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Para una paz verdadera, una justicia auténtica

“Oramos para que en todo lugar crezca el respeto por cada persona, junto a la conciencia responsable de que solamente en la acogida recíproca de todos es posible construir un mundo signado por una justicia auténtica y (una) paz verdadera”. (Benedicto XVI) El precio de la paz es la justicia. Sólo la práctica de la […]

“Oramos para que en todo lugar crezca el respeto por cada persona, junto a la conciencia responsable de que solamente en la acogida recíproca de todos es posible construir un mundo signado por una justicia auténtica y (una) paz verdadera”.

(Benedicto XVI)

El precio de la paz es la justicia. Sólo la práctica de la justicia puede proporcionarnos en Nicaragua copiosos dividendos de paz y, consecuentemente, de libertad y progreso.

Pero la justicia proviene del respeto que nos merece o debe merecernos cada persona en particular y la sociedad y el pueblo en general. Por eso no ocurre un fraude electoral donde se respeta a la persona humana, a la ciudadanía, ya que un pueblo respetado no puede ser burlado.

“Solamente en la acogida recíproca de todos es posible construir una Nicaragua marcada por una justicia auténtica y una paz verdadera”. Pero cuando unos atropellan impunemente los derechos ciudadanos de otros, manejando el principio de que “el fin justifica los medios”, así se trate de una minoría contra una aplastante mayoría, resulta imposible que se dé esa “acogida recíproca de todos”.

Lamentamos el saldo de dolor y repudiamos todo tipo de agresión a periodistas, policías y pueblo en general, el irrespeto a la Conferencia Episcopal en expresiones inapropiadas de parte de algunos miembros del CSE, etc., recordando que todos somos hermanos y compatriotas.

Saber perder es un arte, lo mismo que saber ganar. Unos dicen: “Nosotros cuando perdimos aceptamos la derrota…”. Otros responden: “También nosotros hemos aceptado sin protestar la victoria del adversario cuando las elecciones han sido vigiladas, claras y transparentes”. El problema no radica, entonces, en aceptar o no la derrota, sino en que los reales ganadores resulten “perdedores” y los verdaderos perdedores, “ganadores”. En un juego deportivo una cosa es perder una partida y otra muy diferente que le roben la partida, dando el triunfo a quien no le corresponde. En el presente caso están en juego la verdad y la justicia, el futuro democrático de la Nación.

Por lo visto, en esta situación “no hay nada que hacer; sólo ser”. Ser justos y veraces, respetar para ser respetados, buscar el bien de Nicaragua más que el beneficio personal o partidario, ser honestos y sinceros, ser responsables.

Entonces hay algo qué “hacer”. Sí… Empezar a “ser”. ¡Dios proteja a Nicaragua!

Religión y Fe

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