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Jesucristo, Rey del Universo

Sacerdote católico Con la solemnidad de la Fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, hoy se concluye el año litúrgico y se destaca la figura de Cristo como centro de toda la historia universal, pues es “Rey de Reyes y Señor de Señores” (Apocalipsis, 19, 16). El objetivo fundamental de la vida de Jesús fue el […]

Sacerdote católico

Con la solemnidad de la Fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, hoy se concluye el año litúrgico y se destaca la figura de Cristo como centro de toda la historia universal, pues es “Rey de Reyes y Señor de Señores” (Apocalipsis, 19, 16).

El objetivo fundamental de la vida de Jesús fue el anuncio del Reino de Dios: “Convertíos porque el Reino de Dios ha llegado” (Mateo 4, 17). Y Jesús que pregona la llegada del Reino de Dios, asimismo se anuncia, porque Él, es el Reino de Dios.

El Padre Nuestro es el modelo más sublime de oración: “Venga a nosotros tu Reino…”. Le expresamos a Dios, de manera libre, que ejerza su señorío en nuestra existencia y nos convertimos en súbditos de amor.

Constatamos, con frecuencia, que aunque lo proclamemos con los labios contradecimos su potestad con el mal comportamiento. El problema radica en que se quiere estar por encima de Dios. Y Jesús lo sentenció: “Ningún siervo puede servir a dos señores…”.

Esto lo podemos aterrizar en nuestra situación actual: quienes se llaman creyentes en Dios, pero se conducen como funcionarios de infamia, violencia y agresión, en realidad son usurpadores de la Sagrada Escritura, pillos y manipuladores de la verdad.

Un bello ejemplo de lo que es la plena obediencia a Dios, lo encontramos en el relato del Segundo Libro de los Macabeos, en el capítulo siete.

Allí se nos relata la historia de una madre que junto a sus siete hijos se negó a contrariar la ley de Dios. Esa mamá animaba a cada uno de sus hijos para que permanecieran fieles y cuando en medio de las torturas más atroces los fueron asesinando uno a uno, cuando quedaba el más joven de ellos, creyendo el tirano abusivo que iba a persuadir al muchacho prometiéndole riquezas si rechazaba sus creencias, obligó a la madre para que lo hiciera claudicar.

Ante esto, la mamá hizo lo siguiente: Se inclinó hacia el menor de sus hijos y le dijo en su idioma: “Hijo mío, ten compasión de mí, que durante nueve meses te llevé en mi seno, y te he amamantado durante tres años y te he alimentado y te he criado y educado hasta la edad que ahora tienes. Te pido, hijo mío, que mires al cielo y a la Tierra y a todo lo que hay en ella, que reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada y que de la misma manera hizo el género humano. No temas a este verdugo; hazte digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que tengas parte en la misericordia con tus hermanos”. Todavía estaba hablando la madre, cuando el hijo exclamó: “ ¿Qué esperas? No obedezco las órdenes del rey; yo sigo y obedezco los preceptos de la ley dada a nuestros padres por Moisés. Tú (refiriéndose al verdugo), que has tramado toda clase de crímenes, no podrás escapar de la mano de Dios”.

En el transcurso de la historia los tiranos han querido imponerse con la fuerza y la brutalidad, pero quien permanece firme en la Palabra Divina debe gritar con su misma vida, resistiendo y confrontando al déspota, que Jesús es el Único Señor. ¡Que Viva Cristo Rey!

Religión y Fe

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