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Cantos a la naturaleza

Cuando finalicé de leer el texto poético Bajo la palabra de las plantas, de Steven F. White, vino a mí la imagen de un “frondoso ceibo pletórico de memoria nacional”, alimentado por la sabia poética de la libertad, el amor y la poesía como renuevo de la madre naturaleza. Si bien Steven es originario de […]

Cuando finalicé de leer el texto poético Bajo la palabra de las plantas, de Steven F. White, vino a mí la imagen de un “frondoso ceibo pletórico de memoria nacional”, alimentado por la sabia poética de la libertad, el amor y la poesía como renuevo de la madre naturaleza.

Si bien Steven es originario de Abington, Pennsylvania, su mayor “ecosistema lírico” donde se fertilizan sus versos es nada menos que nuestra tropical y eruptiva Nicaragua: tierra de poetas, de héroes sensibles, de mujeres sensuales; tierra de huracanes, terremotos y veranos ardientes —como lo ilustró muy bien en la calurosa portada del libro, el pintor Gustavo González—.

Es sobre esta escenografía medioambientalista que Steven como poeta nos ofrece el esplendor, su escritura de la resistencia y del asombro de lo real maravilloso, como es su territorio arbóreo, al cual le dedica versos libres como éste:

Pienso en cómo te has propagado

todos los árboles el Árbol, fibra

de Ceiba-poema, vuelo más alto

que Ometepe, vas por los mares del Verbo

tu plasma de nísperos y zapotes,

carne que alimenta a los dioses…

Tu jocote enraiza en el amor,

el jícaro de tu cabeza se toca,

eres la farmacopea que se cura,

la salida verde de la extinción.

¿Sabremos oír tu mundo que es más que humano?

Este fragmento es parte de su “biopoema” Todos los árboles el Árbol (pag.33), a la memoria del poeta Pablo Antonio Cuadra, autor del completo poemario Siete Árboles Contra el Atardecer (1980), al cual hace referencia Steven, rindiendo un homenaje a ese fecundo inventario de árboles-deidades de nuestros patios, que han cobijado debajo de sus frondas historias nacionales con sus revoluciones, lo sabia de lo vernáculo precolombino, y su gea-grafía mítica.

En este sentir, el poemario de White, editado por 400 Elefantes. Es sobre estas columnas identitarias del ”ser nicaragüense”, a como alguna vez la identificó el poeta Pablo Antonio Cuadra, en El Nicaragüense, que el Académico de la Lengua y poeta Steven F. White surca su propio vuelo, su ars poética de la madre natura, la nacionalidad y su historia popular; pero con sus propias virtudes líricas y contemporáneas, yendo más allá de la contemplación exteriorista, historicista, patriotista, o de la exaltación de los poderes de la naturaleza en la vida del hombre.

Su poesía como “reserva poética”, canta incesantemente a la plenitud de la vida, al amor íntimo y los ejes de la violencia e injusticia que la agobian, sean éstos individuales, políticos, estatales o extranjeros; por lo que mucha veces es hondamente reflexiva y crítica en estos contextos tratados, así como holística al ver al hombre como parte integral del todo natural, vivencial, campestre y agreste.

Éste es su canto a la naturaleza vegetal, la vida humana y espiritual, escrito con mucha claridad, conciencia de estilo, sencillez y a la misma vez profundidad, lo que es meritorio de enaltecer. Si no, veamos el último poema de su libro, colmado de los fluidos anímicos.

La Prensa Literaria

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