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Nicaragua adolece de madurez política

Fomentar en Nicaragua una concepción de la política “que, más que la ambición por el poder y el control, sea un servicio generoso y humilde al bien común”. (Benedicto XVI a la Conferencia Episcopal de Nicaragua) De la misma manera que una persona psicológicamente inmadura estorba frecuentemente la buena marcha de las relaciones humanas, un […]

Fomentar en Nicaragua una concepción de la política “que, más que la ambición por el poder y el control, sea un servicio generoso y humilde al bien común”.

(Benedicto XVI a la Conferencia Episcopal de Nicaragua)

De la misma manera que una persona psicológicamente inmadura estorba frecuentemente la buena marcha de las relaciones humanas, un líder, grupo o partido políticamente inmaduro, es o puede ser fuente de tensiones y conflictos sociales que, a la larga, pueden representar una amenaza para la paz nacional e incluso internacional. El gobernante o político que no tolera la oposición del adversario demuestra una inmadurez humana, no simplemente política. Ante todo es un hombre inmaduro.

La niñez y la adolescencia son etapas de la vida humana en las cuales el “yo” tiende a imponerse sobre el “tú” y el “nosotros”, donde se busca el interés personal más que el bien común. El infantilismo y la adolescencia, en la vida política, mantiene estancado el avance democrático en nuestra Patria.

La inmadurez en política denota una clara inmadurez en el amor al prójimo y falta de patriotismo o amor a la Patria, puesto que nuestra Patria somos todos los que hemos nacido en este suelo, no únicamente la tierra donde nacimos. No existe auténtico patriotismo cuando no se le da prioridad a los hijos de la Patria, no hay patriotismo sin amor a los compatriotas.

Hay que fomentar una concepción más humana de la política, que se identifique con el servicio al pueblo y busque, por encima del bien personal o partidario, del enriquecimiento a la sombra del poder, el bien común de la Nación. Gobernar no es sinónimo de dominar, de imponer el propio capricho, de aplastar o vencer, sino de servir a todos en la forma más justa posible. Falta educar y formar, desde la niñez hasta la edad adulta, por todos los medios disponibles, para poder dar el paso de la concepción egoísta a la concepción fraternal de la política.

Los Mártires y Próceres de nuestra Independencia, con el ejemplo de su vida y de sus gestas heroicas, al no optar por la ambición egoísta, supieron prestar un servicio generoso y humilde al bien común. Sólo así, asumiendo como ellos la función política como un ejercicio de la caridad social, podrán cambiar positivamente las cosas en Nicaragua… Más que admirarlos, ¡Imitémoslos!

Religión y Fe

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