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Carlos Fuentes entre los opuestos

A finales del siglo XX Fuentes parece ser el único sobreviviente de su generación que aún cree en la novela “total” tal y como lo proponía la generación del “boom” (a la que pertenece), aquella capaz de mostrar lo más completamente posible los diversos y hasta opuestos aspectos de nuestras complejas sociedades. Al menos eso […]

A finales del siglo XX Fuentes parece ser el único sobreviviente de su generación que aún cree en la novela “total” tal y como lo proponía la generación del “boom” (a la que pertenece), aquella capaz de mostrar lo más completamente posible los diversos y hasta opuestos aspectos de nuestras complejas sociedades. Al menos eso es lo que intenta ser su más reciente novela Los años con Laura Díaz (Alfaguara, 1999), una ambiciosa saga familiar y una revisión a más de cien años de la historia mexicana.

El eje central de esta novela es el personaje de Laura Díaz (1898-1972), pero el relato abarca desde la historia de sus abuelos maternos (inmigrantes alemanes) hasta el año 2000, cuando un bisnieto de Laura, el supuesto narrador de la novela, trata de reconstruir la vida de su benefactora. Gracias a lo extenso de la novela (600 páginas) Fuentes puede mostrarnos con detenimiento y detalle los sucesos y las circunstancias particulares que vivieron cada una de las generaciones de esta familia. En esta oportunidad, a diferencia de otros textos similares del autor, es el punto de vista femenino el dominante en el relato y por eso mismo los personajes más importantes son mujeres: la abuela Cósima, las tres tías solteronas y, por supuesto, la misma Laura.

Pero esta saga familiar está signada por los avatares políticos. El abuelo alemán es un “socialista desilusionado” que llegó a América huyendo de su pasado; el largo gobierno de Porfirio Díaz es el telón de fondo sobre el que se desarrolla la infancia de Laura. Y con la llegada de la revolución la situación de la familia se vuelve tan azarosa e inestable como la del país. Así sucesivamente, hasta llegar a Santiago, el nieto de Laura, uno de los jóvenes que murieron el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de Tlatelolco. Incluso sucesos como la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial y las persecuciones de izquierdistas en Estados Unidos llegan a influir directamente en la vida de Laura y su familia.

Un atractivo especial de la novela es que en ella aparecen hablando y actuando personas reales del mundo de la política y del arte, como los pintores Frida Kahlo y Diego Rivera (Laura trabaja con ellos durante una temporada) o los escritores José Gorostiza y Xavier Villaurrutia. En el otro extremo reaparecen personajes de otras novelas de Fuentes, como Artemio Cruz. Y es que resulta inevitable para el autor establecer un paralelo entre La muerte de Artemio Cruz y Los años con Laura Díaz, no sólo por su similitud temática y de planteamiento narrativo, sino porque sus diferencias grafican la evolución literaria de Fuentes en los 32 años transcurridos entre una y otra. Todo el experimentalismo (cambio constante de narradores, complejidad estructural y grandes elipsis temporales) y la agresividad de La muerte… han sido reemplazados por técnicas mucho más clásicas y tradicionales (narrador omnisciente, relato completamente lineal) y por una mirada intimista, vital y amable. No es casualidad que esta última novela fuera presentada públicamente en Nueva York por la escritora Laura Esquivel, autora de la exitosa Como agua para chocolate.

Seguramente Los años con Laura Díaz generará polémicas entre los críticos e historiadores, tanto por sus opciones formales como por sus constantes alusiones a la historia política de su país. Pero no por eso deja de ser una excelente novela, una lectura agradable y un bien logrado retrato del siglo XX

mexicano.

La Prensa Literaria

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