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Leoncio Sáenz :Dibujo moderno

De la serie de pinturas de La Biblia de Leoncio Sáenz se exponen en el Convento San Francisco de Granada, como parte del festival de poesía Nacido en Paxila en 1935, comunidad de los indios matagalpas, al norte de Nicaragua, niño campesino y agricultor. Educado en el Colegio San Luis, bajo la formación religiosa de […]

  • De la serie de pinturas de La Biblia de Leoncio Sáenz se exponen en el Convento San Francisco de Granada, como parte del festival de poesía

Nacido en Paxila en 1935, comunidad de los indios matagalpas, al norte de Nicaragua, niño campesino y agricultor. Educado en el Colegio San Luis, bajo la formación religiosa de su época, creyente y acólito de la Catedral de Matagalpa. Se impresionaba por el rito de la misa en latin —como una gran producción de teatro— con las vestimentas de los obispos, las togas, casullas, mitras, estolas y parafernalias.

Su pasión por el dibujo desde niño con lo más económico, un simple lápiz de grafito, capturando imágenes de aves, flores, frutas, plantas, animales; famoso entre sus compañeritos de clase, vendía dibujitos, y ganaba todos los concursos de arte. Como premio de un certamen fue becado para estudiar en Managua en la Escuela Nacional de Bellas Artes desde los 15 años, bajo la dirección del maestro Rodrigo Peñalba (1908-1979).

Leoncio empezó a crecer, crecer, crecer… dibujante nato, pintor, escultor, muralista, decorador de interiores, diseñador de pisos, de joyas, realizador de altares de imágenes, de carrozas, escenógrafo, crítico de arte, historiador, coleccionista, recopilador y sobre todo ejemplo y maestro. Su obra va desde las tintas abstractas en blanco y negro, calcos y matrices impresas de manera virtual con desperdicios tomados de los talleres de mecánica y de la basura, tornillos, clavos, arandelas, herraduras, transformadas en paisajes espaciales atemporales.

Su pintura evocando la estética precolombina, la óptica geométrica de los ancestrales dibujantes de códices, sus colores, sus poses hieráticas, sus narraciones en historias dibujadas… su trabajo plástico imitando las masas cerámicas y “estucos” arquitectónicos con sendos dibujos incisos, le llevaron a incursionar en una suerte de muralismo recreado de la imaginería precolombina. Su colorido terso y transparente, sus equilibrios con cielos y suelos estratigrafiados; cada cosa en su lugar.

Su escultura, tótem precolombinos, simplificados, destacando el color del material, el concreto vaciado, y fundido con los dibujos incisos en bajo relieve, de gran simpleza y austeridad, “con poco decir mucho”.

Mi mentor, el maestro Leoncio es el fundador del dibujo moderno de Nicaragua, él formó una generación de artistas nicaragüenses desde su magisterio en la Escuela de Bellas Artes, pues no sólo llegó de 15 años donde Peñalba, sino que allí vivió como maestro y discípulo de Peñalba por más de 22 años hasta el terremoto que destruyó la ciudad de Managua en 1972. Leoncio formó esa generación de dibujantes de finales de los sesenta, Carlos Montenegro, Silvio Bonilla, Alejandro Canales, Alfonso Ximénez, Efrén Medina y Róger Sevilla, que han trascendido.

En 1975 realizó su obra maestra: los murales de El tiangue precolombino y El mercado colonial, cada mural de 30 metros de largo por 2.5 metros de alto en cemento y polvo de mármol, representando en cada uno de ellos el mayor inventario que se haya hecho sobre la comida precolombina y los alimentos coloniales en nuestros mercados populares. Capturó nuestras tradiciones danzarias y festivas con su plumilla y pincel, personajes, escenas históricas.

Nuestro Leoncio Sáenz fue inspiración de las nuevas generaciones del arte nicaragüense de la Revolución Sandinista, mi generación le debe mucho a Leoncio, sus consejos, su obra majestuosa que nos transmitió el orgullo de la sangre india nicaragüense, sus críticas filosas y contundentes, su cercanía y accesibilidad, podemos decir que Nicaragua le debe mucho a Leoncio Sáenz.

Fue director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de León y de la Escuela de Artes Plásticas de Managua, vivió y viajó por Nueva York, Washington, Canadá, Bulgaria, España, Cuba, Centroamérica, Mozambique, África Austral, Alemania, la Unión Soviética. Tuve la dicha de ser guiado por él en las salas del Museo de Arte Moderno de Nueva York y de la Galería de Arte de Ontario. Leoncio era sabio, el artista más culto que ha tenido Nicaragua, el artista que más ha aportado hasta la fecha a Nicaragua.

En el 2008 le despedimos con cantos del Coro Nacional y cantos campesinos en la Catedral de Matagalpa, en su catedral, desde donde emprendió su último viaje a las montañas, de flores del campo, de frutas; de animalitos, tucanes, pizotes, tortugas, venados, guardabarrancos, colibríes; de leyendas, de danzas, de indios, de santos, de la Biblia y de Dios.

La Prensa Literaria

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