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Rubén Darío y José Martí. LA PRRNSA/Archivo

“Narrar es una necesidad”

Asistimos hoy a una época que se debate entre el escepticismo y el deslumbramiento tecnológico, igual a la época que dio luz a las mejores crónicas del nuevo periodismo latinoamericano. ¿Deducimos que podríamos estar asistiendo al nacimiento de una forma distinta de contar la realidad, o es acaso que el nuevo periodismo ha perdido su […]

Asistimos hoy a una época que se debate entre el escepticismo y el deslumbramiento tecnológico, igual a la época que dio luz a las mejores crónicas del nuevo periodismo latinoamericano. ¿Deducimos que podríamos estar asistiendo al nacimiento de una forma distinta de contar la realidad, o es acaso que el nuevo periodismo ha perdido su terreno en la barroca Latinoamérica?

Tras casi cuatro años de investigaciones, el periodista Ernesto Rivera y el escritor Froilán Escobar han encontrado las respuestas a muchas preguntas que acompañan la vida y la historia de la crónica del nuevo periodismo latinoamericano, cuya máxima expresión en nuestra contemporaneidad se encuentra en los llamados blog’s.

Publicado próximamente por el sello editorial Ediko, el libro de Rivera y Escobar resulta ser, paradójicamente, la crónica de la crónica de América Latina. Y como tal, un texto lleno de nervio y revelador, atrevido en sus planteamientos y seguro en sus conclusiones.

Un libro de lectura detenida, pero ágil y de contenido profundo, porque en él se da por sentado que el nuevo periodismo reivindicado por Tom Wolfe fue primero descubierto por la pluma de poetas latinoamericanos que en el siglo XIX empezaron a escribir periodismo, provocando que la crónica naciera como un punto de encuentro entre dos universos distantes, pero apenas distintos.

En definitiva, el libro de Rivera y Escobar trasciende su cometido. No quiere ser una antología del nuevo periodismo latinoamericano. No quiere ser un manual seco y una recopilación de nombres y cronistas; es un libro espejo, en donde nos reconocemos y nos somos re-conocidos, porque en el fondo, lo que aquí se expone y se explica es nuestra particular manera de contar una realidad, variopinta y fascinante como lo es la Latinoamericana, sin importar el día y el siglo en el que se produzca la escena que nos prende, esa que acompaña y no quiere hacerse desaparecer.

¿ Sobre qué bases se arrojó Estados Unidos el derecho de decir que el nuevo periodismo nació en sus tierras, cuando la investigación por ustedes realizada vuelca el espejo y nos enseña que esa nueva forma de narrar la realidad tuvo sus primeras semillas en América Latina?

Froilán Escobar: Es algo que se sustenta en la ignorancia. Cuando Tom Wolfe hizo esa muestra del llamado nuevo periodismo y así lo etiquetó, no conocía que ya los cronistas latinoamericanos de finales del siglo XIX habían hecho este tipo de crónicas. Es algo que sostiene Susana Rotker, al manejar la tesis de que la crónica del nuevo periodismo nació en América Latina con tres grandes poetas, como lo fueron Rubén Darío, José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera.

Ernesto Rivera: Creo que también tiene que ver mucho con la dinámica que existía en los medios de prensa escrita estadounidenses, con cierta rigidez estilística que cualquier trasgresión a eso se vivía como una cosa completamente nueva, que es lo que narra Tom Wolfe. Lo que existía era un desconocimiento de que esa transgresión estilística, esas libertades, ya se habían explorado con profundidad y amplitud en otros lugares, como en Latinoamérica, por ejemplo.

¿ Existe una diferencia de fondo realmente entre el nuevo periodismo reivindicado por Tom Wolfe con el que se escribía más abajo, en América Latina?

Froilán Escobar: Hay una diferencia en la mirada. Ambas corrientes parten de la subjetividad de la mirada como una fortaleza del periodismo, o la ocultan como sucede en el periodismo informativo. La diferencia es quizás en dónde se deposita esa mirada. En el periodismo norteamericano esa mirada está puesta en la celebridad. Hay una predilección por explorar lo que tiene que ver con lo célebre, con lo famoso. En Latinoamérica esa mirada está colocada en lo oculto, en lo que no ha sido mirado antes.

