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Teatro-Danza de Ligia Luna

A ese rico y extremadamente complejo territorio que se ha denominado Teatro-Danza, penetró Ligia Luna, sin aspavientos, sólo con la firme convicción de que no daría marcha atrás en su carrera contra los prejuicios, sola, envuelta en sus propios demonios de la compleja condición humana. Una granadina atípica, luchadora contra las categorías impuestas del “buen […]

A ese rico y extremadamente complejo territorio que se ha denominado Teatro-Danza, penetró Ligia Luna, sin aspavientos, sólo con la firme convicción de que no daría marcha atrás en su carrera contra los prejuicios, sola, envuelta en sus propios demonios de la compleja condición humana.

Una granadina atípica, luchadora contra las categorías impuestas del “buen gusto y la belleza”, para mostrar una realidad heterogénea en la que el movimiento adquiere un enorme poder transgresor.

En todas sus obras se implica con sus propios miedos, sus propios deseos, sus complejos y, en suma, con su propia vulnerabilidad. Esto la lleva a la utilización de toda la gestualidad del comportamiento cotidiano, tanto en lo íntimo como en lo social; un aluvión de gestos físicos y emocionales que recicla y reintegra en composiciones llenas de originalidad, ternura, irónica crueldad y, sobre todo, de una viva y cruda humanidad.

Ligia Luna trabaja con su vulnerabilidad, hasta llevarla a emplear gestos desgarrados en sus coreografías, escenificando esa fantasmagórica intimidad femenina, en un registro de “lo terrible”, al modo de los pioneros expresionistas del teatro-danza. Sus obras se pueblan de crueldad e ironía, atravesadas por la fragilidad de las inseguridades identitarias, aforadas de sentimientos humanos tan elementales como la necesidad de ser amados o, al menos, odiados.

Seguramente, para Ligia, la danza corre el riesgo de disolverse si continúa narcisistamente contemplándose a sí misma. La danza contemporánea ha encontrado una renovadora vertiente abstracta y expresionista, ampliando así sus fronteras, dejando de ser un género teatral diferenciado, para constituirse en una manifestación más de los procesos de hibridación propios de la sensibilidad postmoderna. Las fronteras entre teatro, plástica, danza y literatura se difuminan en un espejo que le devuelve su imagen ampliada y, hasta cierto punto deformada de sus propios orígenes siendo y no siendo ballet, siendo y no siendo teatro, plástica, danza, literatura e incluso filosofía.

Ligia es fiel continuadora de la danza expresionista, también llamada danza abstracta, nacida del contexto de la agitación de las grandes vanguardias europeas de comienzos del siglo XX. La danza tradicional, vinculada al ballet clásico, fue transformada mediante una nueva estética de movimiento corporal donde no impera ya el valor de la métrica, el ritmo, los saltos y pasos previamente establecidos. En la danza expresionista se recupera el movimiento libre, una interacción más dinámica con el espacio, y la posibilidad de la autoexpresión corporal.

Ligia y su Teatro-Danza Desequilibrio es una propuesta donde se conjugan la expresión corporal, la danza y el arte dramático. La unión de la danza “genuina” y los métodos del teatro creando una nueva, única forma de danza que, en contraste con el ballet clásico, se distingue por una fuerte referencia a la realidad, al desequilibrio de la realidad y de la humanidad. Por eso, acude desde lo formal a la palabra, el canto, la música, el teatro, el movimiento en su más amplia acepción, interpretado por bailarines entrenados, encadenando tiempo, espacio, escenografía, luces, trajes, acciones físicas y vocales, objetos en torno a una reflexión existencial que se traduce en un tema concreto.

No importa a veces, el diagrama narrativo, simple y llanamente le interesan las situaciones escénicas referidas a los conflictos del desequilibrio humano, estimulando al espectador a identificarse y reflexionar sobre ciertas líneas de pensamiento. Ligia retoma los fundamentos de la danza expresionista alemana al reflejar una visión cósmica y espiritual del hombre y el Universo y al mismo tiempo denunciando las atrocidades provocadas por la torpeza humana. El dolor es transformado en una propuesta estética.

En ese sentido surgen obsesiones escénicas que son propias de nuestra época: la soledad, las desigualdades entre el hombre y la mujer, la injusticia social, las matanzas, la violencia, la ausencia de amor, la individualidad, el hombre atrapado por sus profundidades más oscuras.

En Latinoamérica el neoexpresionismo encarnado por la danza teatro implica una vuelta al humanismo. Teatro-Danza Desequilibrio es básicamente el contenido humano, social, histórico y filosófico reunidos en la dramaturgia personal de Ligia Luna y su visión del mundo. Por eso, Teatro Danza Desequilibrio es un compromiso, no una simple forma de entretenimiento ni una exhibición técnica.

La Prensa Literaria

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