Ha sido profesora en la cátedra de literatura en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Simón Rodríguez.
Es Catedrática de la Universidad Nacional de Heredia. Fue Directora de los Talleres de Poesía del Ministerio de Cultura, al lado del poeta Ernesto Cardenal.
Libros publicados: Los trabajos del sol, Caracas, 1962. Me queda la palabra, Costa Rica, 1993. Este libro fue galardonado como Premio Nacional Poesía de la nueva Nicaragua, Siglo XXI, México, 1983.
Participó en el Primer Festival Internacional de Poesía de Granada.
Amor
qué buena tu memoria
capaz de soportar milenios que han pasado
desde la cerveza que tomamos juntos
más que milenios vida que son aviones, palabras,
dormir todas las noches protegiéndose de este invierno,
propósitos personales no cumplidos,
más la rutina, la metafísica, la lavadora
que no funciona
y todo eso que tú sabes:
el agua bajo el puente que le dicen
y sobre el puente y sobre el agua
tus poemas que aparecen con estampilla desde allá lejos
y me llenan los ojos de humedades, amor,
qué bueno y lo bueno sobre todo es el gesto
tu tiempo usado en seleccionarme tus cosas
meterlas en un sobre
ponerle los sellos y la esperanza,
y dejar que el correo haga su tarea
para que luego yo me lea tus palabras
las haga mías pero tuyas y juntos le hagamos
la guatusa al tiempo ese puñetero
y a la distancia-Iberia que nos persigue con letras
a fin de mes.
Amor
tanta belle, significante, bella otra vez y
significante de nuevo
tanta palabra tuya, así, sin avisarme,
invasora de mi mundo alienado:
sueldo a fin de mes y compras en El Corte Inglés,
tanta palabra digo y no me corro
tanta palabra y bella por tercera vez,
me desvencija la palabra y
comienzo a circular en tiovivo buscando
la voz única que diga todo para poder hablarte
y no la encuentro y me quedo aquí llenando de
signos latinos mi hoja de papel
y prendiendo una vela para que más que mis palabras
qué cómodo sean las tuyas las que entiendan
lo que te quiero decir,
en realidad, sin dar más vueltas,
que bienvenido tú
que dónde está tu rostro para darte un beso
que dónde tus ojos para intercambiar los cronos con cerveza
o sin cerveza en un sitio mejicano
o en uno de Afganistán, que vale,
que ya entiendo,
que está todo bien y que te mando ensombrada mi sonrisa
que es como no debe estar pero qué remedio nos queda,
desde aquí, desde Madrid,
en un día nublado y gris del último invierno
que resulta ser como veintidós
de febrero
amor
da.