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Naturaleza, una de las grandes inspiraciones del maestro Saravia. LA PRENSA/U.Molina

Magisterio y arte

Sensualidad cromática “La primera idea que se me viene cuando veo su obra es de solidez, continuidad, materialidad, gusto por trabajar, desdén por cualquier cambio o moda. Y de comunicatividad, uno siente perfectamente lo que él sintió cuando las trabajó. Y de sensualidad cromática y táctil, de tranquila hermosura”. “En muchas ocasiones trabajamos juntos paisajes, […]

Sensualidad cromática

“La primera idea que se me viene cuando veo su obra es de solidez, continuidad, materialidad, gusto por trabajar, desdén por cualquier cambio o moda. Y de comunicatividad, uno siente perfectamente lo que él sintió cuando las trabajó. Y de sensualidad cromática y táctil, de tranquila hermosura”.

“En muchas ocasiones trabajamos juntos paisajes, en Miraflores, Sabana Grande, Santa Elena, Cinco Tubos… y en Bellas Artes desde luego. Comentábamos y comparábamos, y nos asomábamos el uno al cuadro del otro, y por eso aunque hubiera visto menos obras suyas que las que he visto, siempre reclamaría que conozco a fondo su arrimarse al oficio de pintor”.

Profesor de los escultores

Ernesto Cardenal

“Fernando Saravia, el gran escultor de Nicaragua, le guardo un gran agradecimiento, que no puedo acabar de expresar porque él me hizo escultor, es decir: yo también soy su discípulo”.

“En 1979, cuando fui nombrado Ministro de Cultura, lo primero que hice fue nombrar a Saravia profesor de los escultores campesinos de San Juan de Limay, para que fuera maestro de ellos, como había sido mío, porque yo vi en ellos cierta influencia de mis esculturas. Pero Saravia nos hizo crear, no ya no imitar. Los hizo verdaderos artistas, ya no artesanos.”

En breve

Fernando Saravia

Nació en Managua un 7 de febrero de 1922 y fallecido este 13 de febrero del 2009 a las 4:30 p.m. Estudió su primaria en la Escuela de Monseñor Lezcano donde también estudió su maestro de escultura y fundador de la Escuela de Bellas Artes, Genaro Amador Lira.

A inicios de los años cuarenta se dedicó a hacer telones, decorar altares, carrozas, catafalcos, y diseños de telas. En 1948, junto a Rodrigo Peñalba inició en Nicaragua el proceso de modernización de la plástica nacional, Fernando Saravia se convirtió en su principal colaborador.

La historiadora de arte María Dolores Torres estima que Saravia es un “gran intérprete del paisaje nicaragüense…” y que su continuo Leitmotiv han sido los árboles nicas, malinches, robles, corteses, almendros, etc. Su obra refleja la constancia, tenacidad, modestia y honradez al aspirar a la perfección del oficio, sin recurrir al mito del genio. Fernando Saravia: Es la personificación del “homo artifex” que da vida y transforma la materia.

En 1955 participó en una muestra Cuatro Pintores y Dos Escultores Nicaragüenses, en la Galería de la Unión Panamericana, Washington, DC. Con su escultura Pájaro de fuego, participa en Pabellón Centroamericano de la Feria Mundial, de Nueva York, exhibe sus piezas en el Museo de Bremen, Alemania.

Desde 1991, a la fecha realizó siete exposiciones en la galería de arte contemporáneo, Códice, siendo el artista más homenajeado en este espacio cultural.

Reconocimiento y premios

En 1948, Rodrigo Peñalba es nombrado profesor tutelar de escultura de Bellas Artes. Impartió su cátedra a los artistas, Arnoldo Guillén, Leoncio Sáenz, Luis Urbina, Noel Flores, Ernesto Cardenal, Julio Vallejos, Leonel Vanegas, Erasmo Moya, Miguel Ángel González, Salvador Castillo, hasta cerrar su ciclo con uno de sus nietos, con quien conjuntamente pintó un paisaje de muro de buganvilias.

También impartió sus clases a alumnos de la Universidad Politécnica (Upoli) y a los artesanos de San Juan de Limay. Invitado por la Fundación Rockefeller visitó facultades de arte de varias prestigiosas universidades de los Estados Unidos.

Uno de sus primeros premios lo obtiene en Guatemala, en un Certamen de Pintura, organizado dentro de la jornada de las Fiestas Patrias. Por la obra La Victoria de Pedro Joaquín, en 1979, recibe el Premio La Prensa Literaria.

En 1990, recibe la Orden Independencia Cultural Rubén Darío.

En el 2002 recibe el Premio Nacional de Humanidades. La Alcaldía de Managua, le condecora con la Orden Municipal Salvador Cardenal y la Medalla a la Excelencia Artística, otorgada por el Instituto Nicaragüense de Cultura. También una Comisión Cultural del desaparecido Banco del Café le nombró honoríficamente Ciudadano del Siglo.

La Prensa Literaria

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