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Suerte y castigo

Esa mañana había amanecido adormilada y estaba inscrito en las rayas del cielo azul celeste tirando a gris; no era la miseria exactamente, anunciaba una sonrisa lejana, donde surgía la amabilidad del futuro. Chalillo le expresó a su esposa que iba a pescar al bajadero de la playa de Quitapallo del pueblo y que le […]

Esa mañana había amanecido adormilada y estaba inscrito en las rayas del cielo azul celeste tirando a gris; no era la miseria exactamente, anunciaba una sonrisa lejana, donde surgía la amabilidad del futuro. Chalillo le expresó a su esposa que iba a pescar al bajadero de la playa de Quitapallo del pueblo y que le alistara café, y un gallo pinto con tortilla. Está bien, contestó la esposa.

Don Chalillo se fue a la playa, se instaló bajo la sombra de un hermoso árbol de chilamate, sacó sus implementos de pesca, los preparó y lanzó tres cordeles, con sus respectivas carnadas. Pasó el tiempo y nada de lograr pescar. Entonces, éste se preguntó: “Es una casualidad que sean las cuatro de la tarde y todavía no haya atrapado ningún pez, qué misterio”. Sacó los tres cordeles del agua y decidió lanzar uno nuevo que tenía en su saco, le acomodó al anzuelo y una buena carnada y lo lanzó al agua. Tenía alrededor de una hora de estar en ese trajín y nada de pescar. Chalillo estaba desmotivado, hizo el intento de sacar el cordel, pero éste se quedó trabado, entonces, como don Rosalío sabía nadar perfectamente se metió al agua y destrabó el cordel.

Decidió empacar e irse para su casa. Se sorprendió que el saco estuviera alborotado y dentro se encontraba un pescado grande. No encontraba ninguna explicación. Y cuando llegó a su casa le dijo su esposa: “Qué hermosísimo este pescado”. Sí está bueno, verdad, contestó Rosalío. La esposa se fue para la cocina y lo partió en dos mitades y en momentos que le raspaba las escamas para echarlo a la paila a cocinar, vio que en su interior había una piedra de color azul. Chalillo, ven, ve esto. Qué cosa es, enséñame, contestó Rosalío. Encontré esta piedra azul dentro del pescado. Haber dámela y cocina ese pescado que tengo mucha hambre y se echó en la bolsa de su pantalón la piedra.

Al día siguiente don Rosalío volvió a salir a pescar y así sucesivamente en muchas ocasiones, y era tanta la cantidad que sacaba de pescados que puso su propio negocio hasta el punto que pudo comprar su casa, suerte que en días y años anteriores ni por cerca la había tenido. Pasaron muchos años y la suerte de la familia de Rosalío los cobijó.

Con el tiempo don Chalillo se volvió engreído, un poco odioso, farsante con su dinero, pero la suerte un día le desapareció, al igual que la piedra se le perdió. Pasó mucho tiempo para poder comprender el porqué se le había ido la suerte, hasta que un día pensando y pensando logró descifrar, que por su comportamiento el destino lo había castigado. Su vida tuvo un curso bastante normal, pero fue hasta que pidió perdón a su conciencia y cambió su forma de ser con la gente. Y en ese pueblo desde el mismo tiempo, la piedra azul ha sido un mito y/o leyenda de suerte y castigo.

La Prensa Literaria

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