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Año nuevo en Jesús

Sacerdote católico Celebramos la Epifanía del Señor. Jesús, que fue adorado por los pastores la noche de Navidad, hoy se muestra al mundo por medio de los sabios de Oriente, que siguiendo el resplandor de la estrella se postran ante Él y le ofrecen significativos obsequios. El Creador de cielos y Tierra se deja encontrar […]

Sacerdote católico

Celebramos la Epifanía del Señor. Jesús, que fue adorado por los pastores la noche de Navidad, hoy se muestra al mundo por medio de los sabios de Oriente, que siguiendo el resplandor de la estrella se postran ante Él y le ofrecen significativos obsequios. El Creador de cielos y Tierra se deja encontrar en los brazos de la Virgen María.

Incienso, oro y mirra, son las dádivas que le brindan.

Incienso, porque Jesús es Dios. Engendrado en el vientre purísimo de María, no creado, consubstancial con el Padre y con el Espíritu Santo, como profesamos en nuestra fe.

Oro, porque Jesús es Rey. Ningún reinado de este mundo, por pomposo que sea, por peligroso que parezca, es para siempre. Solamente Jesús es Rey Inmortal. Es Rey de Reyes y Señor de Señores.

Mirra, porque Jesús es hombre. Y como hombre tuvo hambre, padeció sed, lloró por la muerte de su amigo Lázaro, sintió compasión por los necesitados, se angustió en el huerto de Getsemaní y padeció la muerte en la cruz para redimirnos de los pecados, resucitando al tercer día.

Al iniciar un nuevo año, si queremos que sea en Jesús y para Jesús, debemos meditar y llevar a la práctica cuatro aspectos de nuestra vida.

Primero: saber quiénes somos. No para el mundo sino para Dios. Cuando no captamos esto, vivimos angustiados, necesitados de la aprobación de los otros, pensando en el qué dirán. ¡Qué gran error! Somos Hijos de Dios y por eso tenemos dignidad, valor y necesitamos vivir en libertad. Por eso no podemos aceptar ningún tipo de opresión.

Segundo: no dejarnos engañar. El engaño es una mentira que hemos creído como verdad, pero que es falsedad. Jesús repelió a todos aquellos que se mostraban ante la gente, con palabras y con actitudes externas, como buenos, pero que en su corazón albergaban la maldad y la provocación y les dijo: “Son semejantes a sepulcros blanqueados que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de muertos y de toda clase de inmundicias”. No debemos dejarnos engañar por cantos de sirenas que solamente nos llevan a la desgracia. Hay que amarrarse a los pies de la cruz de Cristo para no sucumbir ante las mentiras de los que actúan con doblez.

Tercero: ser valientes en Jesús. El miedo existe. La persona que dice no tener miedo o es mentirosa o está falta de cordura. Pero debemos superarlo. El miedo excesivo es el que paraliza y nos impide actuar conforme a la verdad. Es astucia de Satanás y sus secuaces el infundirnos miedo para mantenernos esclavos. Donde está el Amor de Dios no puede existir el temor.

Cuarto: creerle a la Palabra de Dios. Pensamos que es complicado, pero es sencillo. Hay que hacerse como niños en los brazos de Jesús. Pero no debemos ser ingenuos. Recordemos que como león rugiente el enemigo anda buscando siempre a quién devorar.

Año Nuevo en Jesús. A Él la gloria, honor y poder, por los siglos de los siglos.

Religión y Fe

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