Si hay un antólogo con poesía aún inédita, que ha dedicado casi 50 años a este oficio, ese es el profesor Manuel Hamilton Silva, que ha desempeñado una paciente labor pionera de recopilación histórica y folclórica. En sus libros Ometepe su historia mitos y leyendas, Ometepe en el siglo XX y Ometepe en el siglo XXI, rescata la leyenda romántica de La princesa Ometepetl, La leyenda de Chico Largo y Mama Bucha, entre otras.
Hamilton tiene sin publicar una selección de cuentos y poemas, en los que incluye su rescate de poemas orales. Entre esos viejos trovadores orales ya fallecidos figuran Augusto OConnor, que dejó poemas como: La isla de Ometepe, El canto de la montaña, María Jesús, y La voz de la naturaleza; y el coplero Ricardo Urtecho. Asimismo, ha reunido poemas picarescos del primer bachiller Tomás Adolfo Martínez y del primer médico Amadeo Martínez. Así de los poetas más nuevos como Juan Velásquez, Carla Varela, Salvador Guillén Irigoyen, Norlan José Cajina Álvarez, y Rafael Gutiérrez; de los cuentistas Domingo Gutiérrez y Latino Caña; de los cantautores Manuel Salvador Gómez, Julio Guillén Gómez, y Anselmo Carrillo. Todos estos trovadores isleños, inéditos, se hacen llamar los Poetas de Ometepe.
Dos cantautores y poetas
Manuel Salvador Gómez. Poeta y cantautor. Autor del CD Himno de Ometepe. Escribe y canta a los volcanes, al amor, la naturaleza, a los primitivos navegantes de la isla, sus leyendas, y a Dios. Desde hace unos treinta años comenzó a escribir, en una revista de Catastro, en la sección Rincón del Barro. Actualmente publica sus poemas en una revista bimensual de la Red de Organizaciones Civiles de Ometepe, ROCO. Tiene recopilado unos 200 poemas y piensa publicar una selección antológica.
Julio Guillén Gómez. Poeta y cantautor, proviene de una familia de artistas como el pintor Arnoldo Guillén y el músico Milton Guillén. Ejecuta con maestría el saxofón y el clarinete, y hace arreglos musicales. Estuvo en el conservatorio de música y estudió en Estados Unidos. Sus primeras influencias vienen de su padre, un hábil saxofonista y del músico-poeta Gustavo Guillén. Su inspiración musical, recuerda, surge cuando acostumbraba mirar el paisaje de la costa del lago y sus grandes relámpagos, esta impresión estremecedora le llevó a componer poéticamente sus canciones: Un oasis de paz, El Pescadito rojo, La isla tu paz. Piensa lanzar su CD con quince canciones con ritmos de huapango, corrido, salsa y rock.