Intenté entrarle de frente
y contuvo el avance.
Busqué cómo debilitar sus flancos
y me estrellé contra un muro.
Entonces dejé al canto
el camino de mi salvación.
Frente a ella desfilaron
atardeceres plomizos,
nubes deshilachadas,
yeguadas de crines rojas,
carrozas para que subiera,
rumor de aguas celestes,
cenzontles y colibríes
seduciendo el horizonte,
altas montañas para tocar el cielo,
sendero estrecho en selva virgen.
¡Abismos difíciles de eludir!
Resbaló entre mis brazos
rodamos por precipicios imprevistos
acoplando nuestros cuerpos
en una aventura sin límites.