Ernesto Rivera: Agrego que eso que él llama oculto es precisamente en términos sociales lo periférico. Son no sólo los hechos sino las figuras que no tienen nombre, que no tienen voz y que la crónica latinoamericana quiere llevar al centro, mientras que la crónica norteamericana centra esa obsesión rectora, como la llama Villoro, en las celebridades. Los cronistas norteamericanos escriben sobre los Kennedy, sobre Marilyn Monroe, Natalie Wood, sobre Madonna, etc., mientras que ya Martí, en una crónica de 1887, prefiere centrarse en los obreros que daban la batalla por la jornada laboral de ocho horas. Estas figuras que desaparecieron de la historia, Martí las rescata en un momento en que estos temas y otros no eran el centro de los temas periodísticos, porque se consideraban prosaicos o que no eran del interés de los lectores de los medios.

¿ Qué circunstancias hubo en América Latina para que allí se presentaran las plumas que hicieron posible el llamado “nuevo periodismo”?

Froilán Escobar: Creo que fue una circunstancia casual. Los que escribieron estas primeras crónicas que fueron los fundadores del movimiento modernista, eran grandes poetas. Darío, Martí, Nájera, entre otros. Eran figuras que vivían precariamente de la literatura. Se les presentó la posibilidad de trabajar como periodistas, de cubrir las noticias de ese momento, y lo hicieron con las armas con las que contaban, que era precisamente la literatura. Hicieron periodismo a partir de estructuras literarias, es decir, reflejaron y reconstruyeron lo real a partir de la literatura, creando una nueva manera de hacer periodismo.

Ernesto Rivera: Agrego que a esa combinación de cosas fortuitas se unió el viaje, la travesía. Muchos de estos escritores estaban fuera de sus países, narrando hechos que veían. Hablo de Martí en Estados Unidos, Vallejo en París, Darío en España. Narraban el asombro de los hechos que veían para los periódicos de sus países. La combinación son estas crónicas maravillosas como las que escribió Vallejo sobre los funerales de Isadora Duncan, un personaje famoso y exótico en Latinoamérica. Él lo narra desde su propio asombro, en su condición de peruano en París.

¿ Pero en lo fundamental es la fusión del poeta con el periodista la piedra de toque que permite el nacimiento de la nueva forma de contar la realidad?

Ernesto Rivera: Sí. Es esa fusión de formatos, esa manera de faltarle el respeto a un formato que termina enriqueciéndolo de una manera fantástica.

¿ Cuántas etapas conoce el “nuevo periodismo” en América Latina ?

Froilán Escobar: El primero es el referido a finales del siglo XIX. Después hay una continuidad con algunos modernistas que llegan, como el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. Ellos descubren una posibilidad de vivir, de ganar dinero y al mismo tiempo de profesionalizarse, utilizando los recursos que ya tenían. Hay un segundo momento que son los que se ubican o están en la frontera entre el modernismo y la vanguardia, por ejemplo Vallejo. Después vienen una serie de figuras que cuidan la continuidad. Walsh, García Márquez, Elena Poniatovska, Carlos Monsiváis, hasta Pedro Lemevel, Martín Caparrós, Josefina Lisitra, Juan Pablo Meneses, aportadores estos últimos de elementos a la crónica. Claro, a partir del modernismo no podemos ver a América Latina aislada de lo que sucede en el mundo. Creo que hay un gran momento del nuevo periodismo que se sitúa en torno a la guerra civil de España. Muchos de los grandes poetas latinoamericanos y periodistas del mundo cubrieron este acontecimiento. Allí estuvo Hemingway y Vallejo, por citar dos casos. Es cuando empieza un intercambio, un tipo de fusión o de influencia de un lado y del otro.

