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La Bohéme, la ópera más querida

La Bohéme se convirtió en la ópera más popular y más querida de todos los públicos. Entre las causas de su posterior aceptación y veneración, además de la belleza de su música y del tratamiento de las partes cantadas, es la ópera de Puccini que revela mejor su genio dramático Como habría de suceder ocho […]

  • La Bohéme se convirtió en la ópera más popular y más querida de todos los públicos. Entre las causas de su posterior aceptación y veneración, además de la belleza de su música y del tratamiento de las partes cantadas, es la ópera de Puccini que revela mejor su genio dramático

Como habría de suceder ocho años después con Madama Butterfly (1904), el estreno de La Bohéme (1896), la cuarta de las doce óperas que escribió Giacomo Puccini (1858-1924) fue un fracaso porque el público se mostró indiferente y los críticos calificaron toda la presentación como “asquerosamente primitiva”. En el Diario La Stampa un crítico dijo: “Tal como La Bohéme no deja ninguna impresión muy fuerte en el oyente, tampoco dejará ninguna marca fuerte en la historia de nuestra ópera, y al autor le conviene considerarlo un error momentáneo. Otro crítico dijo: “En un mes nos olvidaremos de La Bohéme”.

El compositor y crítico francés Gabriel Fauré (1845-1924) dijo de La Bohéme que era “…una horrible ópera italiana”. ¡Qué ironía!: La Bohéme se convirtió en la ópera más popular y más querida de todos los públicos. Entre las causas de su posterior aceptación y veneración, además de la belleza de su música y del tratamiento de las partes cantadas, como dice la biógrafa de Puccini, Eleonore Lausse, es la ópera de Puccini que revela mejor su genio dramático, y su instinto innato de las leyes de la escena brillan aquí todavía más que en sus realizaciones ulteriores. Conocido suficientemente el argumento de La Bohéme, su nuevo montaje en el Teatro Nacional Rubén Darío, ya que antes fue presentada en el Teatro González durante la Administración del presidente René Schick, es un acontecimiento cultural por el que debemos felicitar al músico y director del Teatro Nacional Rubén Darío, Ramón Rodríguez, y a todos los patrocinadores que hicieron posible las dos presentaciones de La Bohéme, los días 6 y 7 de mayo.

En la presentación del 6 de mayo, con la soprano Karin Wolverton como Mimí, el tenor Scott Piper como Rodolfo, la soprano Ana Rodríguez como Musetta, el barítono Guido Lebrón como Marcelo, el bajo Benjamin Galfan como Colline y el barítono John Fulton como Schaunard, todos de origen estadounidense, bajo la dirección musical del maestro cubano Roberto Sánchez Ferrer, con el respaldo de treinta y cinco ejecutantes y los coros de la Ópera de Nicaragua y de la Academia Nicaragüense de la Música, con una escenografía inmejorable, y un vestuario y maquillaje de primera calidad, se lució, en primer término, la orquesta dirigida de forma pausada, al estilo del maestro Herbert von Karajan, con mucho énfasis en los cortes rematados con golpes de timbal, escritos por Puccini, para algunos pasajes.

Los cantantes actuaron sus papeles con pleno dominio y derroche de movimiento escénico. En la parte vocal, la soprano Wolverton, la estrella suprema de la noche, con su voz de fácil emisión, potente y brillante, nos recuerda la voz de la gran Renata Tebaldi, una de las más celebradas intérpretes de Mimí, junto con Licia Albanese, Victoria de los Ángeles, Lucine Amara, Anna Moffo, Diana Soviero, Renata Scotto, Mirella Freni, Monserrat Caballé e Ileana Cotrubas, entre otras; el tenor Piper, de voz potente y brillante, de timbre parecido al de Pavarotti, pero sin la extensión vocal y los agudos espectaculares de Luciano, no acometió el temible do sobreagudo (do de pecho) en el aria Che gelida manina, ni al final del dueto O soave fanciulla, que, como se sabe, no fueron escritos por Puccini, pero que emitidos a plena voz como lo hacían Pavarotti, Gedda, di Stefano, Bergonzi o Tucker, enloquecen de entusiasmo al gran público.

La versión más explosiva de Che gelida manina sea quizás la de Nicolai Gedda, de una transmisión en vivo tomada del Metropolitan Ópera House de Nueva York, y el final más electrizante del dueto O soave fanciulla podemos disfrutarlo en un vídeo en el que la soprano Dorothy Kirsten y el tenor Franco Corelli estiran ese do sobreagudo de forma sobrenatural; la soprano Rodríguez, de tez bien blanca y de cara ovalada, nos recuerda a la bellísima Patrice Munsel, que tuvo mucha popularidad como Musetta en el Metropolian Ópera House; el barítono Lebrón, de voz segura y de gran belleza, nos recuerda el timbre de voz del italiano Rolando Panerai, famoso en el papel de Marcelo y que puede ser escuchado en dos versiones completas de La Bohéme, una al lado de María Callas con Giuseppe di Stefano y otra al lado de Mirella Freni con Luciano Pavarotti; el bajo Galfan es un magnífico actor de voz generosa; y el barítono Fulton lució estupendo más por su comicidad que por su voz. Sopranos notables han interpretado tanto el papel de Mimí como el de Musetta, entre ellas Anna Moffo, Renata Scotto y Lucine Amara, pero el tipo de voz requerido para estos papeles es diferente: mientras Mimí debe ser una soprano lírica de voz fuerte o una soprano lírico-pinto, Musetta es más propio para una soprano lírico-ligera o de coloratura.

El papel de Rodolfo es de los más codiciados por los tenores, siendo más apropiado para un tenor lírico con fuerza (Pavarotti o Carreras) que para un tenor dramático o un tenor lírico-ligero.

Entre los tenores más destacados en el papel de Rodolfo se cuentan los suecos Jussi Bjoerling y Nicolai Gedda, los italianos Giuseppe di Stefano, Carlo Bergonzi y Luciano Pavarotti, los estadounidenses Richard Tucker y Jerry Hadley, el francés Roberto Alagna, los españoles Plácido Domingo y José Carreras, y el argentino Marcelo Álvarez.

Sin embargo, existe un mayor número de grandes intérpretes de Mimí que de Rodolfo, porque en la mayoría de los casos los tenores de voz más robusta no tienen la belleza de un timbre lírico requerido para el papel, caso de Franco Corelli, o los tenores de voz muy ligera, caso de Alfredo Kraus, no cuentan con la potencia vocal necesaria para escucharse por encima una orquesta muy densa.

En suma, con la combinación y coordinación de la dirección musical, cantantes, coros, escenografía, luces, vestuario, maquillaje y dirección general, se logró una magnífica representación de La Bohéme el día 6 de mayo, por cierto de la más alta calidad, en el Teatro Nacional Rubén Darío.

La Prensa Literaria

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