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Socorro Bonilla Castellón durante una obra en compañía de Mayra Bonilla Martínez e Ivone García.

Socorro Bonilla, maestra y actriz

Recuerdo como hoy que lucía un collar rojo que contrastaba con su traje verde, que delineaba su espigado cuerpo. Aquella escena en uno de los recintos del recién inaugurado Instituto Experimental México, donde ella impartía la clase de arte. Me llamó la atención su prestancia escénica, el uso natural de sus manos, pero sobre todo […]

Recuerdo como hoy que lucía un collar rojo que contrastaba con su traje verde, que delineaba su espigado cuerpo. Aquella escena en uno de los recintos del recién inaugurado Instituto Experimental México, donde ella impartía la clase de arte. Me llamó la atención su prestancia escénica, el uso natural de sus manos, pero sobre todo ese sentido del saber, que le daba peso a sus palabras, a sus gestos, a su voz vocalizada y entonada.

Tiempo después, en la presentación de la obra La oficina de Alfonso Pasos, escenificada por los alumnos del Instituto René Schick y dirigida por mi maestra Nadya Palacios, me di cuenta que era Socorro Bonilla Castellón, directora del grupo Comedia Nacional de Nicaragua.

A los años siguientes mi maestra Nadya Palacios había montado Los títeres de Cachiporra, creo que de Lorca y Prohibido suicidarse en primavera de Alejandro Casona y doña Socorro había montado con un grupo del Ramírez Goyena La novia de Tola, La barca sin pescador.

Desde entonces he seguido de cerca el trabajo de Socorro Bonilla Castellón a través de su grupo Comedia Nacional de Nicaragua. Cuando funda éste un 13 de mayo de 1965, luego de venir de estudiar arte dramático en Madrid y actúa con el mejor grupo de la época, que era la Comedia del arte que dirigía el maestro Adán Castillo.

El carácter dramático de Socorro Bonilla se caracteriza por un estudio dramatúrgico del texto y su contexto histórico-cultural y por la búsqueda constante de la creación artística, pero sobre todo por fe y creencia en la grandeza y la magia del teatro.

Socorro Bonilla Castellón no podría entender su vida sin ser vivida en el teatro, es por eso que ella dice que su lema es “luchar por la cultura teatral y por la subsistencia del actor nacional”.

Por sus manos han pasado grandes actores y actrices, como la actriz Evelyn Martínez, que actuó en el elenco de la obra Proceso a cuatro monjas del italiano Vladimiro Cajoli, o también Xiomara Centeno, que llevó a escena la vida y obra de Carlos Martínez Rivas, y que trabajó bajo la dirección de doña Socorro Bonilla en 1974, en la obra Si quiero de Alfonso Pasos, o Hugo Hernández Oviedo, uno de nuestros más grandes actores de todos los tiempos del teatro nacional que recientemente trabajó en la obra Todo tiempo futuro fue mejor y que ya había trabajado con ella Sí, quiero y Las mujeres sabias de Moliere.

Comedia Nacional de Nicaragua lleva 30 años de vida teatral y ha tenido fracasos; como cuando montaron Antífona de Jean Anouhild en el Teatro González y llegó poca gente, o en 1979, el terremoto no les permitió ese año montar Las Mujeres sabias. También han tenido un rotundo éxito, como en el montaje de Judas de Enriques Fernández Morales en 1978, una puesta novedosa y experimental. O Seis personajes en busca de autor de Pirranello, envidiable, digna, según doña Gladys Ramírez, de cualquier teatro del mundo.

Bonilla Castellón, actriz, directora, promotora, profesora y empresaria teatral, que ha dado con Comedia Nacional de Nicaragua toda su vida al teatro nicaragüense, es uno de los pilares que sostienen el teatro nicaragüense, y más que mi amiga, es y será siempre mi maestra.

La Prensa Literaria

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