Ernesto Rivera: Hay un fenómeno interesante, visto como etapa contemporánea y que ocurre en este momento. Tiene que ver con los cronistas latinoamericanos y los blogs. Hay varios ejemplos de cronistas que están alimentando blog’s en tiempo real, en donde la tecnología aporta a la crónica, a la inmediatez. El cronista ya no sólo viaja a lugares exóticos o diferentes a los del lector y les narra lo que está viendo con los elementos de la literatura, sino que la hace casi en tiempo real. Juan Pablo Meneses tiene un blog en Clarín que alimenta cada dos o tres días. El tema de la temporalidad agrega un elemento nuevo a la crónica.

: En esta línea tomemos un ejemplo concreto: como Uds. recuerdan la invasión de EE.UU. a Irak fue narrada en primera persona por un iraquí que se las ingenió para crear su blog. ¿ Son estos blog’s los herederos del nuevo periodismo ?

Ernesto Rivera: Hay un nicho. No sé si hablar de herencia, pero sí de un ámbito en donde este estilo va a hervir y madurar. En estos momentos hay millones de personas escribiendo. Este iraquí, sin la actual tecnología, tendría que escribir quizás en un diario o en un cuaderno, y probablemente nunca se hubieran publicado.

En buena medida son crónicas que se escriben en el real time, y que desaparecen con la misma velocidad por el efecto de la inmediatez. Es decir, no perduran.

Froilán Escobar: No creo que desaparezcan. Te recuerdo que la crónica es un lenguaje anterior al periodismo. Los que han investigado qué es lo que pervive en la humanidad, nos demuestran que lo que se mantiene son los relatos, las historias. Villoro dice que la Biblia es muestra del nuevo periodismo; que los cuatro evangelistas son cronistas. Los de las Indias son cronistas. La humanidad tiene una necesidad de contar sus historias, las cotidianas y las trascendentes. La crónica es algo que va a pervivir y encontrar nuevas formas. A través de la oralidad, internet, del rumor, la crónica permanece. Es una manera de contar lo que le pasa a la gente, por encima de las historias oficiales, incluso refutando la realidad.

¿Entonces podríamos ver y llamar a la crónica un género mutante que vive hoy un nuevo momento de esplendor?

Froilán Escobar: Así lo creo. La gente no puede dejar de contar sus historias, es una necesidad. Insisto: lo que permanece en la nuestra memoria son las historias, los relatos.

Ernesto Rivera: Me gusta la definición de género mutante. Esa capacidad de mutar y adaptarse a distintos formatos, tiene que ver con la necesidad de contar una historia bien contada. Es interesante la capacidad de la crónica de revelar datos desconocidos y de conservarlos, un ejemplo es Tomás Eloy Martínez en la Pasión según Trelew.

La velocidad con la que hoy vivimos; esa necesidad constante y urgente de estar informados en el menor tiempo posible; ese profundizar en la vorágine de la inmediatez… ¿tiene espacio el nuevo periodismo para respirar en el contexto que vivimos?

Ernesto Rivera: Creo que sí, y cada vez más. Al instante puedo saber a través de internet el PIB de cualquier país o la cantidad de población según el último censo, pero saber lo que pasa en ese lugar, saber cómo vive esa gente, comprender a esa gente, supone un esfuerzo de profundidad mayor, y creo que es justamente el aporte que da la crónica. Medios líderes como el New York Times han abordado ese camino; muchas de las informaciones que publican se escriben en lenguaje de crónica. Muchos medios apuestan a esta línea, sean impresos o virtuales. Lejos de estar en vías de extinción, la crónica goza de buena salud.

Froilán Escobar: Es interesante destacar el hecho que la crónica nació mezclando, fusionando recursos de uno y otro lenguaje, el de la poesía con el del periodismo, el del periodismo con el de la historia. Es un género que se apropia de otros medios, de otros lenguajes, como el del cine. El gran aporte de la crónica es la narración por escenas. La crónica seguirá explorando en los nuevos lenguajes que surjan, de eso no hay duda. Narrar lo que nos ocurre es una necesidad.

Colaboración especial de Argot-in

La Prensa Literaria

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