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Temporal de xoconostles

¡Piensa el presente! dice mi amor funículo ¡No me guardes para un mañana sin mañana! repiten las zafras dulces para resonar el infinito ¡Y si supiera si ha de volver! carmín de cochinillas inservible hoy para colorearme la tristeza ¡Ni mañana ni después, pero volver! Hasta entonces los frutos esparcidos callarán, agriándose en suelo ígneo […]

¡Piensa el presente!

dice mi amor funículo

¡No me guardes para un mañana sin mañana!

repiten las zafras

dulces para resonar el infinito

¡Y si supiera si ha de volver!

carmín de cochinillas

inservible hoy para colorearme la tristeza

¡Ni mañana ni después, pero volver!

Hasta entonces los frutos esparcidos callarán,

agriándose en suelo ígneo

No me los puedo comer…

ni siquiera sus espinas

Ahora soy yo la que madura agazapada en los pasillos

esperando tu mirada

¡Y lo que se rompe no se puede volver a pegar!

y un mi plato teñido se rompió

y a un mi plato teñido…

se le salieron los xoconostles

Parecen familiares del cerro y de la tuna, agrios y espinosos; aunque algunos son dulces color sangre. Fruto maduro, no se puede comer… pero sirven para el chile y para el agua; para las mujeres ni amigos ni enemigos, pues sus semillas son tan duras que ni boca ni aspas pueden moler. Sólo engendran en tierra seca, por los caminos áridos, donde el viento seca las lágrimas y los hombres, en temporal, cosechan cochinillas para pintar de carmín los recuerdos.

La Prensa Literaria

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