en nosotros frente a los problemas de nuestros semejantes?

Detrás de la miseria material, que hunde a muchos en la desesperanza y la agonía de un destino sin luz y un incierto camino entre las sombras, está la miseria moral, la mezquindad de quien puede y no quiere, de quien tiene y no da, y de todos aquéllos que en vez de gobernar se han dedicado a amasar… De los de arriba y los de abajo… ¡Todavía es tiempo de rectificar!

Religión y Fe

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