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El ayuno posee también un significado social

El ayuno “nos ayuda a tomar conciencia de la situación en que viven nuestros hermanos”. (Benedicto XVI) El día del funeral de su madre un amigo me confesó: “Cuando a alguien se le muere un familiar yo suelo decirle: ‘siento mucho’, simplemente por cumplir un requisito social; pero ¡hasta ahora sé lo que en realidad […]

El ayuno “nos ayuda a tomar conciencia de la situación en que viven nuestros hermanos”.

(Benedicto XVI)

El día del funeral de su madre un amigo me confesó: “Cuando a alguien se le muere un familiar yo suelo decirle: ‘siento mucho’, simplemente por cumplir un requisito social; pero ¡hasta ahora sé lo que en realidad se siente cuando uno pierde un ser querido!”.

El director de una escuela de comercio, cuando un alumno le solicitaba un compás de espera en el pago, habitualmente respondía: “No te preocupes, que yo también fui pobre y sé lo que es eso”.

Dos casos de “empatía”. La empatía consiste en ponerse en lugar del otro. En el primer ejemplo, una triste experiencia del momento llevó a nuestro amigo a “calzar los zapatos” ajenos; en el segundo, fue sin duda una pasada vivencia cotidiana durante muchos años de mortificantes privaciones y duras luchas por la sobrevivencia.

La Cuaresma, con la oración, la penitencia y el ayuno, nos invita a emplear la empatía, o sea a ponernos en lugar de nuestros hermanos que sufren o están más necesitados que nosotros. Nos privamos para dar, para compartir lo que tenemos. La Cuaresma nos debe impulsar a volver nuestra mirada hacia el otro, al ejercicio de la misericordia.

Que no se diga, entonces, que la Cuaresma nada tiene que ver con los megasalarios, con el derroche del erario público, con el fraude electoral… Pues este período penitencial posee también un significado social. La Iglesia en su reciente mensaje cuaresmal hace un llamado a la conversión sincera, no sólo al hombre de la calle, a la ama de casa, sino también al hombre público, a quienes detentan el poder, a gobernantes y gobernados, no sólo a los pobres, sino también a los ricos.

En Nínive, gobernantes y gobernados se cubrieron de ceniza en señal de arrepentimiento y, efectivamente, se arrepintieron y cambiaron de vida. Si el miércoles pasado nos dimos a imponer la Ceniza, gobernantes y gobernados ya cumplimos el primer requisito… Sólo nos faltaría a muchos nicaragüenses arrepentirnos de corazón de nuestros pecados y comenzar a rendir frutos dignos de penitencia…

¿Cuáles frutos? Los frutos del respeto a la dignidad humana, del derecho a disentir, de la libertad de expresión y de movilización, del derecho al trabajo y a una vida digna… ¡El ayuno también posee una dimensión social!

Religión y Fe

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